Hoseok entró a su casa; aun con el rostro húmedo, sin importarle ahora los canes que se le acercaron en busca de mimos. Se metió a su cuarto y buscó el cajón de su ropero donde tenían dinero en efectivo, sacando todo lo que tenían. La tarjeta de crédito donde sus ahorros seguían intactos luego de mudarse.
–Ropa ¿Ropa? – intentaba Hoseok pensar, mirando algunas prendas. Que si no le dejaban llevar ropa para Taehyung, ¿Y si ni le dejaban hablar con él?
Hoseok gruñó tirando la ropa que ya había agarrado, su respiración no estaba calmada. En su cabeza había pequeños tambores sonando una y otra vez. No podía pensar claramente, no podía si quiera ordenar sus ideas o que hacer ahora. Tenía que ir donde Taehyung pero después qué. Tenía que contactar a un abogado, tenía que ir a la comisaría, tenía que demostrar que Taehyung no hizo nada.
Veterano y Anne ladraban dentro de su cuarto, haciendo las cosas difíciles al mayor. –¡Mierda! ¡Cállense! – les gritó tirándoles la ropa que estaba a su lado. –¡Fuera! – los botó de su cuarto, cerrándolo fuertemente. Los canes aun ladraban y raspaban la puerta.
Hoseok se tomó la cabeza con ambas manos tambaleándose hasta lograr sentarse en su cama. Se mareó y eso no era bueno, recordó parte de su terapia donde le recomendaban contar de retroceso al ritmo de sus respiraciones, lentas.
–No puedo, no puedo, no puedo...– repetía Hoseok apoyando sus codos sobre sus rodillas, respirando y exhalando fuertemente.
No podía estar tranquilo, no podría, sabiendo que Taehyung la estaba pasando de lo peor con aquellos oficiales, y el maldito de Sung. Hoseok levantó su cabeza y enfocó su vista en un punto oscuro de su cuarto. –Maldito hijo de puta ¡Maldito hijo de puta!!Te voy a...– enfatizó Hoseok levantándose de su cama bruscamente para apretar sus manos delante de él como si estuviera ahorcando al tipo. Exprimió con cólera, la imagen vivida del cuello de Sung entre sus manos sin poder respirar, le enceguecía. –¿Por qué a mi Tae? – se quebró el pelinegro, bajando ambos brazos adoloridos por el esfuerzo y a pasos lentos se encaminó hasta una mochila mediana y metió todo lo que por ahora pensaba que necesitaría. El dinero, una chaqueta y al abrir otro cajón se topó con las máscaras del menor. La impotencia intensificándose en su cuerpo.
*
Taehyung hipaba dentro de esa patrulla. A los oficiales no les importaba su estado, las luces rojas y azules daban vueltas a su alrededor. Después de varios minutos llegaron afueras de la comisaria, los tipos le sacaron y encaminaron dentro del establecimiento, Taehyung con la cabeza baja se dejó llevar, su máscara estaba húmeda. Lo llevaron dentro una pequeña celda, apenas cabían dos personas pero él estaba solo en esa ocasión. Esa comisaría no era gran cosa, así como los crímenes no ocurrían por así decirlo entonces no invertían en incrementar las celdas. Solo una puerta le separaba de la oficina principal, teclados y conversaciones se lograban escuchar. Lo dejaron solo al sacarle las esposas. Donde se suponía debía estar un guardia no había nadie.
Taehyung suspiró con tristeza logrando limpiarse el rostro con la manga de su ropa, se encogió sobre ese banco de cemento a la espera de Hoseok, que apareciese por esa puerta y lo sacase.
Un tipo más joven interrumpió la poca tranquilidad que Taehyung había logrado desde que llegó, lo observó, más no le dijo nada. Arrastró una silla para sentarse y quedarse observando al recién encarcelado.
Se le quedó mirando y Taehyung desvió la mirada, logrando girarse y mirar hacia la pared.
–¿Por qué la máscara? –
Aquella pregunta hizo asustar al menor, cogiéndose ambas mejillas, negó para él solo. El tipo le insistió pero Taehyung no habló.
–De todos modos lo harán al sacarte fotos. – comentó el joven policía sin esperar respuesta alguna esta vez. Y así fue, Taehyung escondió más su rostro entre sus manos.