Capítulo 3

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Una semana después...

Estoy en clase de educación física, la maestra nos puso a correr de nuevo y yo ya no aguanto mis piernas, correr no es lo mío y necesito agua. Veo a mis compañeros y la mayoría tienen la misma cara que yo, esta vez la maestra se pasó, llevamos 10 vueltas y quiere 15, solo porque dos de mis compañeros fingieron estar enfermos para saltarse la clase pasada y estar en la enfermería, pero la maestra se dio cuenta y es su castigo. Hace mucho sol y sé que voy a terminar súper quemada y adolorida, comienzo a contar desesperadamente 11...12...13... ya no puedo y sé que nadie puede, no solo yo, la maestra lo nota y se apiada de nosotros.

-¡Deténganse!- grita para que todos la escuchemos.

En ese momento la mayoría se tira al piso para respirar, incluyéndome a mí, me recuesto boca arriba y respiro con dificultad y no siento mis piernas, intento controlar mi respiración pero comienza a dolerme la cabeza, siento que va a explotar, cierro mis ojos con fuerza  y vuelvo a intentarlo, esta vez lo consigo, logro tranquilizar mi respiración y poco a poco voy reincorporándome, cuando me levanto la mayoría están sentados en el pasto tomando agua, el resto sigue recostado, que pretendía la maestra , ¿matarnos?

-Pueden irse, los veo la próxima clase, espero que no quieras saltarse de nuevo mi clase- dice la maestra y todos niegan con la cabeza. Ella sonríe con suficiencia y se aleja.
La odio.

Voy a las duchas y comienzo a lavarme el cabello, el agua caliente me sofoca por lo que me baño con agua casi helada, aun me duele la cabeza y lo único que quiero es llegar a mi cama y dormir eternamente. Termino de bañarme y me cambio, me pongo un pantalón de chandal gris y una sudadera negra, sé que me veo fodonga, pero no me importa en estos momentos. La maestra nos dejó salir 30 minutos antes por lo que tendré que esperar a Nathan, no recuerdo que clase le toca pero sé que a veces discute con ese profesor, voy hacia el estacionamiento y lo primero que veo al salir es un árbol con sombra y es como si me llamara, sin pensarlo dos veces voy directo hacia allí y me recuesto en la sombra, cierro mis ojos, mi respiración comienza a hacerse más profunda y comienzo a quedarme dormida, de repente una mano en mi mejilla me sobresalta y me hace abrir los ojos, veo unos ojos de un verde hermoso que me miran con amor, pero a la vez algo preocupados.

-¿Estás bien?- me pregunta Nathan.

-No- le digo y el me besa la frente.

-Te vez mal, ¿de nuevo fue demasiado?- asiento con mi cabeza y él sonríe aun preocupado, sabe que odio a esa maestra y lo primero que hago siempre saliendo de la clase es quejarme con él.

-Me duele la cabeza- cierro mis ojos y siento sus labios sobre los míos, voy a regresarle el beso pero se aparta antes de que lo haga, abro mis ojos y veo diversión en su mirada.

-Vamos te llevare a casa- asiento con mi cabeza y comienza a levantarse para luego ayudarme a mí, toma mi mano y comienza a caminar hacia su auto.

-Espera- le digo y el voltea con una mirada interrogante.

-¿Qué pasa?- me acerco más a él y rodeo su cuello con mis brazos

-Te amo- le digo y él sonríe, me paro de puntitas para alcanzar sus labios y lo beso, llenándome de él, al apartarme el me muerde el labio muy suavemente y hace un sonido de satisfacción con su garganta, siento que me derrito.

-También te amo Mika, ven vamos a casa- vuelve a tomar mi mano y me lleva a su auto, en el momento en que mi cabeza toca el asiento de cuero me quedo profundamente dormida.

Me despierto porque siento algo sobre mis labios, parpadeo varias veces y ahí está él lo que sentía eran sus hermosos labios, me sonríe.

-Ya estamos aquí hermosa- Extiendo mis brazos hacia él y le hago un puchero, no quiero caminar y él lo entiende a la perfección se ríe por lo bajo y se inclina para cargarme en sus brazos, después toma mi mochila y me lleva hasta el porche de la casa.

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