Esa fue una de aquellas noches en las que te vuelves niño porque olvidas por un rato que allá afuera, en tu vida real tienes mil problemas, borras los miedos, dejas a un lado el rencor para divertirte y ves a los demás tal y como son. Esa noche conocimos a tres chicos de los que pensamos saber lo suficiente como para enfrentarnos a una venganza que más bien era un ajusticiamiento. Simplemente estaban allí entre esos juegos mecánicos seis loquitos inocentes que buscaban salir de la realidad y solo pasarla bien. Si, había detestado un momento a Max pero sabia a lo que me atenía con él. Lo único que no calculamos era como manejarnos para no acabar como yo entre sus labios. Juro que no me lo esperaba, no me conocía. Creí que ya era una reprimida y simplemente me tocaba jugar con uno de esos tontos que andan por la vida pensando que los sentimientos no tienen valor y que pueden jugar con cualquier chica sin importarles nada. Si, quizás hayan algunos que solo cambien de novia por rato sin darle mente o sin mala intención pero eso también es un error del mundo. Nosotras tenemos sentimientos y los mostramos más que ellos porque de cierta forma somos más sensibles. Ellos no tienen derecho a usarnos y si se piensan que lo tienen, vamos a probar que entonces nosotras podemos hacer lo mismo con ellos y que viva la igualdad de género.
— La pasamos increíble hoy— comentó Bruno mientras nos dejaban en la puerta de casa— Debería repetirse
— Si! Deberíamos salir más a menudo— añadió Ale
— Mmm debo confesar que después de todo no estuvo tan mal— respondí sin ganas de demostrar lo bien que la pasé fastidiando a Max y luego con los chicos.
— Pff! No seas así! Danos el crédito de haberlas hecho pasar una buena tarde-noche— comentó Max desconcertado. Estaba loco porque dijera que fue fantástico y seguro esperaba que comentara que moría de ganas por volverlo a repetir. Lo se, el plan era conquistarlos y hacerles creer que morimos por ellos pero entre mis ideas no estaba ponérsela fácil. — Admite que fui un buen acompañante esta noche.
— Bueno, si tu lo dices... Hay que creerte— contesté sarcástica.
— Si que eres complicada mujer— rió—Este pobre hombre quiere elevar su ego contigo, déjalo ser feliz un rato— dijo Willy en tono burlón. Todos reímos.
— Contigo no necesito enemigos! — reprochó Max.—Bueno chicas, estos muñecos cambian de aparador. No es prudente que caballeros como nosotros estemos a la puerta de tan bellas damiselas a estas horas de la noche.
— Jajajaja oigan! A penas son las 9:20 pm, no seas dramático pero te tomamos la palabra "caballero"— dijo Isa haciendo comillas con las manos en señal de sarcasmo. Dizque caballeros. Yo diría más bien que son caballos porque lo que hacen con las mujeres es cosa de bestias.— Necesitamos descansar. Venimos muertas pero fue fabuloso. Gracias!
— Sí, nosotros también. Esta semana promete ser agotadora y debemos estar listos para los últimos entrenamientos. Nuestro equipo tendrá su primer partido a final de la semana y nos quedan pocos días para entrenar— comentó Willy.
— Si y no son los únicos. Nosotras tenemos partido al día siguiente de ustedes. Es también el de apertura u ¿olvidan que pertenecemos al equipo de Volleyball? Mi sister aquí es la capitana— comentó mientras me apuntaba.
— Oh pues tenemos dos capitanes entre nosotros. Vaya cosa. Tengan piedad de nosotros en el entrenamiento.— Suplicó Bruno riendo .
— Ni lo sueñen— respondimos a coro Max y yo. Literalmente parecía que nos habíamos conectado para responder juntos lo mismo. Todos rieron.
—Me debes un chocolate!— grité primero. Eso es lo que pasa en esta ciudad cuando dos personas dicen algo a la vez. El que primero pida algo recibe lo que dijo y el otro simplemente debe pagarlo debido a su lentitud para contestar.
— Bien bien, acepto! Pero no se cuales te gustan— Dijo Max
— Mmm intenta averiguarlo casanovas. ¿No que te la sabes de todas todas?— Lo reté. Si en verdad quería atraerme a sus redes tendria que atraparme porque como dije, fácil no se la pondría.
— Uuuhhh creo que tendrás mucho en lo que trabajar— comentó Willy divertido. Se notaba que entre ellos había una fuerte complicidad.
— Si, eso me temo— añadió. En ese mismo momento asumió el reto. Yo era su complicado capricho.
Nos despedimos, ya era hora de que la noche acabara. Isa y Ale se quedaron en mi casa; llamaron a sus padres y como era costumbre, no hubo pros en que se quedaran conmigo. Necesitábamos descansar. Nos venía una larga semana.
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La van a pagar playboys
Novela JuvenilOdio las injusticias, la gente que utiliza los sentimientos ajenos para su beneficio y luego abandona como quien arroja a la basura un vaso desechable luego de tomarse el jugo que ha comprado. Creen que las mujeres somos el sexo débil pero están equ...