La van a pagar playboys

Todo es tu culpa

Corrí y corrí sin tener como meta algún lugar más que la puerta de salida. No podía pensar con claridad. ¿Cómo olvidé que precisamente esa casa era de terror y que su trabajo era petrificarse del miedo? ¿Y Max? Dónde estaría? Gritaba su nombre mientras corría, lo buscaba por todas partes.

En un momento lo escuché llamarme asustado, al parecer se percató de mis gritos eran más que por un pequeño susto, que de verdad estaba nerviosa así que mientras corría él me llamaba y preguntaba cómo era el lugar exacto en el que me encontraba. Yo no sabia como describirlo más que con las palabras horroroso, oscuro y tenebroso. Hacía pausas porque ya no aguantaba más correr, dando vueltas en circulo pero cuando escuchaba pisadas  un ruido extraño, emprendía la huida nuevamente. Cuando creí que me iba a quedar allí dentro atrapada, me choqué de frente con Max mientras corría.

-Maaax!!! Al fin te encuentro, tenemos que salir de aquí. Hay un loco con un cuchillo que me persigue. 

Max- Jajajaja ¿en serio? Pero vaya valiente que eres eh? Esta es una casa de terror, todos son muñecos. No tienes nada que temer.- comentó mientras reía y se burlaba de mi miedo mientras yo estaba a punto de pegarle un buen golpe en la cara por dejarme sola.

-Mejor haz silencio que no es nada graciosos. Todo es tu culpa, solo a ti se te ocurre desaparecer así.

- Perdón, creí que eras más valiente, esto es solo un tonteria que no asusta a nadie.

Me molesté un poco porque me estaba llamando cobarde y no lo soy, o bueno, no del todo. ¿Qué podía hacer si los nervios cauterizaron mi mente? En ningún momento pensé en que era una "casa de terror" solo que un loco maniaco venia tras mi con un cuchillo ensangrentado que posiblemente usó para matar a alguien más y luego hizo un guiso con él para la cena. Yo no quería ser el postre o almuerzo de nadie. Mi mente era creativa, el miedo y algunas películas de terror que veía en casa con Ale e Isa se apoderaron de mi mente para volverse una realidad que solo yo podía ver.

-Claro, lo dices porque no fuiste tú quien lo vió. Si, ahora estoy clara de que es una casa del terror y que su trabajo es asustarme pero cuando te ves en el momento, solo piensas en que es algo real. Mi instinto de supervivencia es más fuerte que la valentía que pueda tener- grité mientras lo golpeaba en el hombro.

- Ouch! Con cariño guapa! Ven, vamos a buscar la salida juntos- dijo mientras esta vez lo tomaba yo de la mano para que no se me fuera a escapar, no quería otro sustito como ese.

Mientras caminábamos vimos cada vez más muñecos espeluznantes, cada uno más horrible que el otro. Peluches sin cabeza de los que brotaba un líquido igual a la sangre, ruidos de gritos, de lobos aullando, pisadas de alguien tras nuestro, calaveras, simulaciones de fantasmas, entre otros. Cuando ya parecía que estábamos cerca de la salida, porque vimos un lugar idéntico al que cruzamos entrando, apareció el payaso asesino en el suelo tirado.

- Mira Max, ese es el payaso que me perseguía.

-Jajajaja ¿lo dices en serio? Pero nena, ese es un simple muñeco, no le veo lo terrorífico- comentó de burla mientras se acercaba a recogerlo- Ven, ven a ver que no hace nada.

-Me acerqué con miedo pero estaba más tranquila, él muñeco parecía no tener vida, no se movia ni nada  hasta que Max lo recogió del suelo.

De pronto el demoniaco payaso abrió los ojos y Max pegó el grito de niña más chistoso que he oído en mi vida mientras lo soltaba al suelo. Casi sale corriendo pero el muñeco se quedó tirado y volvió a cerrar los ojos.

-Jajajajaja ¿quién es el cobarde ahora?- comenté mientras mi cuerpo no podía sentir una pizca de temor. Ahora no me atrapaban los nervios sino una risa incontrolable.