Tᴜ ʙʀᴏᴍᴀ ᴀᴜ́ɴ ᴇs ᴅɪᴠᴇʀᴛɪᴅᴀ?(Editando)

Capitulo 31

"Solo quería llegar a casa y llorar, créeme, necesitaba liberar el dolor de alguna manera".

-¿Puedes ponerte de pie? –Pregunto.
Asentí.
Con dificultad me levante y con un poco de su ayuda.
-¿Quieres ir a la enfermería? –Pregunto, de nuevo.
Negué.- Andy, estoy bien –Mentí.
-Te gusta mentir, ¿cierto?
- Te gusta hacer bromas, ¿cierto? –Lo imite.

Solo me quedo mirando sin articular nada, sabía que me refería a todas las cosas que me había hecho.

Me lave y las vendas tiradas me las paso Andy.

-Gracias –Musite.
Asintió.
-¿Quieres que te ayude? –Pregunto refiriéndose a las vendas.
Negué.
-Puedo sola –conteste.

Quite mi playera del instituto quedando solo en una pequeña blusa de tirantes color blanca. Limpie mis brazos en ella, estaba un poco manchada de sangre. La metí a mi bolso y me vende las manos, hasta parte de los brazos por las cicatrices, Andy solo me observaba.

-¿Qué harás ahora? –Pregunto.
- Irme a casa –respondí.- No quiero que nadie me vea así...
- Puedo llevarte –Murmuró.
Me giré a verlo. Sus ojos tenían un brillo especial, no diré que de enamorado, sino de preocupación. ¿Preocupado?

-¿Podrías? –Asintió.

Andy se asomo para asegurarse que no hubiera nadie. Me ayudo con mi bolso y salimos casi corriendo hasta el estacionamiento.

-Anda, sube rápido –ordeno, mientras subía él del lado del piloto.

Subí como pude, encendió el motor del auto, para luego salir de ahí.

En el transcurso del camino nadie dijo nada, había una tensión incomoda, y seguro iba reflexionando, sin creer lo que había visto.

Aparco el auto afuera de mi casa y se giró a verme.
Me miro directo a los ojos y el notaba total tristeza.

-Gracias por venir a dejarme –Sonreí a medias.
Iba abrir el auto pero él impidió que bajara tomando mi brazo.

Voltee a verlo.

-¿Qué pasa contigo? –Pregunto en susurro.
- ¿Conmigo? –Asintió.- Nada... Supongo –respondí.
- ¿Estarás bien?
- ¿Qué te hace creer que no? –reí sin ánimo.

No contesto, soltó su agarre y me permitió bajar.

Entre a mi casa y me puse a llorar.
Tenía tanta rabia, enojo, odio.... De ser yo.

Subí a mi habitación y comencé a tirar todo lo que encontraba a mi vista.
Saque mis pantalones y me quite mi blusa. Tome la navaja y corte mis piernas.
Me tiré al suelo sollozando tan fuerte mientras las lágrimas fluían.

Narra Andy:

Aun no podía creer verla así. Juro que era una tristeza, ella estaba mal y necesitaba ayuda.

Aun seguía enfrente de su casa, no sabía qué hacer, no podía sacármela de la cabeza.
Me sentía tan mal, nunca en mi vida me había puesto en esta situación.

Encendí mi auto, tome el volante con una mano y con la otra tome mi teléfono, busque en la agenda y hasta dar con el número que buscaba presione el botón verde que indicaba "llamar".

-¿Hola? –Se escucho del otro lado.
- ¿Hope? –Hablé, sin despegar la vista del frente.
- Sí, ¿Andy, eres tú? –Pregunto del otro lado.
- Sí, soy yo –respondí.
- ¿Qué se te ofrece cariño?
- ¿Estas ocupada? Necesito un favor –Dije.
- Estoy libre ahora, ¿podrías venir a mi casa? –Pregunto.
- Si, ahora llego –Colgué.

Jazmin era una amiga de mi mamá, psicóloga. Ella había cuidado de mí por mucho tiempo cuando era pequeño, era como una segunda madre para mí a la cual le podía tener confianza.

Aparque el auto enfrente de su casa, baje lo más rápido que pude y estando ya enfrente de su casa toque el timbre.
Después de unos segundos me abrió, tenía una enorme sonrisa en el rostro que al ver mi cara se desvaneció.

-Hola Jazmin–Salude.
- Pero que cara Andy–Negó.- Adelante, pasa –Se hizo a un lado y así mismo hice caso.

Me aproxime al living, seguido de ella. Se sentó en el sofá y yo me senté enfrente de ella.

-¿Qué necesitas cariño? –pregunto entonces.
- Mira este... –Realmente era difícil sobre lo que iba a comentar, pero solo ella podía ayudarme.
- Vamos Andy, habla –pidió al ver que no respondía.
- ¿Tu sabes por qué las personas se cortan? –pregunte tensó.
Me miro confundida, ella no esperaba este tipo de preguntas.

-Verás –Presté atención, acomodo su postura y se dispuso a hablar.- Este tema quizá comenzó años atrás que aun se sigue presentando, mayormente en los adolescentes, como tú. Ellos lo hacen para aliviar las penas, es un habito de auto lesionarse con pequeñas heridas, se lastiman porque no saben de qué otra forma expresar sus sentimientos. Cortándose es la manera que liberan su angustia emocional. Tomo comienza con un impulso que termina siendo un hábito para ellos –Explicó.
- ¿Tienen algún problema psicológico? –Pregunte.
- Bueno, frecuentemente lo hacen por impotencia física, lo que no pueden demostrar. Más bien pueden recibir humillaciones, sienten que no las toman en cuenta y problemas personales, en dado caso podrían también ser ignorados –Contesto.

Y en ese momento se presenciaron las cosas que había hecho con ella. Yo la había humillado, lastimado e ignorado.

-¿Por qué me preguntas esto? –Dijo sin entender aún.
- ¿Cómo puedo ayudar a una persona que pase por eso? –Dije, ignorando su pregunta.
- ¿Qué pasa, Andy? –Insistió.
Guarde silencio un momento.

-Puedes confiar en mí, ¿lo sabes, cierto? –Asentí cabizbaja.- ¿Entonces?
-Es sobre una amiga –Expliqué.
- ¿Quieres ayudarla, no? –La miré y asentí.- Para ayudarla lo primero que hay que hacer es que ella admita que necesita ayuda, ya más bien pueda ser profesional si es que es muy grave.
- Gracias Jazmin, sabía que podías ayudarme –Me puse de pie.
- Pequeño no tan pequeño Andy–Se levanto del sofá para abrazarme.- Cualquier cosa que necesites aquí estaré para ti ¿de acuerdo? –Se separo para mirarme.
Asentí.- Lo sé,eres la mejor –Sonreí.- Me tengo que ir, es tarde
-Cuídate y salúdame a tu mamá
- Lo haré –prometí.

Narra Camila:


Desperté gracias al sonido del timbre. Al parecer aun no había nadie en casa. Eché un vistazo a mi teléfono para ver la hora, eran las 04:12p.m. Había dormido aproximadamente dos horas y media después de haberme dado una ducha.

Mire mi habitación y estaba hecha un desastre. El timbre seguía sonando continuamente y me estaba causando dolor de cabeza.

Me levante y baje a ver quién era. Abrí y me encontré con Lucas. Vaya que me era extraño verlo, pues casi no lo miraba.

-¿Lucas? –Dije extrañada.
- Hola –Saludo con tristeza.
- ¿Qué pasa? –pregunte.
- Mi papá está en la cárcel –Soltó inundando sus ojos de lagrimas.