Capitulo 38

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"Estoy bien. Bien hundida. Bien decepcionada. Bien vacía. Bien harta. Bien rota. Bien triste. Bien cansada. Definitivamente estoy bien."

– ¿Mal?

Obviamente quería que prosiguiera, sabía que si seguía terminaría llorando, como siempre. Viéndome frágil, débil y dando pena.

– ¿Sabes? –Miré hacia otro lado que no fuera él. –Va todo igual, pero no importa –Agache la cara. Podía sentir ese feo nudo en la garganta.

–No quieres hablar de ello –Había entendido, eso era bueno. No quería estar dándole pena, no quería repetir mis problemas si ya bastaba con los que tenía él.

–Gracias –Musite.

Camine junto a él en completo silencio. Esta vez nadie hablo, no era incomodo pero supongo que era mejor así. Tal vez ahora no tenía ánimos y él lo comprendía de alguna manera.

–Oye –Menciono.
Levante mi vista para mirarlo.
–Si necesitas hablar sobre algo, no dudes en decírmelo –Se acerco, para luego abrazarme.
Respondí a su abrazo y ya no aguantaba las ganas de llorar.

–Gracias, Lucas.

Minutos después regresé a casa, Lucas me había ido a dejar hasta la puerta.
Después de haberme despedido gire la parilla, abrí y luego cerré.
Mire a quien se encontraba en el primer escalón impidiendo el paso para subir.

–Te dije que no salieras –Dijo enojada.
–Permiso, iré a dormir mañana tengo que ir al instituto –Le dije con voz ronca.
–Estas una semana suspendida, lo que merita que tendrás un castigo –La miré atónica. –Te quedaras en casa y harás todos los deberes, y bien hechos.

–Es injusto –Me excuse.
–Agradece que es poco.
– ¿Por qué solo a mi? ¿Sabes que solo me defendí, no?–Agite mis manos desesperada.

–Ya cállate, Camila–Comenzó a gritar.
–Como sea, muévete –Pedí de mala gana.

Tomo mi brazo, lo sostuvo con fuerza y comenzó a gritarme cosas realmente feas. Empezando por lo cuan inútil era, mientras lloraba y rogaba porque me soltara, mis heridas dolían pero dolía más lo que me gritaba.
«No te preocupes mamá, yo tampoco estaría orgullosa de una hija como yo».

– ¡Basta! –Escuche la voz de mi papá. –Suelta a la niña, la estas lastimando.

– ¡Tu cállate! –Gritó mi mamá.
Mi papá se acerco rápidamente a ella y le dio una cachetada haciendo que al instante me soltara.

–Anda sube a tu habitación –Me dijo.
Miré a mi mamá quien ahora se encontraba llorando por la cachetada que le había dado mi papá.

–No le pegues más –Suplique.
– ¡Anda, que subas! –Me gritó.

– ¡Eres un maldito cerdo! –Le gritó mi mamá.

Mi papá levanto su mano gruesa listo para darle otra cachetada pero yo lo evite tomando su mano.

– ¡Déjala! –Rogué en llanto.

Él me miro y bajo la mano. Subió a su habitación sin decir más.
Mi mamá estaba llorando en el suelo. Solo me limite a mirarla, segundos después subí corriendo a mi habitación.
Trataba de convencerme a mi misma de que todo estaría bien, aunque sabía que eso no era así.
Lloré, lloré, lloré hasta quedarme completamente dormida.

*

La alarma comenzó a sonar, era hora de levantarme. Mi mamá ya no estaría en casa y mucho menos mi papá.

Justo cuando iba bajando las escaleras el timbre comenzó a sonar consecutivamente.
Me dirigí para abrir, me quede perpleja al ver a Luciano parado con su mirada de preocupación. Sus pelo estaba desordenado, pero ahora se encontraban aun más.

–Llevo días pensándolo –Murmuró mirándome.
Lo mire confundida esperando alguna respuesta a eso.

–Siempre estaré contigo aunque sea de un modo distinto, Camila–Continuo. –Lo siento, siento si alguna vez te falle, siento tanto ser un motivo de esas heridas que llevas.

–Luciano... –Interrumpió.
–Es que es tan confuso, porque yo jamás había conocido a una persona como tú... –Lo interrumpí.
–Confuso para ti, para mí no.
–De acuerdo, sí –Pauso. –No necesitas tener cicatrices, eres bonita para esa mierda.
Reí sin ánimo. –No digas eso, no soy bonita.
–Para mí lo eres.
–No me conoces en realidad, Luciano. Te aseguro que te alejarías por completo de mí.
–He visto eso –Señalo a mis brazos. –Aun sigo aquí, ¿crees que me alejaré?
Asentí. Mis ojos estaban clavados en el suelo.

–Jamás lo haré, si incluso me lo pides no lo haré.

Comenzaron a brotar lágrimas que no limpiaba, pero seguía perdida en el suelo sin mirarlo.

– ¿Por qué lloras?
–No lo hago –Mentí.
Escuche su risa y segundos después me encontraba rodeada por su brazos.

–Siempre estaré contigo –Murmuró.
Moví mi cabeza negativamente.

–No lo harás.
–Deja de ser tan negativa –replico separándose un poco de mí.
– ¿Qué esperas de una chica llena de cicatrices? ¿Alegría?

–Espero que te valores –Musito.

De alguna manera no podría "valorarme" con todo lo que tengo en mi cabeza, si yo me despreciaba no podría hacerlo. No si siempre mis padres me lo recordaban. No si siempre las personas están ahí haciéndome mierda. No si ni yo misma puedo con mis pensamientos.


– ¿Estarás bien? –Pregunto después de haber estado hablando como tonto, y yo sin prestar atención a lo que decía.

–Quizá –Murmure.

–Intenta al menos.

Sonreí, una sonrisa triste. Pero sonreí, al fin y al cabo era una sonrisa.

Lo vi tomar un taxi a lo lejos, vendría mañana. Lo prometió.
Entre de nuevo a mi casa y comencé a hacer todo el aseo, lave trastes, los dos baños, lave mi ropa y hice muchas cosas más. Mi "castigo".

Narra Andy:

Había terminado antes las clases, Camila no había asistido, y por lo que escuche no asistiría en algunos días.
Metí mis cosas a mi casillero y a lo lejos divise a Juan con Greg quienes no platicaban a gusto y se miraba que discutían. Disidí acercarme.

–Hey, ¿Qué pasa? –Dije en cuanto estuve ya cerca de ellos.

–Juan que se pone como una marica al defender a la torpe –Contesto malhumorado Greg.

– ¡Cállate idiota! –Dijo Juan, se acerco amenazante a Greg.

–Bájale Greg, hablo enserio –Le dije.

– ¿Ahora tú? ¿Enserio? –Dijo incrédulo. – ¿Saben? Púdranse par de maricas –Escupido y se alejo de ahí. Juan intento írsele encima pero lo detuve.


–Cálmate –Mencione.

Gruño y también se fue de ahí pero en distinta dirección a la de Greg.
Bufe.
Salí en busca de mi auto que se encontraba en el estacionamiento, cuando subí me apoye en el volante y mi cabeza la recosté en la cabecera.

Encendí el auto, definidamente iría a verla.
Minutos después ya me encontraba enfrente de su casa.

Toque el timbre solo una vez, segundos después abrió. Me miro con el ceño fruncido pero sin decir palabra alguna.

– ¿Estás bien? –Fue lo primero que pregunte.

– ¿Debería de estarlo? –Contesto con otra pregunta, segundos después.

Tragué duro. –Supongo.

–Lo dices como si no ocurriera nada de lo que me pasa –Dijo enojada.

–Perdón.

– ¿Perdón? ¿Perdón, por qué?

–A veces las persona suelen darse cuenta de los errores que cometen ¿y sabes? algunos quieren remediarlos –Explique.


–No necesito tu perdón, Andy–replicó. –No necesito darte pena ahora que te has dado cuenta, no vengas a pedirme perdón porque el daño ya está hecho.

Tᴜ ʙʀᴏᴍᴀ ᴀᴜ́ɴ ᴇs ᴅɪᴠᴇʀᴛɪᴅᴀ?(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora