"Ella se siente dolida, rota, sin esperanzas, sin ganas de seguir, vacía. Pero aún siente algo."
Comencé a revolotear todas mis cosas hasta encontrar lo que quería.
Tome con ambas manos esa foto, esa foto donde nos encontrábamos los tres. Seguro ahí tenía cuatro o cinco años.
Mi mamá me tenía en sus brazos y mi papá la abrazaba.
Esto era justo lo que extrañaba... A mi familia.
Y es justo donde te das cuenta que realmente no querías crecer, y te retratas de todo lo que alguna vez llegaste a decir cuando eras un niño, como por ejemplo "ya quiero ser grande" y justo cuando ese momento llega te das cuenta de la gran equivocación que cometiste. No, no quería crecer si esto iba a hacer así.
Quería que todo volviera a ser como antes, aunque sé que nada de eso volverá a pasar.
¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? ¿Algún día podre ser feliz?
No lograba encontrar solución a todo esto, aunque sí. Desaparecer.
Narra Andy:
Se veía tan sonriente y al borde de las lágrimas a la misma vez. Podías notar felicidad y al mismo tiempo veías tristeza.
Es necesario detenerse a pensar lo que realmente somos, puedes juzgar sin conocer, dañar sin saber.
Ríe, en sus muñecas guarda cicatrices y en sus pequeños ojos lágrimas.
Y cuando te has dado cuenta que has hecho suficiente daño, logras notar que es un poco tarde para reconocerlo.
–Andy, ¿estás bien? –preguntó por segunda vez mi mamá. Nos encontrábamos comiendo en la mesa, pero yo lo único que hacía era jugar con el tenedor.
–Sí, solo pensaba –respondí saliendo de mis pensamientos.
– ¿En qué? –Alzo su delgada y tatuada ceja. – ¿Es una chica?
Suspiré.
–No, mamá –Mentí, en realidad si era una chica, Camila.
–Entonces, ¿Qué es lo que te tiene tan pensativo?
–Tengo mucha tarea –Dije, mientras me levantaba. –Termino eso después –Apunte a la comida.
Me miro confundida y asintió.
Subí a mi habitación y saque una chaqueta, tome mi teléfono y baje de nuevo. Avise a mi mamá que saldría a casa de un amigo y después de recibir un "No llegues tarde" salí y me monte en el auto para tomar camino hacia casa la de Juan.
Toque el timbre un par de veces hasta recibir a Juan, quien fue quien abrió. Me hizo pasar al living y ahí se encontraba su pequeña hermana, Carolina.
–Hola –Dijo, en sus labios se curvo una pequeña sonrisa.
–Hola, Carolina–Bese su mejilla, que en cuestión de segundos tomo color.
–Andy deja de hacer sonrojar a mi hermanita –Me fulmino Juan.
Reí. –Vale, lo siento –Dije, mientras me sentaba al lado de Carolina.
–Carolina ve arriba –Le dijo Juan, con tal de que nos dejara solos.
La pequeña asintió y de un salto se levanto del sofá y subió corriendo hasta dejarnos solos.
– ¿Y, tu mamá?
–Se fue ayer, pero regresa la otra semana –contesto de mala gana. Sabía que no le gustaba la idea de que su mamá se fuera por tantos días y al estar acá estuviera muy poco. –Pero bueno, no venias a hablar de ella.
–No está de más preguntar –Me encogí de hombros restándole importancia a su comentario.
-Camila–pronuncio.
Asentí.
–Ayer la vi, estaba por las calles donde se encuentran las prostitutas –Conté.
Juan frunció el ceño.
– ¿Traba...? –Lo interrumpí.
–No –Dije antes de que terminara. –Al parecer estaba perdida, bromee un poco con ella –Sonreí al recordar.
– ¿Bromeaste?
–Sí. Cuando la lleve a su casa en el camino iba llorando –Hice una mueca de disgusto. –Además, el otro día la vi afuera de su casa, igual lloraba.
– ¿Qué crees que este tan mal en ella?
–No lo sé –Agaché la cara.
Narra Camila:
Me levante justo cuando mi alarma comenzó a sonar por tercera vez.
Después de haberme dado una ducha, vendado mis brazos y haberme vestido baje por algo de tomar antes de ir al instituto.
Encontré a mi mamá tomando una taza de café, noto mi presencia y dijo:
– ¿Quieres algo de desayuno?
«Vete al demonio»
No respondí.
–Te estoy hablando –Dijo enojada.
Una vez más no respondí. Agarré jugo y después de haber bebido deje mi vaso en el fregadero.
–Pareces una inmadura –Menciono.
Me giré a verla, antes de salir de la cocina y le sonreí falsamente.
*
Llegué al instituto, antes de pasar por el tercer pasillo para llegar hacia donde mi casillero apareció Holly.
«Joder»
–Putita –Dijo, su sonrisa burlona apareció.
–Cállate –Susurré.
Rió.
–Puta, como tu madre –Me empujo.
–Cállate –repetí.
–Y, ¿Qué si no? –reto.
«Puta, puta, puta, puta»
Mi madre me tenía por los suelos, tenía suficiente con eso.
Mis ojos comenzaron a cristalizarse y un nudo en la garganta comenzó a formarse.
–Pu-ta –Dijo en silabas.
Empuñe mis manos, tenia coraje. Coraje conmigo misma.
No me iba a arrepentir de lo que iba a hacer, nunca.
Con la parte de mis nudillos le di un fuerte golpe en la cara haciendo que esta cayera al suelo. Avente mi bolso a un lado y me encime en ella a darle consecutivos golpes. Seguido de uno, seguido de otro hasta que me doliera como la mierda. Mis lágrimas caían, pero aun así no dejaba de golpearla y ella luchaba por sacarme de encima. No sabía de dónde había traído tanta fuerza.
Sentí unos brazos tomarme de la cintura de tal forma que me alejara de ella.
Vi a Luciano quien miraba a Holly, quien justo se encontraba sangrando y llorando. La ayudo a levantarse, yo solo luchaba porque me soltaran.
– ¡Perra! –Le grité.
Sollozaba exageradamente.
Me tomo de los hombros y me hizo girar para ver quién me había sacado de encima. Era Andy.
–La estas acabando –Dijo, me miraba asombrado.
Limpie mi nariz que escurría con la palma de mi mano.
–Que se muera por hija de puta
¿Qué me estaba pasando?
– ¿Qué está pasando acá? –Escuché la voz del subdirector.
Me voltee a verlo.
–No puede ser –Exclamo al ver a Holly.
Me miró y dijo:
–A la dirección.
Con resignación tome mi bolso y lo seguí. Seguía llorando, ni yo misma podía creer lo que había hecho.
Me sentía tan enferma, posiblemente con tanta rabia pude haber matado a la chica. Quería explotar.
–Pasa –Abrió la puerta.
Me adentré, después de eso él cerró la puerta dejándome con el director quien me miraba serio.
–Toma asiento –Señalo la silla enfrente de él.
Obedecí y tome asiento con miedo. Limpie mis lágrimas que aun salían.
– ¿Qué paso? –Dijo. Puso sus codos sobre el escritorio y entrelazo sus dedos.
Realmente no sabía que decir, jamás había estado acá por una pelea. Solo una vez, que llegue tres días seguidos a la tercera hora.
–Ella me llamo puta –conteste.
–Pudiste acudir aquí, no respondiendo con golpes. ¿Sabes que eso merece la expulsión? Al parecer has dejado muy mal a la chica –Dijo severo.
–Llamo puta a mi madre –espete enojada. –Lo ha hecho todo el tiempo –Eleve mi voz.
–Creó que tienes problemas de ira.
¿Me estaba jodiendo? No tenía ningún problema, estaba de lo más pendejo.
– ¡No tengo ningún problema! –Dije poniéndome de pie.
–Ahí esta –Me señalo con ambas manos.
–Cualquiera hubiera hecho lo mismo, ella empezó –dije tranquilizándome.
Estaba actuando anormal. Yo no actuaria en contra, solo me quedaría callada.
–Necesito hablar con tus papás, si no quieres ser expulsada.
–Llámelos si quiere –Acomodé mi bolso en mi hombro y salí de ahí azotando la puerta.
ESTÁS LEYENDO
Tᴜ ʙʀᴏᴍᴀ ᴀᴜ́ɴ ᴇs ᴅɪᴠᴇʀᴛɪᴅᴀ?(Editando)
Teen Fiction¿Quieres llorar? Llora. ¿Quieres gritar? Grita. ¿Te cortaste? Bien, cada vez que mires tus marcas sabrás que fue una guerra perdida y no ganaste nada.