Capitulo 43

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"Una persona puede imaginar como se siente otra, pero nunca sentir lo mismo. Incluso aunque la situación en la que estén sea idéntica."

La pequeña habitación alumbrada por una lámpara, sentada mirando hacia un punto fijo. Podía sentir las lagrimas caer. Sentía que moría, pero aun seguía respirando. Mi pecho subía y bajaba.


Analizando el porqué había llegado a este lugar. El vacio que sentía adentro me atormentaba y el no tener a alguien que me apoyara.

Esos recuerdos que atacaban por las noches y me hacían mierda en segundos, justo eso pasaba ahora.

Para nadie era suficiente.
Para mi mamá una inútil que nunca sabrá hacer bien las cosas.
Para mi papá, bueno a él solo le importa mi mamá.
Para mis "amigos", a ellos les doy igual.
Para la psicóloga, solo una paciente más.
Para mí misma... Yo no soy nada.

Llegaba un momento en el que para siempre quería estar fuera de la realidad, quería quedarme en mi mundo de fantasía donde todo era perfecto.

Estaba harta de todo esto, de la misma rutina de siempre. Harta de mis papás, de mis amigos, del instituto, de mi misma, de mi vida.

Esas ganas de no estar agradecida con lo que eres, esas ganas de no ser tú.
Porque ves a una chica hermosa y la poca autoestima que cargas se va a la mierda. Y en ese mismo instante quieres ser ella. Así de hermosa, así de perfecta toda ella y su vida.

O esas veces que te preguntas "¿Por qué me toco vivir esta vida?"

No soy mala, no le he hecho nada a nadie para que la vida me trate de esta manera.

Dios, yo no he hecho nada. Nada para que me castigues de esta manera... Y si en algún momento fue grave el desearme la muerte, entonces... perdón...

Me sentía patética, miserable, sola, digna de odiar... Como lo hacía conmigo.


Me levante sintiéndome débil, mis ojos empañados de lagrimas, cicatrices en mi piel, en mi corazón... En mi alma.
Estaba destrozada.

La puerta se abrió dejando entrar el reflejo de la luz de afuera. Jazmin apareció, cerró la puerta seguido de haber entrado.

– ¿Qué sientes ahora, Camila?–Pregunto.

–Estoy muerta por dentro y viva por fuera –Absorbí mi nariz y camine hacia ella. –A ti solo te interesa el dinero, a mí me interesa largarme de aquí lo más pronto posible –Musite.

–Entiendo en la parte donde dices que quieres largarte de aquí. El dinero para mí no lo vale, Camila–Dijo y avanzo un paso más a mí. –Créeme que puedes sorprenderte cuando encuentres a alguien que realmente te entiende.

Ella comenzó a levantar su falda azul marino que le quedaba dos dedos arriba de la rodilla.
La lámpara la alumbraba y podía ver cada uno de sus movimientos.

La miré sorprendida al ver que ella tenía cicatrices, pero eran menos y casi no se notaban.

–Una madre prostituta, un padre alcohólico y una hermana con leucemia. –Bajo su falda y me volvió a mirar. –Hay personas que lo único que desean es seguir viviendo, pero no pueden. Y hay otras, que desean la muerte... como tú.

Camine rápido hasta la puerta, giré la perilla, abrí y salí apresurando más mi paso.

No, ella no podía entender lo que me pasaba, no podía por más que fuera parecido.

{...}


Miradas de desprecio y amenaza hacia mí. Trataban de intimidarme, pero ya no más.

–Torpe –Dijo Greg acompañado de risas de los demás alrededor.

– ¿Crees que por golpearme te iba a tener miedo? –pregunto Holly y se acerco más a mí. – ¡Pues no, idiota! –Me empujo.

Estaba tratando de contralar la rabia que se me estaba acumulando.
¡Diablos! La golpearía de nuevo si no paraba.

–Fracasada de mierda –Dijo Greg con total asco al verme.

Listo, estaba lista para hablar.

–Maricon hijo de puta –Le dije.

Todos comenzaron a reír aun más, menos Holly y él. Quien ahora si me mataría por haber dicho eso.

– ¿Qué dijiste imbécil? –Se iba abalanzar sobre mí, pero unas manos lo detuvieron.

– ¡Suéltame Andy! –Le gritó soltándose de su agarre.

Trague duro.

–Eres una perra –Menciono Holly, alzo su mano lista para darme una bofetada, pero la detuve.

Avente su mano con fuerza, ella la volvió a levantar y esta vez si me dio una bofetada.

Estaba dispuesta a aventarme a ella y volverla a dejar como antes o mucho peor.
Estaba muerta de la rabia, quería matarla por maldita.

Pero los brazos de Andy me detuvieron.

–Solo dejen de molestarla –Les dijo en tono amenazante.

Me jalo hasta el pasillo donde se encontraban los baños.

– ¿Estás bien? –Pregunto.

– ¡Estaba a punto de matarla! –Dije.

–Con la mala suerte que cargas seguro te pillan y esta vez vas fuera, y no quiero que pase eso –Explico.

–Gracias –Dije en tono sarcástico por recordarme que cargaba mala suerte.

Iba a darme la vuelta para ir a mis clases, pero su voz me detuvo.

–Oye... –Me giré a verlo. –Solo no te molestes si hago esto.

Lleve mis manos a mi cuello dejando notar que me desesperaba.

Respire hondo y hablé:

–Algún día matare a todos o me mataré yo.

–Estás loca –Negó.

–No me dan una opción mejor –le dije. –Siempre piensan eso de mí. Y si, tal vez lo esté.

Me di la vuelta y continúe caminando.

Llegue hasta el salón de música.
Miré a mí alrededor, dándome cuenta que lo único que había eran instrumentos y mi presencia.

Me deje caer al piso. Puse mis manos sobre mi cara, había perdido la clase.

Recordé cuando vi a Luciano con Ashley, había terminado aun más decepcionada.

– ¿Qué te pasa? –Escuché preguntar a alguien.

Quite mis manos y alce mi vista. –Nada, solo estoy cansada –De mi vida. – ¿Qué haces aquí? –Pregunte.

–Iba para clases, pero te vi y decidí venir a ver si pasaba algo –Contesto.

–Juan, ¿te acuerdas cuando dijiste que me ayudarías? –Le pregunte recordando sus palabras.

–Lo siento –Dijo cabizbajo.

–Te lo dije –reí sin ánimo.

– ¿Sigues igual?

–Todo sigue igual –Apreté mis labios. –Pero no importa –Me levante, para quedar de frente con él.

–Creí que tus otros amigos ya lo estaban haciendo.

– ¿otros? –Fruncí el seño.

Asintió.

–No tengo amigos, Juan–Dije, salí del salón y ahora me dirigí a la salida para ir a casa.

Algunos de los alumnos ya salían, eran muy pocos, pues los demás aun tenían clases.

-!Camila¡–Gritaron.

Me giré a ver y recibí un balonazo en la cara.

Mi nariz comenzó a sangrar, los pocos chicos que se encontraban alrededor estaban riendo, pero alguien principal que moría a carcajadas, el culpable... Greg.


Vi a Luciano correr hacia mí.

–Hey, ¿estás bien? –pregunto estando ya cerca.


Me di la vuelta y seguí caminando, mi nariz dolía como mil demonios. No quería hablarle más a Luciano, era un idiota como todos.

Tᴜ ʙʀᴏᴍᴀ ᴀᴜ́ɴ ᴇs ᴅɪᴠᴇʀᴛɪᴅᴀ?(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora