"Estoy sobreviviendo y no sé como."
Narrador omnisciente:
No pudo hacerlo, no pudo suicidarse, ella simplemente no podía...
Odiaba el hecho de no tener el suficiente valor de poder hacerlo, ella quería irse lejos, lejos de aquí.
Una vez más cayó en cuenta de que era débil. No quería morir ahora, no quería acabar justo ahora con su vida. Ella solo quería acabar con ese dolor que sentía, ese dolor que ya no aguantaba más.
Su cuerpo sudaba, sus manos temblaban, sangre caía, su vista nublada... Ella creía que era su fin.
Pero no, no todo podía terminar así.
Andy quien la miraba detenidamente sin comprender aun lo que estaba pasando con ella. Él sentía la necesidad de ayudarla de alguna forma, pues él le había causado bastante daño.
Volteo a ver a Luciano quien se encontraba llorando en silencio, regreso su vista a ella y esta estaba perdida en el techo, sollozando sin aun soltar el cuchillo.
Se acercó a ella y se puso en cuclillas. Quito el cuchillo de su mano ensangrentada con cierto miedo.
Lo puso a un lado sobre el suelo sin despegar la vista de ella.
–Mírame –Pidió casi en susurró.
Volteo a verlo, sus ojos estaban empañados por las lágrimas. Él chico que la insultaba estaba enfrente, ese chico por el cual le gusta. No entendía como podía, es que era tan difícil para ella entenderlo, ¿Quién lo diría?
Se miraba tan preocupado, tan débil ante ella en este momento, a ella le daba ternura pero sentía cierto odio hacia él.
De repente Andy comenzó a soltar lágrimas que intentaba reprimir, pero le era imposible.
Ella rió por lo bajo, su risa era débil. No se imaginaba esto. ¿Andy llorando por la torpe?
La chica del instituto –No la única– que se moría por él, pero si la única de la cual se burlaban por eso.
Él la miro desconcentrado trato de entender porque reía; ¿Acaso estaba loca? Pensaba.
– ¿Por qué ríes? –Le preguntó.
No podía responder, pues le dolía cada centímetro de su cuerpo.
–La ambulancia está en camino –Se escucho la voz de Luciano, quien había llamado a los paramédicos por la sangre que la chica estaba perdiendo.
Andy entrelazo su mano con la de ella.
–Vas a estar bien –Prometió.
Pero para ella esas palabras eran pura basura, sabía que no lo estaría.
Minutos después se escuchaban las ambulancias, paramédicos llevando a la chica en una camilla, Camila cerró los ojos hasta quedar completamente inconsciente.
Todo estaba pasando tan rápido que en poco tiempo ya se encontraban en el hospital[...] Dormía plácidamente en la camilla conectada a varios aparatos.
Se encontraba soñando algo realmente lindo, pero claro, solo era un sueño.
La puerta de la habitación se abrió, entrando seguida su madre junto a su padre quienes lloraban y no entendían que pasaba.
La mamá de Camila se hundía en culpa. Ella sabía que su hija estaba mal, sin embargo lo dejo por un lado haciéndoselo fácil acudir a un psicólogo pensando que este ayudaría a su hija.
Se acercó a ella y no pudo evitar llorar aun más, pues a nadie le gustaría ver a su hija postrada en una camilla del hospital.
Por otro lado su padre, quien estaba parado un poco alejado, lloraba en silencio haciéndose el "fuerte" que claro por dentro se estaba derrumbando. Era su única hija, la amaba como a nada en este mundo, aunque no lo demostrara como buen padre, que claramente no lo era.
Andy estaba en la sala de espera junto a Luciano, quien solo se la pasaba tronándose los dedos. A ellos les afectaba tanto.
Luciano porque le dio la espalda cuando más la necesitaba, solo por el hecho de que le comenzaba a gustar y a sentirse patéticamente enamorado.
Andy, él era el principal y claro estaba que era por el daño que le había causado anteriormente.
Algunas personas no se daban cuenta del daño que le estaban causando, como sus padres y quienes la rodean. Ese era el problema.
Ella era una chica depresiva, suicida.
Lentamente abrió sus ojos, su vista tornada borrosa, solo parpadeo un par de veces para darse cuenta de quienes se encontraban ahí; sus padres.
Miro a su alrededor tomándose el tiempo para recordar que sucedió y el porqué estaba en una habitación a lo que parecía ser un hospital –Lo era–.
Cerró los ojos de nuevo, recordando que estaba haciendo. Los abrió una vez más entendiendo todo. Angustia comenzó a invadirla, tenía miedo de que sus padres ya supieran lo que había sucedido.
Intento moverse, pero su cuerpo le dolió que soltó un grito ahogado haciéndose notar.
–No te muevas –Se acercó su mamá.
–Iré por el doctor –Aviso su papá quien enseguida salió de ahí.
Su madre tenía su mano sobre la de ella, Camila solo quería alejarla, sentía algún concepto de odio, aunque no podía ser "odio" porque era su madre.
El doctor entro y la miró por unos segundos.
–Por favor salgan de la habitación –Ordenó a los padres.
Estos obedecieron y salieron de inmediato, no sin antes darle un beso a su hija en la frente como muestra de afecto y preocupación que sentían.
– ¿Cómo te encuentras? –Le pregunto, minutos después de encontrarse solos en la habitación.
Por su mente rápidamente paso que el doctor era un completo estúpido.
Por supuesto que no estaba bien, había perdido sangre y justo se encontraba débil, eso era obvio.
Camila solo lo observaba sin haber respondido su pregunta.
–Dos horas más y hacías las veinticuatro horas –rió por lo bajo. –Por un momento pensé que necesitarías donador de sangre, pero no fue así –Contó.
La chica asintió débilmente.
–Solo te quedarás un rato más, te revisaré y después de eso podrás irte a casa –Aviso.
*
Luciano, quien estaba sentado en la orilla de su cama estando en un debate con su cabeza sobre preguntarle algo a Camila.
Andy se fue después de acompañarlos hasta su casa, pues su madre le había llamado preocupada.
Sus padres se encontraban abajo, aun no habían hablado con ella, al menos estaban consientes de que no era el mejor momento.
– ¿Por qué lo volviste hacer? –Pregunto minutos después.
– ¿Por qué me dejaste sola? –Habló ella.
Buena pregunta, pensó Luciano.
Y si que la era, pues ella también quería saber que sucedía, suponía que le gustaba y al rato lo vio con otra.
Luciano suspiro, le diría que pasaba. Al menos era lo que debía saber después de todo.
–Por miedo –Confesó.
– ¿Miedo? –Guardó silencio. –Creó que esa impresión causo ahora.
–.... Me comenzaste a gustar –Su voz temblorosa comenzó. –No sabía qué hacer, tenía miedo de lo que pudiera pasar, ¿entiendes eso? Tú me comenzaste a gustar, eso era algo loco porque para ser sinceros, fue lo menos que espere. –Dijo.
–Claro, ¿Quién se enamoraría de mí? –rió sin ánimo. – ¿Entiendes eso? Soy una chica con cortes en las muñecas, soy horrible.... –Le dijo quebrantada.
–Yo lo hice –Musitó.
Soltó un suspiro y se hecho para atrás recargándose en la cabecera de su cama.
–Estoy cansada –Murmuró. –Cansada de ti, de él, de ellos y de todos...
Para la chica seguía siendo la misma mierda. Acaba de pasar por algo y no le sorprendía, aunque miedo tenía.
Ya no sabía ni lo que sentía, estaba jodida, emocionalmente como físicamente.
Sus padres discutían en el living, la madre de Camila le había contado lo que hace unos días había visto en los brazos de su hija.
– ¡Es tu culpa! –Le gritó con toda la rabia que sentía, estaba rojo, no se sabía si del coraje o de las ganas de tirarse a llorar.
– ¡También tuya! –Decía la madre en sollozos, que impedían que hablara bien. –No solo es mi hija, los dos tenemos la responsabilidad. –Agregó.
El señor llevo ambas manos a su cabeza, iba a explotar. Quería golpear a su esposa pero no podía sabiendo en el estado que estaba su hija.
–Te iras de la casa –Le dijo. –Vas a irte y solo volverás cuando tu hija este del todo bien –Le dijo amenazante.
Tal vez ahora no estaba pensando el señor lo que decía, amaba a su esposa, la amaba pero no era amor era obsesión.
Pero en este momento su hija lo necesitaba, necesitaba de ambos.
Pero el solo quería que ella se fuera, que se fuera porque para él la culpable era ella. Aunque en el fondo estuviera consciente de que el también tenía culpa.
–No puedes hacerme esto, es mi hija –Le dijo, con sus ojos bañados en lagrimas.
–Le debes las gracias, porque créeme, tú y tu amante ya estarían muertos.
*
– ¿Se irá? –Le preguntó asustada a su padre.
Ella esperaba una respuesta, no quería ver a sus padres separados. Sería una tortura para ella.
–Sí –Contesto.
Su madre le dirigió una última mirada a su hija, cogió su valija y acerco unos pasos a ella.
–Sera lo mejor –Murmuró su madre.
Tragó duro y dijo:
–Te extrañaré, mamá.
Pues no sería lo mejor tener a su madre alejada. No, para ella no.
Sí, podía odiarla y todo, pero era su madre.
Ella quería una madre como la de las novelas. Que entendiera a su hija, que le diera consejos, se preocupara por ella y le dijera lo hermosa que era, aunque no fuera cierto.
Agacho la cara, se iría. Tal vez solo así escucharía menos gritos retumbar las paredes, menos golpes.
Tal vez... tal vez solo así podría mejorar alguna parte de su infeliz vida...
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Tᴜ ʙʀᴏᴍᴀ ᴀᴜ́ɴ ᴇs ᴅɪᴠᴇʀᴛɪᴅᴀ?(Editando)
Teen Fiction¿Quieres llorar? Llora. ¿Quieres gritar? Grita. ¿Te cortaste? Bien, cada vez que mires tus marcas sabrás que fue una guerra perdida y no ganaste nada.