Jairo:
Mis ojos irritados se contrajeron una y otra vez, volví a pasar mi mano por su frente y como si fuera una broma del destino, no pasó nada mas, lo intenté por varios minutos mas y el resultado era el mismo... Tan concentrado estaba que no me di cuenta cuando Lucios llegó a mi lado.
—Los compañeros de grupo nos estamos yendo a ver a Louis, ¿vienes?—.
—Si, si. Vamos—mi turbación fue evidente y Lucios se dio cuenta pero no dijo nada, en ese momento me dirigi a Isaac—. Señor, me estoy yendo a ver a Louis, regreso mas tarde—le puse mi mano en el hombro.
—Si hijo, ve y dale el pésame a su familia de mi parte—Nos fuimos todos.
—Jairo, ¿puedo hablarte?—la voz de Ricardo me sacó de mis pensamientos.
—Si, ¿de que se trata?—lo mire de costado y me detuve, los demás se adelantaron.
—Yo mañana me voy a la capital por unos días y no se pero, siento algo extraño, como un presentimiento, yo quería decirte que—en este punto sus ojos adquirieron un brillo peculiar—. Que yo... No por favor, disculpame, es una tontería, yo no se porque... Disculpame—se fue dejándome a mitad de la calle.
Después de ir a dar el pésame a la familia y estar unas horas, regresamos a casa de Isaac para estar ahí.
El nuevo día llegó y con todo el dolor en mi pecho estaba ahí, estático, viendo impotente como la tierra poco a poco cubría el ataúd hasta sepultarlo completamente.
★★★★★
La tarde después del sepulcro pasó tan lenta, tan solitaria, hundida en la más absoluta tristeza, Jairo estaba mal y le dolía verlo así pero no tenia el valor suficiente para hablarle y tratar de estar a su lado ahora que más lo necesitaba... Ricardo pensaba en ello mientras esperaba impaciente en aquel lugar donde aquel hombre antes de la clausura lo citara. Pidió la tercera taza de café y estaba dispuesto a irse si después no aparecía nadie, los minutos pasaron lentos como no creía que fuera posible.
—¿Tu eres Ricardo?—la voz ronca a su espalda le hizo girarse y se encontró con un hombre alto, de piel blanca, cabeza rapada y con un gran número de tatuajes surcando la mitad de su cabeza.
—Si soy yo, adelante, toma asiento—el hombre se sentó frente a el.
—Y bueno. Dime ¿como estuvo el sepelio?—Ricardo hizo una mueca de desagrado.
—Tu. ¿como sabes que hubo un sepelio?—el hombre sonrió divertido y con un gesto indiferente contestó.
—Porque yo fui quien mando al infierno a esa zorra—la cara de Ricardo se contrajo en una mueca involuntaria de terror provocándole a ese hombre una sonrisa perversa—. Pero calma, no te pongas así, esto fue solo un pequeño regalo para Jairo—.
—¿Querías verme? Ya estoy aquí y no creo que para contarme tus hazañas—el tono indiferente desconcertó al hombre.
—Es Alfredo quien quiere verte. Vamos, yo te llevare hasta el—después de pagar la cuenta, salieron los dos de aquel lugar para entrar a una camioneta blanca que con el claroscuro de la noche y las luces incandescentes llamaba la atención.
En todo el tiempo que duró el recorrido Ricardo no dijo nada, su mente estaba tan concentrada en Jairo y en como lo vio sufrir al ver a Amáyr muerta, maldició mil veces a ese hombre por ser el causante de tan oscura desgracia y por condenarlo a saber aquel secreto que nunca podría revelar.
—Llegamos—sin decir mas o volver a verlo se bajó y lo siguió.
Entraron en aquel imperio de cristal donde por primera vez vio su verdadero rostro, su mente revivió una vez mas todos sus recuerdos y concluyó que conocer a aquél hombre se volvió una maldicion.
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Imperio De Sombras: El Origen De La Oscuridad. (En Edición)
Science FictionHace millones de Eones existió una raza de seres supremos, su origen nunca fue revelado, sin embargo, se cree que llegaron de la estrella del norte... Su llegada aquel mundo y la guerra entre ellos por el dominio de los inmortales fue sólo el comien...