15-Pesadilla.

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La oscuridad de su consciencia se iluminó y Mario fue capaz de recordar, por un instante, su cuerpo convertido en un montón de pelos, garras y colmillos. Un dolor en la garganta lo sumió en la oscuridad mientras un liquido caliente lo bañaba, lo que vió después, fue un lugar frío con una oscuridad tan dispersa como la neblina, donde vagaba perdido sobre un suelo pedregoso y duro que le lastimaban los pies destrozados por una caminata de varios días.

A lo lejos sobre lo que parecían ser dos grandes montañas unidas por un valle a los pies de ambas, se levantaba un espacio parcialmente iluminado por un astro que no se alcanzaba apreciar, emitía una leve luz rojiza a la que se le interponía una forma difusa de unas ramas secas donde revoloteaban batiendo en el aire sus gigantescas alas unos animales enormes de cuellos grandes.

Apenas dió unos paso y los recuerdos de su vida volvían a su mente en ese maldito lugar del que quería escapar, dolorosos momentos en los que deseó mil veces estar muerto lo traspasaron tan fríamente que cayó de rodillas contra el suelo, quiso escapar de aquel mundo lleno de maldad dispuesto a perderse en la muerte y ahora que ya estaba donde quería, lo pensó otra vez y no quiso aceptarlo.

Pensó que solo habría oscuridad y su consciencia desaparecería, pero no, ese lugar era algo mucho peor... De pronto, se encontró con una luz morada que lo envolvía en algo tan cálido que no podía reconocer.

Abrió sus ojos de golpe y sintió el peso de su cuerpo concentrado en su espalda. Estaba tendido sobre el suelo con varias miradas puestas en el sin poder decir una palabra.

Su mirada vagaba perdida en el techo, alzó sus manos y las interpuso en su visión para poder inspeccionarlas, era real, sus pies no estaban descalzos emanando sangre y la cara de terror de aquellos le decían que era real, estaba vivo.

Su mente se revolvió en un bucle de recuerdos incoherentes sin poder diferenciar aquellas sensaciones contrarias, a pesar de que la realidad le gritara que no se equivocaba, se sentía como si fuera a despertar y volviera aquel lugar oscuro, ¿que estaba pasando?, se volvió un momento a mirar al dueño de aquella respiración cansada que invadía sus oídos.

Ver aquel chaval de rodillas frente a su cuerpo, con los ojos morados retrocediendo a un color verde al tiempo que un símbolo peculiar perdía brillo y se borraba de su frente, le devolvía todo a la realidad. Ahora no tenia dudas, si el estaba tras de todo eso, era real, tenia que serlo.

Con el habían logrado lo que les era imposible, les había mostrado la verdad de lo que están hechos, el era el cetro que los iluminaba con su luz morada, era quien podría terminar con su existencia y también, quien podría iluminarlos en ese lugar oscuro llamado muerte, sus dudas desaparecieron por completo:

Acaso, el dios del que sus padres y el cura de su iglesia le hablaban desde niño, ¿había renacido en esta persona que tenia enfrente?, sea como fuese, era su salvador, resignado a vagar en la muerte, de pronto, aquel, le daba otra oportunidad de vivir, una oportunidad que esta vez trataría de aprovechar al máximo, había comprobado que la muerte por dolor, resignación y cobardía era la peor de todas.

Poco a poco se levantó del suelo para luego tenderle la mano aquel que de ahora en adelante sería su razón de estar vivo y por el que, de llegarse el día, moriría.

-Gracias-le recibió la mano y se paró, con un gran esfuerzo.

-No hay porque... Solo... No lo vuelvas hacer... Porque... No habrá una próxima oportunidad-le contestó jadeante Maximiliano.

-¡Por que no dijiste que podías hacer esto!-Ángel estaba molesto.

-Verás... Porque el objetivo era sobrevivir... Por cierto... Felicidades, lograron pasar la prueba-.

Imperio De Sombras: El Origen De La Oscuridad. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora