Epílogo

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Objetos de oro y plata colgaban de los techos, coronas y cruces, cuadros y lienzos de colores revestidos en las paredes que a esas alturas alcanzaban un clima de perfecta compostura.

Sobre el piso de mármol recubierto con decoraciones plateadas se encontraba un millar de bancas de madera de cedro recubiertas de terciopelo, sobre las cuales cientos de creyentes escuchaban llenos de armonía aquel discurso envuelto en plegarias para rogar por el mundo y la creciente violencia.

Personas de todas las clases sociales escuchaban llenas de fe aquel discurso religioso impartido por un hombre voluminoso de cabello blanco, vestido con una sotana negra y un Cetro de Oro en la mano izquierda donde la punta terminaba en una cruz y justo en el vértice central una piedra circular cristalina de color negro resplandecía en un brillo diamantado.

Su voz grave chocaba contra las paredes creando ecos que se extendían por toda la sala y haciendo de la misa un acto de profundos sentimientos en los corazones de tantos fieles.

La catedral “ Santa Maria Dolorosa ” ocupaba un vasto espacio situado entre el corredor turístico mas importante del estado, sus jardines dotados de un gran espacio contrastaban con la fachada correspondiente a la época colonial.

Junto a ella, concurrida y llena de extranjeros se encontraba la avenida mas grande de toda la ciudad. El semáforo cambió a verde y varias personas de distintas nacionalidades cruzaron la calle hablando en lenguaje diferentes y a la vez similar a los oídos de los capitalinos.

El semáforo volvió al rojo y el torrente humano se detuvo para dar paso a un autobús turístico de dos pisos desde donde sus ocupantes disparaban sus cámaras entre las fachadas de los edificios cuando de pronto, pasaron varias cosas a la vez: el autobús se desvío drásticamente a la derecha en zigzag provocando que varios de sus ocupantes estuvieran a punto de caer mientras las personas que esperaban su turno de cruzar la avenida se llevaban las manos a la boca en señal de sorpresa mientras un movimiento repentino de la corteza terrestre sacudía el equilibrio de varias personas, que asustadas, habían caído. El autobús se detuvo en seco mientras unos intentaban guardar la compostura y otros desesperados huían hacia un lugar seguro. Los cientos de personas dentro de la antigua catedral salían despavoridos sin que la voz profunda del gran obispo pudiera restablecer el orden. Las grandes construcciones alrededor se movían como si fueran a caerse y justo cuando creían que lo peor estaba por venir, entonces, la fuerte sacudida del suelo paró sin previo aviso ante el asombro de los que se encontraba en el pavimento mientras otros tantos los pisaban en un acto de terror al ver como a lo lejos dos hongos de humo y fuego se levantaban consecutivamente por sobre los edificios en el horizonte.

En un acto reflejo los fieles se llevaron la mano al pecho mientras el obispo se santiguaba lleno de terror e intentaba decir algo que los calmase a todos pero incluso sus palabras se habían despedazado al encontrarse con un nudo en su garganta que oprimía su pecho.

Lo que vino después fue algo por demás perturbante y todos contemplaron como una esfera de luz cubría la capital entera para después ser tragada por un manto de oscuridad comparable a una noche sin luna.

Todas las respiraciones se callaron para dar paso a un silencio desolador que se prolongó por varios segundos, después, las voces temblorosas emergieron llenas de pánico en busca de la voz que los calmara pero era inútil: el obispo ya no estaba junto a ellos, los había abandonado.

El interior  de la catedral se había llenado de oscuridad, pero a diferencia del exterior, las paredes y lienzos se veían débilmente iluminados por una luz violeta que emanaba del Cetro de Oro en la mano del pontífice que a través del ventanal veía estático aquel circulo de oscuridad en el cielo mientras con su mano izquierda se arañaba la sotana con desesperación hasta lograr rasgarla.

Imperio De Sombras: El Origen De La Oscuridad. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora