El cuerpo de Jairo se desplomó en la inconsciencia y Renz lo miró un momento, después se acercó y buscó el pulso en su cuello.
—¡Llevénselo a la bodega!—dijo después de cerciorarse que aún estaba vivo.
—¡Alto ahí que quiero verlo!—la voz invadió la habitación y en seguida una puerta se abrió dando paso a cuatro personas vestidas de negro, con pasamontañas cubriendo su rostro.
Tres de ellos se detuvieron junto a los dos hombres que acompañaban a Renz y el de adelante llego hasta el cuerpo inconsciente de Jairo, sus compañeros a su espalda lo vieron quitarse el pasamontañas al tiempo que se arrodillaba y con su mano izquierda pasaba los dedos por la mejilla del chico, después, volvió a cubrirse la cara y se volvió hacia Renz.
—Suminístrale el antídoto después de regresarlo a su casa—.
—Pero...—lo interrumpió Renz.
—Tengo órdenes de devolverlo, es peligroso quedarse con el o de lo contrario su padre podría intervenir y echar por tierra nuestros planes—Renz asintió y se dirigió a los hombres a su espalda.
—Ya escucharon—los hombres rápidamente llegaron a tomar el cuerpo inconsciente de Jairo y llevárselo.
—¿Que hacemos con éstos dos?—le interrogó uno de los hombres refiriéndose al cuerpo del chico de piel oscura dentro de la bolsa negra y al cadáver lleno de sangre que estaba en el suelo.
—Ocupense de dejarlos en un lugar donde puedan ser encontrados fácilmente—.
—Si señor—los otros hombres sacaron los cadáveres de la habitación y solo una gran mancha de sangre quedó en el piso.
—Y bueno—comenzó Renz—. ¿Cuales son las órdenes?—.
—Las mismas de siempre, solo observar—al decir esto, el hombre salió de la habitación y Renz lo miró irse mientras maldecía en silencio: le habían quitado a Jairo de las manos pero muy pronto lo tendría y ésta vez estaba decidido a no dejarlo ir.
★★★★★
La noche transcurrió con incesante calma en toda la ciudad, el ruido por una hora dejo un silencio sepulcral, la calma casi era perfecta hasta que la madrugada llegó, tan rápido que no dio tiempo de descansar.
Helicópteros, patrullas, camiones de carga, el ruido de las botas militares:un perfecto caos inició con el operativo montado por todos los cuerpos de seguridad, la capital entera se llenó por una cantidad sin comparación de uniformados.
Militares, marinos, policías: municipal, estatal, federal, de caminos, agentes de protección civil, tránsitos y agentes del cuerpo de bomberos; todos unidos y disgregados por las principales carreteras, avenidas, terminal de autobuses, aeropuertos, edificios de gobierno y sobre todo en el centro histórico.
Montaron retenes y revisión de documentos. El caos no se hizo esperar en todas las avenidas y carreteras congestionadas por un desbordante numero de personas que desencadenó un tumulto de gritos furiosos e insultos de todo tipo frente a una masa de automóviles que se movía a vuelta de rueda por minuto.
El amanecer llegó y todos los medios de comunicación se saturaron con aquella noticia.
—¡Me puedes decir que demonios está pasando!—Thomas estaba molesto, sus ojos se encontraron con los del general Santiago—. ¡Despierto y lo primero que me encuentro en las noticias es que nuestra ciudad de llenó en la madrugada por cientos de uniformados y yo soy el ultimo en enterarse!—.
—Lo siento señor pero no es a mi a quien tiene que pedirle cuentas—la voz neutral de Santiago molestó al secretario de defensa—. La orden fue dada por el gobernador debido a los últimos ataques a la ciudad, especialmente el que se dio en Laboratorios Biomaximus—.
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Imperio De Sombras: El Origen De La Oscuridad. (En Edición)
Ciencia FicciónHace millones de Eones existió una raza de seres supremos, su origen nunca fue revelado, sin embargo, se cree que llegaron de la estrella del norte... Su llegada aquel mundo y la guerra entre ellos por el dominio de los inmortales fue sólo el comien...