𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐀𝐌𝐄 | 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨 #𝟏 𝐒𝐞𝐫𝐢𝐞: 𝐁𝐄𝐆𝐈𝐍 𝐀𝐆𝐀𝐈𝐍.
SIN EDITAR.
« Y es que este es un juego con fecha de expiración. Un juego en donde el tira y afloja toman el papel fundamental, en donde ninguno de los dos está dispuesto a r...
'La primera vez de muchas en las que te sacaría de quicio...'
Miércoles 27, Abril. Nueva York, Estados Unidos.
Aguanto la respiración por un momento, sin saber qué hacer. La resolución me golpea con fuerza, ¿qué demonios acaba de pasar?...
Estoy tan confundida pero cuando miro una vez más los ojos de Justin, me siento eufórica. No hay ningún atisbo de arrepentimiento en su mirada. Un nudo se planta en la boca de mi estómago y comienzo a alejar mis brazos de su cuello con lentitud.
Carraspeo intentando que tome un par de pasos hacia atrás mientras respiro en el vano intento de calmar mi respiración, sin embargo él no parece dispuesto a dejarme ir.
Parece seguro y confiado de sí mismo, incluso me atrevo a decir que la pequeña sonrisa que se desliza por su rostro no es más que de pura y cruda satisfacción.
Trago con fuerza alejando mi mirada de la suya, dándome cuenta que las puertas del ascensor están abiertas esperando a que lo abandonemos.
Abro mi boca para decir algo, pero lo pienso mejor y la cierro. Suspiro, aún sin confiar en que mi voz no salga temblorosa, y hablo.
-Debemos bajar -digo en un tono tan bajo que temo que no me haya oído.
Sin embargo en el silencio en el cual estamos sumidos, es imposible que no lo hiciera. Y me lo hace saber cuando asiente y toma unos pasos lentamente, como si fuera una tortura.
Suelta un poco su corbata y desabrocha un par de botones de su camisa, logrando llamar mi atención por completo. Ignoro la razón por la que lo hace, mas pareciera que está más que feliz con mi reacción.
Sus manos se dirigen a su pelo algo alborotado, e intenta arreglarlo con calma, tomándose su tiempo. Las hebras desordenadas rápidamente toman su lugar y no puedo evitar sentirme decepcionada, se veía mucho mejor despeinado.
Su mirada no ha abandonado la mía en ningún momento, poniéndome los nervios de punta.
Estira su brazo derecho en un ademán a las afueras del elevador, y dice tranquilamente-: Después de usted.
No me pasa desapercibido que sigue hablándome de «usted», mucho menos que parece tan calmado y tranquilo, completamente distinto a cómo se comportaba minutos antes.
Cuando me encuentro fuera del lugar sofocante y pequeño que era ese elevador, mi vista se dirige a lo que tengo en frente.
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