CAPITULO XLV.

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« I, I did it all

I, I did it all

I owned every second that this world could give

I saw so many places, the things that I did

With every broken bone, I swear I lived »

-I Lived, One Republic.



'El día en que decidí dejar de pensar en todos y centrarme en mí por un momento'





Viernes 19, Mayo.
Nueva York, Estados Unidos.



Comenzamos a mirarnos fijamente mientras empezábamos a arrojar las bolas de ping pong con la finalidad de que alguna fuera insertada dentro de los vasos. Luego de dos intentos fallidos de mi parte y uno de Max, él fue quien partió.

Por supuesto que a él no le costó para nada volver a acertar en su tiro, así que entre gruñidos y gritos de apoyo, terminé bebiéndome el contenido de éste al seco, con el propósito de patearle el trasero. No era la primera vez que bebía cerveza, por lo que no tuve ningún problema en pasarla e ignorar el extraño sabor que invadió mi paladar.

Arrojo la pelota en cuanto es mi turno, y me deleito al ver cómo ella cae dentro de uno de los vasos plásticos. Max no parece preocupado, y dándome una mirada de soslayo, no duda en beber el alcohol con rapidez, provocando que su nuez de Adán suba y baje casi elegantemente, de una manera completamente hipnotizante. Deja caer el vaso con una sonrisa lobuna mientras sus ojos gatunos resplandecen en el brillo de la noche, una emoción desconocida se apodera de su rostro y tira la bola en cuestión de segundos, lástima que terminó cayendo a mi lado.

Reprimiendo una carcajada burlona al verlo maldecir, copio sus movimientos, sólo que esta vez lo he logrado. Casi con enfado, bebe el contenido después de soltar un par de maldiciones, sin embargo al verlo sonreír una vez más, me deja saber que no está enojado.


El juego sigue su marcha hasta que quedan cinco vasos de su lado, y lamentablemente, uno del mío. Ya habíamos hecho el ordenamiento para nuestra conveniencia, pero de alguna manera él se las manejó para darle a los nueve que ya me había bebido. El alcohol se me estaba subiendo, y aún me quedaban algunos por vaciar.

Aguantando un gruñido de fastidio, tiro la bola rezando porque ésta caiga dentro de uno, y casi doy saltos de emoción al ver que le he dado. Me regala una mirada desinteresada, sabiendo que ha ganado la partida. Lleva el vaso a sus labios y se bebe el contenido con rapidez para seguir jugando.

«Uno menos, quedan cuatro. Suerte con la borrachera, Alex»

Y como era imposible que él perdiera este turno, se demoró una milésima de segundos en que su maldita pelota fuera insertada dentro del maldito vaso que me tocaría beber, junto a los restantes de Max. Suelto un bufido al escuchar a todos los borrachos a nuestro alrededor felicitar al dueño de la casa.

- Creo que haz perdido, bebé -lame sus labios con su típica sonrisa, quitando el sabor restante de la cerveza en ellos.

- ¿Y recién lo notas? -gruño sin poder evitarlo, ignorando su apodo.

¿Qué?, odiaba perder con toda mi vida. Era totalmente competitiva, y perder en algo como esto me hacía enfadar.

Levanta sus manos en rendición sin eliminar la sonrisa satisfecha de su rostro. Seguidamente, con ambas agarra dos de los cuatro restantes. Me los ofrece, y se los quito de mala manera antes de darle un largo trago a uno de ellos, siendo consciente que el alcohol se me subiría más rápido de lo que debería, sin embargo ya no importaba porque mañana despertaría con la resaca del año aún así no quisiera.


THE GAME © {#1 Begin Again Series}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora