Capítulo 3

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Miro a Kidman atentamente, pensando en sus palabras ¿quiere conocerme mejor? Eso lo diría un pedófilo...

–¿Tienes algo para pintar? –pregunta.

Le señalo el escritorio que hay en un rincón de la habitación y el coge una libreta y pinturas.

Vuelve a sentarse a mi lado y empieza a dibujar. ¿Qué pretende?

–Háblame sobre tu forma de clasificar los días.

Su petición me desconcierta, es el primero que, en vez de preguntar porqué, pregunta como... Aunque eso no evita que sea un chulo prepotente.

–Es muy sencillo, dependiendo de lo que vaya pasando a lo largo del día van subiendo o bajando puntos,– le explico– por ejemplo, hoy me dejó mi novia, entré a un Club de apoyo para raros y estoy contigo... Eso es un día dos.

Kidman se ríe por mi comentario pero yo no le veo la gracia, quizá se haya golpeado la cabeza y tenga algún cable cruzado... Sigue dibujando pero no me permite ver que es.

–¿Y este no sería un día "uno"?

–¡Pues claro que no! –digo molesto –el número uno está reservado para días realmente malos, solo he vivido dos días con esta puntuación...

–¿Cuáles?

Siento que Kidman me está haciendo hablar en contra de mi voluntad pero, de algún modo, contarle esto a alguien que casi no conozco me hace sentir mejor.

–El primero fue cuando mi padre se marchó, yo solo tenía 6 años... Mamá lloró mucho, algún día le haré pagar a ese capullo por todo lo que le hizo pasar... –Noto como la rabia se apodera de mi, pensar en ese hombre siempre me hace enfadar.

–¿Y el segundo día?

Kidman sigue insistiendo, cualquier otra persona con una pizca de sentido común hubiese parado ya de preguntar, pero él no parece dispuesto a hacerlo.

–La muerte de mi abuelo –se me quiebra la voz pero me obligo a seguir hablando –a él no le importaba mi problema con los números, de echo, fue él quien me enseñó a poner notas.
No se lo reprocho, su obsesión por los números es lo único que heredé de el, no me queda más familia por parte de madre, así que estamos ella y yo solos...

–Crista es una mujer muy fuerte.

Me sorprende que llame a mi madre por su nombre de pila pero aún así asiento para darle la razón, mamá es en quien me apoyo siempre que caigo, le debo mucho.

Mi evaluador de coleta negra no hace mas preguntas, sigue inmerso en su dibujo y, varios minutos después, gira la libreta y me lo enseña.

Se me abre la boca del asombro, nos ha pintado a mi madre y a mi, a un hombre de espaldas que, seguramente sea mi padre y a un señor que, a pesar de no parecerse a mi abuelo, tiene la misma expresión que él solía mostrar.

–Yo... Es, es muy bonito.

–¿Qué nota le pones?

–Un nueve.

–¿Por qué no un diez? ¿No soy bueno?

Me sonríe, tengo que admitir que me encanta lo que ha dibujado, pero no puede llegar a un diez, no ha habido nunca nada que llegase a esa nota, salvo quizá...

• • •

–¡Estoy en casa, cielo!

El grito de mi madre llega desde la entrada. Estoy con Kidman, comiendo unos bocadillos que él tuvo que preparar, mi madre no sabe ni freír un huevo por lo que nunca me enseñó nada referente a la cocina.

–Qué tal lo pasasteis hoy? ¿Se portó bien Arlen?

El pelinegro asiente y explica, un poco por encima, como hemos pasado la tarde, me ha molestado que mamá me tratase como a un niño, pero supongo que ya me voy acostumbrando.

–Hablemos de chicas, –le dice a mi madre –¿Ha tenido alguna novia su hijo, Crista?

La insolencia de Kidman me enfada pero mamá solo sonríe, a decir verdad no creo que el sea el más indicado para hablar; es decir, tiene el pelo bastante largo.

¿A qué chica le gustaría eso?

–Arlen ha tenido muchos noviazgos –explica mi madre –pero ninguno terminó especialmente bien. Suele clasificar a las chicas del uno al diez y ellas siempre se enfadan...

–¡Mamá, por Dios!

Kidman y ella ríen, dudo que a este chico le paguen por burlarse de sus pacientes...

Aunque ni siquiera sé si le pagan.

–Me voy a dar un paseo.

Cojo un abrigo, las llaves de casa, el móvil y salgo a la calle, escuchando aún las risas de mi madre y el pelinegro.

Camino despacio hasta un banco viejo en el que siempre me siento, me acomodo y hago lo de siempre para calmarme:

Puntuar.

La ropa de esa mujer, un cuatro. El peinado de ese niño, un siete. El nombre de ese dálmata, un cinco...

–No te vas a librar de mí, así que no huyas.

No me giro, esa voz con tono prepotente solo puede pertenecer al idiota de Kidman...

–¿Me estás ignorando? Se lo diré a Crista...

Sigo puntuando, a el le daría un ocho en insistencia...

–Tengo galletas.

¿Acaso cree que puede comprar el orgullo de un chico de diecisiete años con unas galletas?

–Son de chocolate.

Me giro rápidamente y el ríe pero no dice nada, me pasa una de las galletas, estoy seguro de que mamá le dijo cual era mi punto débil...

–¿Les hacías exámenes a tus novias para puntuarlas?

Niego con la cabeza mientras cojo otra de las galletas, no le voy a contar nada más.

–¿Alguna vez has dicho «te quiero»?

Me río, Kidman me mira extrañado y no le culpo por ello, no soy normal, al menos desde el punto de vista de la sociedad.

–La verdad es que todas mis relaciones terminaron en cuanto la chica dijo que me quería.

–¡¿Qué?! ¿Por qué?

–Porque las muy estúpidas solo decían «Te quiero» y, cuando les preguntaba cuánto la mayoría me respondía que «mucho». ¿No te parecen estúpidas?

–No, –me corrige– lo normal es no tener un número para todo.

–Ya te he dicho que no soy normal, si quieres que lo sea, puedes irte. Si me adapto a la sociedad pasaré como uno más y nadie recordará mi nombre.

Antes de que el pelinegro conteste cojo las galletas que quedan y me voy corriendo, que vergüenza, no quería ponerme en plan filósofo.

• • •

Llego a casa cansado; dos besos a mi madre y subo a mi habitación. Una ducha rápida que acaba extendiéndose a 20 minutos.

En verdad estoy cansado. Hoy ha sido un día largo y mañana... Afrontar las burlas de mis compañeros.

Solo espero que no se pasen mucho esta vez.

Notita🎈:

¿Qué pensáis del "talento oculto" de Kidman (la pintura)?

¿Y de los días "uno" de Arlen?

¿A vosotros os gustan las galletas de chocolate?

Perdón por las faltas de ortografía, si me las indicáis me ayudáis a mejorar mi forma de escribir.

Muchas gracias por leer, se aceptan estrellas y comentarios, aunque sean críticas... Pero no se pasen.

Besitos.

(Si, soy consciente de que tengo que cambiar de saludo)

¿Cuánto me quieres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora