–¿Tu amigo Adrián? –pregunta mi evaluador– ¿Quién es ese?
–Es un amigo del instituto –le digo–. Últimamente actúa raro y... No se, tengo miedo de haberle hecho algo que le molestase.
–Vale... Dime todo lo que haya pasado.
Le explico a Kidman mis últimos encuentros con Adrián, evito decirle lo que escuché en su casa diciendo, solamente, que estaba acompañado por otro hombre.
El pelinegro me mira, en apariencia atento, y no interrumpe ni un solo momento. Cuando termino de narrar lo que ha pasado fijo mi vista en el y espero una reacción.
–Es obvio lo que pasa –dice serio–, pero no me corresponde a mi contarlo.
–¿Por qué no? –protesto indignado.
–Porque entonces, este sería el día uno de tu amigo, ¿acaso quieres eso?
Espero que se ría de mi, que me mire con suficiencia y admita que es una broma; pero no lo hace. Kidman me mira serio y yo no sé qué pensar.
¿Puede ser que Adrián no confíe en mi? No, eso es imposible, siempre me cuenta todo lo que le pasa... Pero tampoco es que le suela ocurrir nada que se deba mantener en secreto.
Me siento mareado, camino lentamente hacia el sofá y me derrumbó ahí. No entiendo que me pasa, pero me siento incapaz de ponerme en pie.
–¿Estás bien, pelirrojo?
–Si –murmuro– solo un poco mareado, ¿me traes una aspirina?
Mi evaluador asiente y se aleja en dirección a la cocina. Se está comportando muy amable y, de algún modo, eso no hace más que aumentar mi inseguridad.
–¡Ya tengo la aspirina! –grita mientras se acerca, con un vaso en la mano– Pero te la doy yo.
No protesto, ahora ni siquiera me veo con fuerzas para eso. Solo quiero irme a la cama y fingir que nada a pasado.
Kidman acerca la pastilla a mi boca y yo la abro. Me pasa el vaso de agua y me trago el medicamento.
Pasamos unos minutos en silencio hasta que siento como me da vueltas la cabeza, aunque ya no me duela.
–Oh, había olvidado que las aspirinas me marean.
Kidman me mira extrañado y, a pesar de no haberme dado cuenta antes, me fijo en que no lleva el pelo recogido; si no que se lo ha soltado y le cae casi por encima del hombro. Le queda bien.
Acerco mi mano a su cara y aparto los mechones de pelo que la cubren. Ver sus ojos me obliga a seguir, acerco mi boca a sus labios y empiezo el beso.
Mi evaluador tarda apenas medio segundo en responder. Mueve su lengua alrededor de la mía y yo solo me dejo llevar.
Noto que intensifica el beso y mis mejillas se tornan más cálidas. Seguro que mi sonrojo se nota como un ocho.
Me acerca más a el, rodeando mis caderas con sus brazos y yo me sumerjo en el beso...
• • •
Abro los ojos, mareado. Estoy tumbado en la cama con un pijama puesto pero no recuerdo como he llegado hasta aquí.
Me giro y, tumbado a mi lado, está Kidman.
–¿Qué mierda?
–Hola Arlen –responde sonriendo–, ya sabía que besaba bien, pero no hacía falta que te desmayases.
Ríe y yo oculto mi cara en la almohada, siento una vergüenza de siete y medio. Maldito evaluador.
–¿Qué hora es?
–Temprano –responde el mirando su reloj– las ocho...
–¡Oh no! ¡Las clases empezarán pronto! ¡Voy a llegar tarde!
Kidman ríe y yo me planteo el que me haya vuelto a gastar una de sus bromas de mal gusto, esta vez no le voy a perdonar.
–Son las ocho de la tarde –explica con una sonrisa–, te desmayaste por mi beso o por la fiebre, no lo sé; el caso es que te subí, te cambié de ropa y me dormí a tu lado. Ahora déjame seguir durmiendo o termina con lo que empezaste antes de caer rendido.
Le fulmino con la mirada y me giro hacia el lado contrario. Al hacerlo, noto como el calzoncillo me roza la piel y eso me molesta.
Un momento, solo tengo un par de calzoncillos que me rocen, los cuales tienen un tres, y por eso nunca me los he vuelto a poner...
–¡Me cambiaste la ropa interior! –grito girándome– ¡Eres un maldito degenerado!
El pelinegro se ríe y yo me voy corriendo de mi habitación. No tengo palabras para este chico, ni siquiera sé cómo evaluar su comportamiento; en un momento me cuida y al siguiente se aprovecha de mi.
Una vez en el piso inferior me siento en el sofá y cojo mi teléfono, el cual se había quedado aquí cuando me desmayé.
Tengo un mensaje de Adrián, lo que hace que me sienta mejor.
Adrián: Claro, nos vemos donde siempre.
Su respuesta no es tan entusiasmada como las que solía darme, pero es suficiente para saber que todavía tengo una oportunidad para disculparme con el... Y preguntarle acerca de su vida amorosa.
• • •
–Tienes que tomarla. Prometo no volver a hacer nada raro.
Niego con la cabeza y me aparto de mi evaluador, a pesar de que me haya vuelto a subir la fiebre me niego a tomar una aspirina.
Suena el timbre de casa y Kidman se apresura a abrir. Aunque no puedo ver de quién se trata, conozco las voces.
Los gritos de Luca son inconfundibles, y Marcos suele estar junto a el, así que también debe estar aquí.
–Hola –dice el más bajo– vuelves a tener el cuello de la camisa mal colocado –esto lo dice sonríendo y, a pesar de que sea improbable, creo que le empiezo a caer bien a Marco.
–¿Qué hacéis aquí? –pregunto mientras coloco mi ropa distraídamente.
–Tu novio nos llamó –explica el de los ojos azules–. Además, hoy no ha habido Club de apoyo y estaba aburrido en mi casa.
–¿Por qué les llamaste? –le pregunto al pelinegro, ignorando que Luca le ha llamado «mi novio».
–Para que tomes la medicina –me susurra–. Prometo no hacer nada malo con estos dos en casa.
Trago saliva y me alejo un poco de el, pero ya he visto su sonrisa lasciva y dudo que haya marcha atrás en lo que sea que acaba de empezar.
Nota bebés💚:
Por fin vuelvo, perdón por no subir antes, tengo muchos trabajos pendientes y, por desgracia, puede que tarde otra semana en subir capítulo.
Bien, ¿conocéis a alguien al que le pase esto con los medicamentos?
A mi me pasa, aunque nunca me he desmayado.
Otra vez están los cuatro en casa de Arlen... ¿qué pasará?
¿Y con Adrián? Él está siendo muy misterioso.
Perdón por las faltas de ortografía, esta vez no he revisado siquiera el capítulo así que os agradecería de que me informaseis de las faltas porque hasta que tenga algo de tiempo no lo haré por mi misma.
Y muchas gracias por leer, por cierto, os voy a llamar locuelos, ¿puedo?
Y ahora, para conocernos mejor:
Mi película favorita actualmente (pues cambia dependiendo de la época) es: La chica Danesa.
Es una película preciosa que me recomendó mi mejor amiga y que os aseguro que (si os gustan la de amor y superación) os encantará ver.
¿Cuál es la vuestra?
Nos leemos pronto💚.
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¿Cuánto me quieres?
Teen FictionArlen, a sus diecisiete años, cree que todo en su vida es perfecto y está bien, eso es gracias a los números. Exacto, las cifras siempre le han ayudado... si no hablamos del amor, claro está. Él piensa que, como todo en su vida, puedes querer a alg...