No puedo evitar sonrojarme de ocho con siete ante el comentario de mí evaluador pero, gracias a la oscuridad, no me ve la cara.
Le hago una señal al pelinegro para que espere y me meto en mi saco. Uno a uno, mis compañeros se quedan dormidos. Cuando creo que no queda ninguno despierto me paso al lado de Kidman.
–¿A-arlen? –dice extrañado– Creía que no ibas a venir.
–Pues he venido –le espeto–, y tengo frío... ¿Me abrazas?
No sé porqué mierda estoy diciendo esto pero el pelinegro pasa sus brazos alrededor de mi cuerpo rápidamente, ya no me puedo echar atrás.
–¿Me darías un beso? –pregunta con voz acaramelada, aprovechando la situación.
Una vibración proveniente de su bolsillo me libra de contestar. Mi evaluador bufa pero, aún así, mira quien le llama. Tras disculparse, sale de la tienda al mismo tiempo que habla por teléfono.
No es que me moleste que nos hayan interrumpido... Pero me gustaría saber quién está al otro lado de la línea y qué lo hace tan importante para que el pelinegro se detenga.
Pienso en escribirle a mi madre pero no quiero ser un pesado del siete así que me aguanto las ganas.
Me muevo en el saco, buscando una postura cómoda, y choco con una libreta que estaba en el lado de Kidman.
La curiosidad de nueve con siete me puede así que abro la primera hoja y me sorprendo. Se puede leer en letra grande:
«Libreta 67, diecisiete años.»
Paso página. Aunque no haya visto este dibujo antes sé quién lo ha dibujado... Este es el trazo del pelinegro.
Ha dibujado a un chico bastante joven, se parece a el, aunque con el pelo corto. A su lado, dos chicas, ambas morenas y sonrientes.
Identifico a la primera como Aremi, le queda mejor el pelo oscuro y, la segunda, es muy parecida... Pero no sabía que Kidman tuviese otra hermana.
Vuelvo a pasar página y una hoja suelta cae sobre el saco de dormir. Dejo el cuaderno de nuevo donde estaba y cojo el folio.
En el hay un dibujo mucho más actual que los que estaban en la libreta. ¿Por qué lo sé? Porque me ha dibujado a mi.
Tengo el pelo desordenado, las gafas me cuelgan y parecen estar a punto de partirse. Mi boca está entreabierta y ha dibujado los ojos cerrados... Es obvio de nueve con seis que ha hecho esto mientras dormía.
El sonido de mi evaluador al despedirse me devuelve a la realidad. No es que esté haciendo nada malo pero no me ha dado permiso para mirar sus cosas y, a mí, me enfadaría un seis con tres que él hiciera esto.
Doblo la hoja y busco un lugar donde guardarla. Como mi pijama carece de bolsillos lo coloco en la goma de mis calzoncillos... No es ni un cuatro con cinco de normal, pero no me quedan más opciones.
Apenas unos segundo después de esconder lo que le "robé", Kidman aparece y se tumba junto a mi en el saco.
Tiene la mirada perdida y parece preocupado, aún así decido no preguntar, puede que le resulte incómodo.
–¿De dónde eres? –pregunto, aunque no venga a cuento– Es que tienes un acento algo extraño y...
–No necesitas motivos para preguntar cosas sobre mí –me interrumpe con una sonrisa–. Nací en Australia, pero me vine aquí poco después de cumplir los dieciocho. ¿Quieres saber algo más?
Me lo pienso, sé que si pregunto por su nombre no podré averiguar nada más así que opto por otra cosa.
–¿Y Aremi vino contigo? Como ella era menor de edad cuando os mudasteis... ¿No tendría que haberse quedado con vuestros padres? –mientras lo digo me doy cuenta de lo estúpido de ocho que es– Oh, claro... Ellos pueden haber venido con vosotros.
–En realidad –me corrige el pelinegro–, vinimos nosotros solos... Pero es una historia muy larga, mejor te la cuento otro día.
Quiero insistir pero algo en la mirada de Kidman me dice que no lo haga.
–¿Solo tienes una hermana? –digo, cambiando de tema.
–¿Tan raro te parece...? Tú no tienes ninguna –dice riendo–. Aunque eso no es del todo cierto, tenía otra hermana pequeña, era dos años menor que Aremi –su voz se corta al final de la frase y sé que no puedo seguir preguntando.
Abrazo con una fuerza de siete con seis a mi evaluador. No sé porqué lo hago pero, de repente, he sentido la necesidad de abrazarle.
Mi gesto pilla por sorpresa al chico pero apenas tarda dos segundos en corresponderme.
Nos quedamos así varios minutos hasta que noto como su respiración se va regulando. Yo me acomodo en sus brazos y, lentamente, me voy quedando dormido.
• • •
–¡Otra foto! –exclama la voz de Luca.
Un grito me despierta, no es la frase que me suele levantar por las mañanas y eso me desconcierta.
–¿Qué es lo que pasa? –escucho como farfulla mi evaluador– ¡Irene! ¡¿Qué haces con una cámara de fotos?!
Ese último grito de Kidman me hace reaccionar. Anoche nos quedamos dormidos mientras nos abrazábamos, es obvio que, con nuestros compañeros, no deberíamos haber hecho eso.
–¿No os habéis acostado, verdad? –pregunta Adrián desde su saco de dormir.
Niego con la cabeza mientras me río por la mirada de asco que le lanza mi evaluador. No debería reírme pero... Es un ocho con tres de gracioso.
–¿¡Os podéis besar para la cámara!? –grita Irene con entusiasmo.
–¡Si, por favor! –anima Luca, sacando su móvil del bolsillo del pantalón.
–¿Luca, estás gritando? –la voz somnolienta de Marcos llama la atención de todos.
El chico aparece entre varias mantas con el pelo desordenado y legañas en los ojos.
Irene le hace una foto emocionada y, siendo sincero, me gustaría hacer lo mismo. No todos los días ves a Marcos sin arreglar.
Luca se prepara para decir algo pero una voz que no es muy bien recibida le interrumpe:
–¿Arlen? –pregunta Aremi mientras entra en la tienda– ¿Podemos hablar un momento? Por favor.
Miro a mi evaluador, el asiente y yo, movido por una curiosidad de ocho con siete, sigo a la rubia.
Nota💚:
Hola, hasta aquí, el capítulo de hoy; comentemos:
¿Qué pensáis de la historia de Kidman?
¿Qué querrá Aremi?
Hoy no hay más preguntas. Solo quiero decir que, aunque no conteste a ABSOLUTAMENTE todos vuestros comentarios si los leo y respondo a la mayoría.
Este capítulo a ello quiero dedicar a C3POOO, que sepas que lo he intentado... Pero he roto nuestra promesa, lo siento.
:'(Hoy no nos conoceremos mejor, lo siento.
Nos leemos pronto💚.
Tells.
(Si, he "firmado").
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¿Cuánto me quieres?
Teen FictionArlen, a sus diecisiete años, cree que todo en su vida es perfecto y está bien, eso es gracias a los números. Exacto, las cifras siempre le han ayudado... si no hablamos del amor, claro está. Él piensa que, como todo en su vida, puedes querer a alg...