Capítulo 25

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Un escalofrío recorre mi cuerpo ante las palabras de mi evaluador, ¿estará hablando en serio o tan solo quiere acompañarme a la fiesta?

–Kidman –digo al fin–, me estás asustando un seis con tres, como esto sea una broma te juro que...

Mi evaluador rueda los ojos y, sin que me lo espere ni un dos con seis, coge mi brazo y empieza a caminar. Sea a donde sea que me quiera llevar, sé que carezco de la fuerza necesaria para decirle que no.

Me arrastra en silencio y, desde lejos, escucho aplausos que provienen del comedor. El discurso de Ava ha terminado.

Sigo pensando en todo lo que el pelinegro me ha dicho y, por ello, no me doy cuenta de que se ha parado y chocó con el.

–¡Ay! –protesto– ¿Por qué paras de repente?

–Necesito hablar contigo a solas, ¿está bien? –responde y yo asiento, parece alterado de ocho con tres– Me tienes que cortar el pelo.

–¿Qué?

Kidman, que había estado mirando hacia otro lado, se gira hacia mi. Su rostro da a entender que estaba más de un nueve con ocho de preocupado. ¿Qué es lo qué está pasando?

–Arlen, siempre me ha gustado llevar el pelo corto pero, por lo que pasó hace ya varios años... Bueno, solo lo corto cuando es demasiado largo –confiesa–. Pero creo que, si eres tú, no será tan difícil.

Sé que debo tener cara de bobo en estos momentos pero, si soy completamente sincero, no le he entendido. ¿Difícil cortarse el pelo...?

Sin embargo, la súplica de ocho con seis que se refleja en los ojos de mi evaluador es suficiente para que yo asienta.

Kidman vuelve a coger mi brazo y tira de mi hacia un lugar del campamento donde no había estado antes: las cabañas de los evaluadores.

–Con unas casas así –digo, extrañado de ocho con siete–, ¿por qué has decidido dormir en una de las tiendas de campaña?

–Quería estar contigo y, ahora, estoy mucho más seguro de mi decisión –dice, sorprendiéndome un seis con seis–. Aquí es.

Vuelve a frenar en seco frente a una cabaña de madera, esta vez paro a tiempo y no chocamos. Saca una llave del bolsillo de su chaqueta y, mirando primero hacia los lados, abre la puerta y me deja entrar.

–Guau –exclamo–, es mucho más grande de lo que pensaba; por fuera se ve más pequeña.

El pelinegro asiente y me guía hasta la que creo que sería su habitación si no durmiese con nosotros.

–Siéntate en la cama –me pide–, vuelvo en seguida.

Obedezco las órdenes de mi evaluador y, tras descalzarme, subo al colchón.

La habitación es pequeña y acogedora aunque, a decir verdad, hace algo de frío dentro... Como si nadie hubiese vivido aquí hace tiempo.

Recorro el lugar con la mirada y, como pensaba, no hay ningún objeto personal que indique que alguien vive aquí. Ni fotos, ni cuadros, ni siquiera las sábanas de la cama estaban arrugadas antes de que yo me sentara.

–Ya estoy, espero que no te hayas aburrido mucho.

La voz de Kidman me devuelve a la realidad. Miro hacia el y me sorprende un ocho con siete que es lo que ha ido a buscar.

–¿Unas tijeras, un peine y una toalla? –pregunto escéptico– ¿Hablabas en serio con lo de cortar el pelo?

–Si, y no te niegues, luego te daré galletas... Ahora, vamos a empezar.

Refunfuñando por lo bajo, me acerco al pelinegro y le ayudo a acomodar la toalla sobre sus hombros.

–Ya le has cortado el pelo a Crista alguna vez –dice–, así que no te será difícil.

Me sorprende un siete con cinco que sepa eso pero, de algún modo, era de esperar. Él se lleva bien con mi madre, y a ella siempre le gustó alardear de que yo le cortaba el pelo desde que cumplí los siete hasta los dieciséis.

El pelinegro me pasa las tijeras y el peine y es cuando me doy cuenta de lo que estoy a punto de hacer. No le he cortado el pelo a nadie desde hace más de un año... ¿y si no le gusta?

–Arlen, ¿a qué esperas?

–A n-nada –tartamudeo–, ahora mismo empiezo.

El chico se gira, dándome la espalda, y los nervios vuelven a mi, ¿cómo debería empezar?

–O-oye... ¿no sería mejor si vas a un peluquero profesional o...?

–No, tú solo improvisa, cualquier cosa que hagas está bien, no te preocupes.

Respiré profundamente y, de un tirón, deshice la coleta de mi evaluador. A pesar de que no se cortaba el pelo de forma frecuente, este estaba bien cuidado. ¿De verdad quería que yo lo cortara?

Aparté cualquier idea de que la fuese a cagar de mi mente y comencé. Los mechones de pelo de Kidman caían sobre la toalla y yo, como en los viejos tiempos, iba dando forma al cabello.

Acostumbrado a los rizos naranjas de mi madre y después de tanto tiempo si "jugar" a ser peluquero; empezar me costó cerca de un nueve con seis pero, una vez cogí el ritmo, no paré.

En cuanto terminé le pedí al pelinegro que se girase y, en cuanto lo hizo, mi corazón dió un vuelco. ¿Siempre había tenido tan buen aspecto?

–Ey, Arlen –dijo–. ¿Tan mal te quedó? Porque pareces asustado.

–Claro que estoy asustado –le reprocho, molesto de nueve con siete–. Me parece indignante que tengas un rostro tan perfecto.

En cuanto escuchó mis palabras se sonrojó ligeramente y, la verdad, es que puedo jurar que ha sido la expresión más bonita que le he visto hacer.

Movido por el descubrimiento de lo bien que le queda el pelo corto, junto nuestros labios. Empiezo de forma suave, disfrutando el sabor del beso hasta que él decide tomar el control.

Rodea mis caderas con sus brazos y yo, instintivamente, llevo los míos hasta su cuello. Acarició suavemente su cabello recién cortado y sonrió al pensar que, gracias a mi, tiene ahora este aspecto.

Unos golpes en la puerta interrumpen nuestro momento.

–¿Hola? –dice una voz desconocida– ¿Estás ahí, Kidman?

Notita💚:

No me maten pliis, tardé la vida en actualizar y de verdad lo siento pero no es que tenga mucho tiempo libre ahora.

Bueno, comentemos el capítulo:

¿Cómo os imagináis ahora a Kidman?

¿Os gusta que Arlen empiece los besos?

¿Quién habrá interrumpido el momento romántico?

En fin, gracias por leer, votar y comentar.

Ahora, pa' conocernos mejor:

Tengo dos borradores en Wattpad, una historia de terror y otra de contenido gay.😌

¿Y vosotros?

Nos leemos pronto.

Tells.

P.D.– Me he dado cuenta de que si separamos Abi-ttels no da «Tells» que es el nombre con el que firmo... Pero bueeeee, me gusta más así.😌

¿Cuánto me quieres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora