Adrián y yo nos excusamos y, bajo las atentas miradas de Marcos y nuestro evaluador, salimos fuera del comedor.
–¿Y bien? –pregunto nada más salir– ¿Qué es eso tan importante que me tienes que decir?
Mi amigo me mira sorprendido de tres y yo tardo en darme cuenta del motivo: estoy siendo muy cortante.
–Pe-perdón –digo al darme cuenta, más tranquilo–, es solo que hace frío, por eso quiero volver pronto...
En verdad no sé si hay un motivo pero, como el gesto de mi amigo se suaviza, creo que a él le vale esta escusa.
–¿Y si damos un paseo? –me dice sonriendo– Así no tendrás tanto frío, he estado explorando los alrededores y hay un sitio perfecto para hablar.
Yo asiento y, guiado por él, camino hacia el lugar que ha mencionado hace varios segundos.
Como siempre, no hablamos hasta que llegamos a donde quiere mi amigo: una pequeña explanada con una hoguera en el centro.
Me apresuro para sentarme y noto como mi cuerpo se va calentando. Adrián se ríe de mí reacción pero no me importa ni un dos; aunque fuese una escusa, tengo frío de verdad.
Él se sienta a mi lado y, en cuestión de segundos, su sonrisa es sustituída por un semblante serio.
–Arlen, tenemos que hablar de Kidman.
Desvío la mirada, evitando encontrarme con los ojos de mi amigo el mayor tiempo posible pero, después de varios minutos en absoluto silencio, creo que es hora de responder.
–¿Qué hay que decir? –contesto al fin– Yo creo que ya está todo dicho...
–He descubierto su nombre –me interrumpe–, tienes que creerme.
Me quedo callado, me esperaba de todo menos esto, ¿el nombre del pelinegro? Saber eso puede estar muy bien, quizás de ocho con siete.
–Pues dime –respondo, tratando de ocultar mi emoción de nueve con seis–, ¿cuál es su nombre?
–Se llama Gerri...
–¡No!
Algo golpea a Adrián por la espalda y le tira al suelo. Mi amigo se incorpora para ver qué es lo que le ha derribado cuando nos damos cuenta de que no es algo lo que le ha dado.
Sí no alguien.
–¿Marcos? –pregunto, molesto de siete porque, una vez más, ha sido imposible averiguar el nombre de Kidman– ¿Qué haces aquí? ¿Y por qué le has tirado al suelo?
Sin inmutarse mira su ropa y se sacude el polvo de la camisa, al terminar, me mira con una expresión que me trae malos recuerdos.
Quizás es porque todo está muy oscuro o por lo extraño que es el momento pero, sin poder evitarlo, las palabras salen atropelladamente de mi boca:
–¿P-padre? –susurro.
Enseguida me doy cuenta de lo estúpido de ocho que ha sido eso pero, gracias a Dios, ninguno de ellos me ha escuchado.
–Adrián –dice el chico sacándome de mis pensamientos e ignorando todo lo que dije minutos atrás–, ¿nos puedes dejar solos? Por cierto –añade, sin dejar que ninguno conteste–, no digas nada sobre el nombre de nuestro evaluador, es algo más grave de lo que imaginas.
Intenta protestar pero la mirada amenazante de Marcos es suficiente para hacerle retroceder.
Mi mejor amigo se va, murmurando por lo bajo cuán estúpida le parece esta situación.
–¿Qué es lo que pasa? –le espeto, enfadado un seis– ¿Hay algo que deba saber...?
–Kidman fue militar –me interrumpe–, ha hecho mucho por su país y ha recibido varias condecoraciones pero, para lograr estar su puesto... Digamos que ha hecho de todo y...tiene un pasado algo oscuro.
–¿Estás de coña, verdad? No digas tonterías, seguro que es porque no le gusta su nombre y...
–¡Cállate! –exclama, notoriamente enfadado– Tú no tienes ni la menor idea de lo que ha pasado, solo respeta su privacidad, ¿ok?
–Está... Está bien, lo siento.
No sé porqué me disculpo, ha sido algo automático pero parece que eso ha hecho que Marcos se alegre.
La mirada de mi amigo se torna extraña, como la de un padre orgulloso de su hijo y, apenas varios segundos después, vuelve a ser tan seria como casi siempre.
–Bien, creo que es hora de volver –dice finalmente.
–Si... Pero, antes, ¿te puedo preguntar algo?
–Claro –dice asintiendo–, otra cosa es que yo conteste.
Pienso durante varios minutos, esta es una oportunidad de nueve con ocho para conseguir respuestas pero, sin motivo aparente, hay algo que necesito saber por encima de todo lo demás.
–¿Cómo se llaman tus padres?
Marcos parece sorprendido por mi pregunta. No le culpo, después de esta historia yo tampoco esperaría algo así.
–Mi madre se llamaba Carla y... No me gusta hablar de mi padre. Ahora, vamos.
Da la vuelta y comienza a andar, yo le sigo de cerca dándole vueltas a lo que ha dicho:
¿Por qué su madre «se llamaba» y no «se llama».
Decido no hacer más preguntas y fingir que no ha pasado nada. Cuando más nos acercamos al comedor más serio está Marcos.
• • •
–Todos a dormir –exclama Ava–, sé que ya sois mayores pero mañana nos levantaremos a las seis de la mañana.
Se escuchan quejas que provienen de todos los grupos pero, sorpresivamente, nadie del mío lo hace.
Me giro hacia mis compañeros para ver el motivo y todo me queda claro:
No han escuchado lo que ha dicho.
Luca está peinando el cabello de Marcos por motivos que desconozco, la morena habla con mi mejor amigo y, apartados de los demás, los Kidman parecen discutir.
Sé que está mal, pero ojalá Aremi se lleve una bronca de nueve con siete.
Entro a la tienda de campaña y, mientras me pongo el pijama, el tono de mensaje de mi teléfono empieza a sonar.
Mamá: Hola cariño, Kidman me dijo que estabas en un campamento. Pásalo bien y mantenme informada.
Arlen: Yo de nueve, mamá. ¿Tú que tal?
Dejo el teléfono y, aún a medio vestir, me siento en mi saco de dormir.
–¿Qué haces semidesnudo, pelirrojo? –dice mí evaluador entrando en la tienda– ¿No te han dicho nunca que es malo ir provocando?
Yo, sonrojado de nueve, salgo corriendo de la tienda de campaña, olvidándome de que no llevo camisa.
Notita💚:
Hola, ayer dije (en mi tablero de mensajes) que no me sentía inspirada ni con ganas de escribir por lo que este capítulo puede no ser tan bueno como otros.
Lo siento.
;–;
Pero el caso, comentemos el capítulo:
¿Os hacéis a la idea de lo que pasa con Marcos?
¿Cómo se habrá enterado Adrián del nombre de Kidman?
¿Qué habrá hecho el pelinegro?
¿Seguís odiando a la rubia?
(Aunque no haya salido mucho en este capítulo)En fin, perdón por las faltas ortográficas; gracias por leer, comentar y votar.
Pa' conocernos mejor:
Mi talla de zapatos es la 37.
¿Cuál es la vuestra?
Nos leemos pronto.💚
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¿Cuánto me quieres?
Teen FictionArlen, a sus diecisiete años, cree que todo en su vida es perfecto y está bien, eso es gracias a los números. Exacto, las cifras siempre le han ayudado... si no hablamos del amor, claro está. Él piensa que, como todo en su vida, puedes querer a alg...