Capítulo 38

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Abrazo a mi madre con ojos llorosos y deseo que el mundo se pare durante unos segundos. Quiero que todo vuelva a como antes, quizás mi vida fuese más aburrida, pero podía estar siempre con mamá... No, en realidad no quiero volver a esos tiempos. Renunciar a todos mis amigos, a Kidman, a saber cosas sobre mí pasado...

–Mamá –digo al fin, separándome de ella–, debes contármelo todo, por favor. Hay tantas preguntas... ¿Qué haces aquí? ¿Por qué sabías que yo estaría aquí? ¿Conoces a...?

–Amor –me interrumpe–, si tú hablas, no lo hago yo, así que cállate un momento.

Su voz autoritaria me hace sonreír, en verdad extrañaba los pequeños sermones de mi madre.

–Es difícil decirte cómo terminé aquí –me narra–, pero puedo resumirlo. Bien sabes que tu padre estaba endeudado, aunque nunca te he dicho el porqué. Drogas, Arlen, tu padre estaba enfermo.

Me molesta que le llame así, relacionándolo conmigo, pero soy incapaz de corregirla. Sé que, a pesar de todo, ese bastardo siempre tendrá lugar en el corazón de mi madre. No puedo decir lo mismo del mío.

–A raíz de eso –continúa– empecé a trabajar más para poder pagarlo todo, llegando al punto de no ocuparme tanto de tí cómo debería haberlo hecho.

–Eso no es cierto, mamá, siempre has estado pendiente de mí.

–Gracias, cariño.

Me sonríe, algo que hace que yo me sienta más feliz. Ver un gesto de alegría en mi madre siempre ha tenido ese efecto en mi.

–Aunque eso no explica cómo terminaste aquí –la presiono para que continúe la historia.

–No, pero estoy aquí a raíz de eso. Un chico algo mayor que tu me ofreció trabajo cuando yo me encontraba en el extranjero. Me pagaba bastante, en un principio pensé que sería una estafa... Pero no lo era, todo estaba en orden.

–¿Fue Tomás?

Mi pregunta no pilla desprevenida a mi madre, cosa que me sorprende a mi. Si ya esperaba que l conversación tomase este rumbo, ¿por qué no empezar por ahí?

–Si, fue Tomás.

Debió notar mi reacción ante su nombre, porque esperó unos segundos antes de continuar. Al ver que yo me relajaba, continuó:

–El chico no es un mal jefe, tiene muy buenas ideas y es justo... Pero la paga es demasiado alta, y eso me hizo sospechar. No quiere nada de mí, como sospechaba al principio y, aunque me costó creerlo, tampoco de tu padre.

–¿Entonces? ¿Con qué motivo hizo todo esto?

–Porque hay algo que tú tienes que él desea, algo que no te puede arrebatar.

–¿Lo qué?

–La pregunta correcta, en este caso, sería «¿Quién?».

• • •

Kidman.

Avanzo por el pasillo, lo conozco muy bien, se exactamente dónde está la salida... Y a quién nos conduce esta.

No he encendido la pantalla de mi teléfono porque, seguramente, Tomás haya puesto alguna cámara y, con la luz, sería más fácil detectarnos.

Giro a la derecha y escucho los pasos de Arlen, o de Marcos, a mis espaldas. Uno de los dos está muy asustado, porque no emite ningún ruido. Algo me dice que es el pelirrojo.

–Ahora debemos volver a subir por una trampilla –susurro–. No está muy alta, así que todos podemos subir con facilidad.

¿Cuánto me quieres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora