Me despido de Marcos con una sonrisa y, con una decisión de ocho con seis, vuelvo sobre mis pasos para encarar a Kidman.
Todos están juntos, casi en la misma posición que cuando decidí arrastrar a Marcos para hablar con el. Espero que la charla que me espera sea tan sencilla como la que tuve con mi medio hermano. Sigo avanzando hacia ellos.
En cuanto veo al pelinegro siento como mi corazón late más fuerte. ¿En verdad puedo obligarle a hablar? No tengo respuesta para eso, pero ahora no me pienso echar hacia atrás.
–Kidman, tenemos que hablar.
Mi evaluador me mira extrañado y, tras disculparse con el resto del grupo, me sigue con una notoria curiosidad.
–¿Qué es lo que pasa, pelirrojo? –pregunta en cuanto me detengo.
–Ya te lo he dicho, tenemos que hablar.
El chico espera varios segundos y, al darse cuenta de que no añadiré nada más, decide hablar.
–¿Y de qué quieres hablar?
–¿Cuál es tu verdadera relación con Tomás? –pregunto atropelladamente y, sin darle tiempo a contestar, añado:– Y no mientas, ya sé parte de la historia.
Kidman traga saliva, se le ve más nervioso que al inicio de la conversación. Por alguna razón, eso hace que mi seguridad aumente al siete con cinco.
–Salí con él cuando éramos pequeños y, años después, su padre se casó con mi tía –explica–. Eso lo convierte en mi primo, no pasó nada raro después de que pasásemos a ser familia.
Aunque podría contentarme con lo que me ha dicho, necesito saber más, quiero saberlo todo.
–¿Y eso cómo explica que sea vuestro último familiar vivo?
–Yo...
–No me mientas –le interrumpe, molesto un seis con tres–. Quiero saber la verdad, sin excusas.
Mi evaluador pasa su mano derecha por su cabeza y, en el proceso, tira ligeramente de algunos mechones negros. Quizás sea un tic nervioso.
–Hace unos años vine con Aremi desde Australia ya que, debido a un atentado, los pocos familiares que teníamos murieron. Yo acaba de cumplir los dieciocho cuando esto pasó y, para que mi hermana se olvidaste de todos... Cambiamos de entorno. Tomás fue el único que sobrevivió, a parte de nosotros, pero él decidió quedarse allí. Hacía años que no le veía.
Me creo todo lo que Kidman me dice y, aunque en mi cabeza se repite todo el rato que debo dejar el "interrogatorio" decidí seguir preguntando.
–Háblame de vuestro pelo.
–¿Ah?
–Sabes de que hablo, Kidman, así que por el amor de Dios, ¡contesta apropiadamente!
–Aremi y yo teníamos otra hermana pequeña, Kana... No sé si te lo había dicho ya –empieza, respirando con dificultad–. Ella se encargaba de cortarme el pelo cada mes ya que nunca me han gustado las peluquerías. Dejármelo largo era una forma de recordarla, aunque no la correcta.
Las palabras de mi evaluador me parten el corazón y siento una pena de nueve con siete por los Kidman pero, aún así, me quedo en silencio para que continúe. Después de varios segundos me doy cuenta de que eso no va a pasar por lo que decido insistir.
–¿Y nada más?
–En realidad no, ya no siento nada por Tomás y, en cuanto a lo de mi hermana... Bueno, tanto Aremi como yo estuvimos destrozados, pero lo vamos superando poco a poco. ¿Es suficiente ya?
Quiero decir que no, que me gustaría que me dijese más acerca de el: su nombre, el motivo de su pasión por el dibujo, porqué se dedica a esto, porqué yo le gusto... Pero esas no son las palabras que salen de mi boca.
–Yo... También quiero irme a casa, por favor.
Noto como mis ojos se humedecen a pesar de no saber el motivo y, de repente, siento unas ganas de nueve con seis de abrazar al pelinegro.
Apoyo mi cabeza en su pecho y me aferro a su cintura con mis brazos, mi evaluador responde a mi gesto enseguida y, con suavidad, acaricia mi pelo repetidamente.
–Puedo hablar con Ava –dice finalmente–, no creo que sea ningún problema ya que es una actividad no obligatoria.
–Gracias... –digo en un susurro ya que, si alzó la voz, temo poder soltar un sollozo.
–Por cierto –añade y, por el tono de voz que tiene, no hace falta que le mire para saber, con un ocho con tres de seguridad, que está sonriendo–, como ya hemos dicho que faltarás a clases una semana... ¡Podemos tener citas todos los días!
Su comentario hace que me sonroje y, aunque en verdad no crea que vayamos a hacer nada especial, decido asentir para que Kidman esté feliz.
–Pues bien, yo voy a hablar con Ava, tu recoges tus cosas, ¿bien? –ordena con cariño mientras se separa de mi–. Ah, y no llores, estás más lindo cuando sonríes, ¿vale, Pelirrojo?
Dicho esto, se aleja de mi caminando, seguramente dirigiéndose al lugar donde Ava se encuentra.
Yo me apresuro para recoger todas mis pertenencias de la tienda y, una vez terminado, alejarme de todo el mundo. Kidman regresa quince minutos después con una mochila a cuestas y dos billetes en su mano.
–Son para el autobús –me explica al ver que los estoy mirando–, los ha pagado Ava, tendremos que comprarle un detalle algún día para compensarle, ¿no?
Yo asiento y sonrío mientras sigo a mi evaluador hasta la parada. En cuanto nos detenemos saco mi teléfono y le escribo a Adrián.
«Me he ido del campamento, extrañaba a mi madre, no te preocupes. Nos vemos el lunes».
En cuanto le doy a enviar me doy cuenta que, a pesar de todo, no hay un motivo real para querer irme a casa y, sin embargo, tengo la sensación de no poder quedarme aquí ni un minuto más.
–Mira, ¡ahí viene!
El grito de Kidman me devuelve a la realidad. Una vez él le entrega los billetes a la conductora esta nos deja pasar y, ya que el vehículo está casi vacío, podemos sentarnos ambos juntos.
–Muy bien, Arlen –dice el pelinegro en cuanto nos acomodamos–. En cuanto lleguemos a casa, llamaremos a tu madre para aclararte algunas cosas, ¿estás de acuerdo?
Notita.
¡No me maten, por favor! No hay excusa para haberme demorado un mes pero... Tuve un bloqueo, y muy grande como habrán podido notar. Cada vez que intentaba escribir mi cerebro se paralizaba y... Buf, juro que lo pasé yo peor que cualquier fan de esta historia.
Si aún me quedan.
Perdón si el capítulo parece tener mucho relleno, pero me es difícil plasmarlo todo en poquitas líneas.
Aquí comentarios y preguntas acerca del capítulo~.
Aquí insultos hacia mí por tardar tanto~.
Aquí disculpas si os pasasteis en el apartado anterior~.
Os quiere, y espera leeros pronto.
–Tells.💚
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¿Cuánto me quieres?
Teen FictionArlen, a sus diecisiete años, cree que todo en su vida es perfecto y está bien, eso es gracias a los números. Exacto, las cifras siempre le han ayudado... si no hablamos del amor, claro está. Él piensa que, como todo en su vida, puedes querer a alg...