Thirst for war

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La paz de sus ojos es lo que me mantendrá de pie mientras me regocijo del dolor, de miedo al perderte.

Mis pensamientos fluían como jamas me hubiese imaginado, quizás sera mi inconsciente que quiere jugarme una mala pasada, pero sin importar cuanto cueste, debo mantenerme firme para acabar con toda esta mierda y liberarme de una vez por todas de Etto junto a sus insectos.

Fije mis orbes en las lineas blancas de la carretera, hundida en mis pensamientos pero decidida en cada acto que voy ejecutando, orgullosa del grupo que conforme y las amistades que me regalaron... y de aquella niña que tanto amo. Más felicidad que eso ya no existe.

En el transcurso hacia la central fue bastante pasible, algún que otro chiste malo de Sora no debía faltar acompañado de las absurdas peleas con Hana, ah... esencial en la escena seguido de eso, los regaños de Mika y como espectadoras, pues Mei y yo.

¿Miedo? quizás un poco, pero no por lo que me pueda llegar a pasar a mi, más bien por ellos que son fundamentales en mi vida. 

Porque prometo participar de los chistes malos de Sora.

Porque quiero volver a presenciar junto a Mei esa únicas escenas.

Porque quiero ayudar a Hana a pelear a Sora.

Porque quiero ser regañada por Mika. 

Por todo eso y mucho más, prometo dar todo de mí en esta batalla y llevar mi grupo, de los pelos si hace falta, a casa.

Las preciadas horas llegaron a su fin, la espera ya acabo, ahora solo debía focalizarme en el operativo.

El coche se detuvo permitiendo que mi escuadrón pudiera bajar e ingresar a la central, donde los demás grupos nos estaban esperando para poner en marcha el operativo. Y ahí estaba él con su aura tan pasible y protectora que transmite con solo verlo, sus escarlatas no dudaron en  conectar con los míos que estaban hipnotizados por él.

-.¡Nao llegaste al fin!- dijo con su dulce voz, mientras que el sonido de sus pies al chocar con el suelo se hacían presente.

-.Hola Juuzou- respondí a su saludo quedando frente a frente con el azabache quien sonreía de para en par. Detrás del joven investigador podía vislumbrar a Hanbee entornando una sonrisa con cierta picardia.

-.Me imagino que debes estar nervioso- inquirí aunque la respuesta era más que obvia.

-.¿Nervioso? querrás decir ansioso porque realmente lo estoy- explico excitado por la idea de masacrar a los ghouls, digamos que era placentero para él.

-.Claro tienes razón- reímos al unisono hasta que fuimos interrumpido por Mika.

-.Disculpen que arruine el momento romántico pero debo recordarles que nos tenemos que ir al distrito 24- informó con cierta ironía en su tono. Ambos asentimos y nos dirigimos automáticamente a los coches que nos trasladarían a lo que se convertiría en un "matadero".

Vacilé antes de subir al coche, y me desvié llevando mis cortos y lúgubres pasos hacia la entrada de la central una vez más. Debía decir que estaba cagada del susto pero aliviada al saber que este es el final que tanto anhelamos todos.

-.¡Nao entra de una maldita vez quieres!- farfullo Mika quien se encontraba dentro del auto. 

Acá vamos.     

El silencio reino en el vehículo, no era de sorprender, quien podría estar feliz en momentos como estos en donde tu vida corre peligro... solo Juuzou quizás.

Cerré mis párpados apretándolos con fuerza. Solo quiero pensar en Naomi y nada más.

Ella y yo

Mi escuadra

Juuzou...

Podía persuadir el aroma a carne podrida y tierra mojada captada por mis fosas nasales, impregnándose en cada centímetro de mi piel, cada fibra nerviosa de mi cuerpo, enloqueciéndolas.

Frote mi nariz con la tela áspera de mi chaqueta pero me fue inevitable no abrir mis ojos de golpe al escuchar como se derrumbaban los edificios... habíamos llegado.

Mi corazón se petrifico, y el aire se trabo de forma instantánea en mi garganta sin más llevé una de mis manos al pecho, que subía y bajaba rápido. Traté de calmarme cerrando mis ojos y haciendo que los pensamientos racionales volvieran a mi mente.

Rápidamente la caravana de vehículos provenientes de la CCG se detuvieron permitiendo el descenso de las camaradas.

Todas las escuadras ya estaban en posición  defensiva. Menos aquella melena azabache que tanto anhelaba.

Mis ojos exploraron toda el área en busca de aquel lunático de la guerra pero único entre su especie. Y allí estaba detrás de un mural mirando la nada misma pensando en quien sabe que...

Debía irrumpir su momento era la cuestión... pues si, no debería de molestarle supongo. 

Me acerque con cautela sin perturbarlo aunque las ganas de sorprenderlo estaban presente pero en esta ocasión se la dejo pasar.

-.Juuzou ¿que haces?- interrogué al azabache quien, rápidamente poso sus dos escarlatas en mí.

-.Nao que bueno que estas aquí... estaba pensando en ti justamente aunque no lo creas- respondió con cierta timidez en su tono. 

-.Oh, entonces no te molesta que te haga compañía un rato- apreté los labios, sonriendo con timidez al igual que él.

-.¡Para nada!- reímos al unisono. 

El silencio reino entre ambos pero era tan único que ambos deseábamos que perdurara para siempre. Estuvimos al rededor de unos diez minutos mirando el cielo sin cruzar una palabra pero el operativo estaba por comenzar.

-.Creo que ya es hora de volver- musite reincorporando mi frágil cuerpo en mi lugar, y entonces antes de darme la vuelta, sentí el roce de mano cálida sostener mi brazo, y luego, sus labios sobre los míos.

Mi corazón dio un brinco, produciendo un armonioso palpitar que se mezclaba de manera perfecta, con el suyo. El oxígeno fue obstruido por sus labios abrazando a los míos. La espesa y caliente sangre fluía libre por mis vasos sanguíneos, sumergiendo cada atisbo de vida en la dulce perdición. Las terminaciones nerviosas vibraron con deseo, silenciando todos mis sentidos. Porque mi vida se resumía en eso.

Una constante explosión de sentimientos.

Porque no necesitaba nada más para ser feliz.

 Solo él.

 Solo Juuzou.

Nos separamos abruptamente debido a la voz de Washuu que estaba dando inicio al operativo.

Y antes de que él pudiera reaccionar, plante un beso en sus finos labios para luego marcharme.  

-.Esto no quedara así Nao- escuche decir al azabache detrás de mi con su angelical voz.

-.Claro que no, cuando terminemos esto tu y yo hablaremos- por último respondí para finalmente centrarme en la misión.

Me aferre a mi querida quinque y pues... a patear traseros se ha dicho.

      

Crimson RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora