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NARRA NAO

El despertador sonó a las 10 clavada, sintiendo el chillido aturdidor de la alarma, retumbando en cada  esquina de la habitación. Entre abrí mis ojos, encontrándome con la luz cegadora filtrada a través de las persianas. Pequeños gruñidos escaparon de mis labios ante aquella incomodidad, levantando mi cuerpo de un sopetón chocando la fuerte realidad del día. Me deslicé fuera de la habitación, el sol brillaba más que nunca en el distrito 11, y casi olvidaba que en unas horas tenía que llamar a Mika e irme a la central.

Me asomé en la puerta medio abierta y espíe detalladamente a la pequeña albina durmiendo vagamente, enrolladas por las sábanas de gasa rosa con pequeños detalles dorados. Su piel era más pálida de lo que pensaba, podría compararlo con la helada nieve tan delicada y adorable, podía vislumbrar pequeños hoyuelos que resaltaban aun más cuando apretaba la mandíbula, de repente imágenes de Juuzou se hicieron presentes recordando y comparando a la pequeña niña con él. "Son ángeles", pensé. Y lo hice tan fuerte que casi me creía que lo había dicho en voz alta.

Tragué saliva y aparte la mirada en Naomi, cerrando la puerta detrás de mi. Me asome a la sala principal analizando lo que debía hacer en ese momento, recordando la hora nuevamente. Tarde diez minutos en alistarme, volviendo a colocarme la característica ropa del escuadrón Crew Red. Para cuando finalice mi preparativo, me adentre a la cocina, y revisé todas las estanterías. Bien, tenía lo suficiente para preparar chocolate caliente, café y un par de sándwiches.

Mientras ponía a tostar los panes, me senté en la mesa de la cocina a balancear los pies. Las sillas eran bastantes altas, lo que me permitió despegar mis pies del suelo por un rato, en el sentido físico de la palabra. Los panes saltaron de la tostadora, y los puse encima del plato emitiendo grititos a causa de las leves quemaduras en las yemas de los dedos. Puse a calentar la leche, caminando cuidadosamente para no tropezarme con nada. Me quede estática en mi lugar mientras mis palmas estaban apoyadas en la mesada pensando en lo que hoy debía hacer en el día hasta que sentí el contacta de unas manos pequeñas al rededor de mi cintura.

-Buenos días Nao.- murmuró la albina separándose de mi mientras refregabas sus ojos, para luego sentarse cerca de la mesada.

-Buenos días pequeña, ¿dormiste bien?.- inquirí sujetando dos vasos para colocar la leche caliente que pronto estaría lista para servir.

-Si... igual tengo un poco de sueño, ¿vos dormiste bien?.- respondió apoyando su codo en la mesada y luego su rostro manteniendo el peso en sus manos.

-Si, igual podría haber dormido como los dioses sino hubieras roncado.- conteste sarcásticamente luego de guiñarle provocando que la niña emitiera una pequeña risa.

-Yo no ronco mentirosa.- replicó Naomi sujetando el vaso de leche que le estaba entregando a la cual, rápidamente le dio un pequeño sorbo.

-.Claro... toma rápido que te tengo que llevar al colegio.- especule dando una mordida al sándwich.

-No es necesario, va a pasar el colectivo escolar para llevarme.- dijo difuso la albina con la boca llena de comida -Por cierto... ¿cómo está Juuzou?.-interrogó la niña arqueando las cejas con una pizca de picardía.

Aquella pregunta resonó en  todo mi sistema, esforzándome en tragar el bocado que acababa de dar para poder responder a dicha pregunta.

-Supongo que estará bien, la verdad es que no supe más de él.- explique un tanto nerviosa, realmente no sabía cómo estaba el azabache, la última vez que lo vi fue en el operativo.

Crimson RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora