Austin
El jueves por la noche me acuesto y aprieto con fuerza los brazos que me rodean. Me siento relajado, pero tenso a la vez. Hace algunas horas recibí un llamado de la penitenciaría informándome que finalmente han encerrado a mi padre.
De todos modos, lo que todavía me tiene bastante preocupado, es que mañana se llevará a cabo el juicio, y mi hermano deberá contar lo que tanto le aterra en frente de muchas personas.
Afortunadamente, no podemos quejarnos de cómo han salido las cosas; gracias a la ayuda de nuestra madre (a pesar de que todavía me cueste llamarla de esa forma), de Caroline y... aunque parezca extraño, de Sara, hemos logrado salir adelante. Particularmente con ésta última, tuve una charla bastante seria en la que le arrojé todas las cartas sobre la mesa e intenté abrirle los ojos para que le dé un mejor futuro a Colton. No me parece la mejor idea dejar a mi hermano bajo su cuidado luego de conocer su prontuario, pero es su madre... y no puedo ir en contra de eso.
A pesar de todo, creo que tan solo necesitaba un baldazo de agua fría. Darse cuenta de la persona que tenía al lado, y que no todo gira alrededor del dinero. Hay cosas más importantes en la vida que serían imposibles de pagar con billetes.
En cuanto a Ayden, su pierna ha cicatrizado bastante y dejó los calmantes. La marcas de su piel no se borrarán ni en veinte años; lo que se ha hecho ha sido muy grave, pero juntos aprenderemos a obviarlas.
Ahora el aire se siente mucho más liviano de respirar para ambos, aunque aún pese en nuestras consciencias el largo camino que nos falta por recorrer.
- Estás muy callado -pregunta contra mi oreja y dándome un pequeño apretón en el brazo.
- Tengo miedo -confieso.
- No le des más vueltas al asunto.
- ¿Has visto su carita cuando le dije que mañana tendremos que ir a ese lugar?
- Si, Austin, pero no puedes cargar con todo el peso tú mismo.
- Quiero matar a Brooke -dice y deja escapar una lágrima de rabia.
- No eres el único, pero no vale la pena. Está en donde se lo merece, tras las rejas.
- Ojalá le hagan lo que le hacen a todos los dementes de su índole allí dentro.
- Vale, déjalo ya. Duerme un poco.
Le hago caso y cierro los ojos deleitándome de sus caricias.
Su voz, su cabello, el olor de su perfume, sus suaves manos, su piel, sus labios, sus lunares, el color de sus ojos y el sonido de su voz son mi felicidad, mi paz, mi deseo, mi hogar.
Poco a poco la vida nos está empezando a sonreír, y el problema es que ninguno de los dos sabemos cómo reaccionar a eso.
Cuando el reloj marca las 6 de la mañana, me levanto de golpe y desactivo la alarma de mi celular varios minutos antes de que suene. He tenido más pesadillas que horas de sueño. Mi cabeza no paró de darle vueltas a todo el asunto de mi padre. Todavía siento escalofríos cada vez que pienso en la noche en que tuve que someter a Colton a que se exponga para conseguir una prueba. Una maldita prueba a la que no tendría que haber recurrido si no fuese porque él tiene uno de los cargos más grandes en la política. Siento asco de cómo un país puede ser movido por gente tan desalmada. De todos modos, luego de entregar la evidencia y enterarme que lo habían aprehendido en lo que alguna vez llamé hogar, volví a respirar. Sentí como si me hubiese liberado de una tela de arañas gigante en la que había estado demasiado tiempo enredado.
Me rasco los ojos con los dedos, muevo suavemente las sábanas para no despertar a Ayden y me dirijo hacia el cuarto de baño. El sol todavía sigue escondido, y dado al clima tormentoso de Portland y estar en invierno, no creo que salga hasta dentro de unas dos horas más. Una vez que logro mover mis pies, prendo la ducha y espero a que el agua llegue a la temperatura deseada antes de meterme debajo de la cascada.
YOU ARE READING
Mi Casualidad Eres Tú
RomanceUn encuentro que derriba esquemas, porque el amor verdadero no tiene límites. Es una novela para lectores con la mente muy abierta. Dicho esto, y si todavía te crees capaz de soportarlo, te invito a que te aprietes el cinturón y disfrutes del viaje...