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Julio había decidido, por su bien, por el de sus padres y el de su salud, tanto física como emocional, no pelear más con Thomas Cortez

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Julio había decidido, por su bien, por el de sus padres y el de su salud, tanto física como emocional, no pelear más con Thomas Cortez.

Ocurrieron muchas cosas antes de que tomara aquella convicción y la hiciera suya. Sin embargo, todo comenzó con una plática con su madre, quien molesta, le había cantado las cuarenta una noche que llegó con los labios partidos y la camisa nueva manchada de sangre.

—¿Es que tú estás loco? —Le había dicho escandalizada—. ¡Acaso se quieren matar! —aquello fue el inicio de un sermón que se extendió hasta las tantas de la madrugada, mientras la mujer gritaba, gritaba, gritaba y lloraba como histérica. Entonces su padre apareció y le echó la bronca por hacer llorar a su madre hasta que Julio pensó que estaba muerto y condenado al infierno.

En ese momento se dijo a si mismo que no era para tanto, al menos en un principio.

Es decir, se había peleado con Tom, no era la gran cosa; pero finalmente, y después de pensar al respecto toda la noche, se dio cuenta que los últimos meses no hacía nada más que buscar bronca con el chico.

¿Era realmente necesario que pelearan por todo? Cuando era pequeño pensaba que sí, pero mirando a su alrededor pudo darse cuenta de que sus primos, a pesar del odio que le profesaban a los Cortez, jamás se arriesgaban a salir afectados por culpa de una riña con ellos.

Los desgraciados siempre mandaban a Julio por delante ¿El resultado? Terminó siendo como una especie de mercenario para su familia.

Un mercenario sin paga.

—¡Se van a matar! —repetía su madre a gritos.

Esa fue otra razón para que decidiese cortar el conflicto.

Julio no veía descabellada la opción de morir en una pelea de bar. Ellos habían aumentado el nivel de violencia con el tiempo, ahora aquel labio partido y la camisa echada a perder eran el saldo mínimo a cubrir si se encontraba con Tom en algún sitio.

Suspiró.

Su madre parecía muy preocupada por él, estaba casi paranoica, ella era una mujer muy supersticiosa y leyendo las hojas de té había descubierto una "gran desgracia en su futuro" desde entonces se había puesto mal.

Julio no quería preocuparla.

¿Qué debería hacer? Pensó.

Finalmente tomó una decisión, él iba a intentar ignorar a Tom el mayor tiempo posible y por cada pelea que evitara iba a regalarse a sí mismo un pequeño capricho.

Su primer regalo fue aceptar las insinuaciones de Laura.

Julio era consciente de que ella solo intentaba poner celoso a Tom. Quería llenar todo de drama, hacerle perder la cabeza y conseguir que el chico volteara a verla, pero era su premio por comportarse y nadie se lo iba a quitar. Al menos los dos estaban sacando provecho de la situación.

Espérame al otro lado del abismo (LCDVR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora