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Julio llevaba un par de semanas pasando cada segundo libre de su tiempo en casa de Tom.

Por regla general, Julio era un holgazán y aquello habría vuelto loco a Tom, de no ser porque el muchacho en los últimos tiempos había cambiado un poco su estilo de vida. Su madre le obligó a conseguirse un trabajo de medio tiempo como recepcionista en una veterinaria y los últimos exámenes de su carrera transcurrieron en ese mes, de modo que, aunque Julio se esforzaba por hacer un hueco para Tom, en realidad pasaba menos tiempo ahí que a principios de año.

Tom, consciente de que Julio debía estar muy ocupado con sus cosas, trataba continuamente de convencerle de que se fuera a descansar a su casa, pero el muchacho se negaba rotundamente a hacerlo sin haber estado al menos media hora en su compañía.

Aquello era un incordio en ocasiones, pero Tom lo agradecía, sobre todo después de que Dominik comenzó a salir de viaje cada dos por tres, dejándolo solo y aburrido en casa.

El pobre Tom llevaba medio año de carrera en línea, sumados al año y medio presenciales que ya había estudiado antes del accidente (cambiar su plan de estudios fue una mierda, pero se las arreglaron), sin embargo, cubrir sus materias no le estaba tomando ni la mitad del día; la web le ofrecía todo lo aburrido de la escuela, quitándole la parte en la que conocía gente, hacía amigos y pasaba un buen rato.

Horrible.

De modo que, tener a Julio diciéndole todas las tonterías que se le venían a la cabeza era una buena manera de entretenerse, además, a quien quería engañar, Tom estaba nadando en arcoíris ante la atención recibida, era como si de repente lo unilateral de la relación estuviese cambiando por fin.

Eso era bueno, placentero y probablemente la única razón por la que aun sonreía en las mañanas.

Julio seguía siendo el mismo, coqueteándole cuando tenía la oportunidad, disfrutando de hacerle sentir nervioso, pero en los últimos tiempos, Tom comenzaba a acostumbrarse a su presencia, por lo que hacerle tartamudear no era tan fácil como antes.

Eso era algo de lo que Tom estaba muy orgulloso, aunque, cuando Julio quería, podía volverlo una masa gelatinosa en un toque.

—Dom llega esta noche a su casa —dijo Julio frunciendo el ceño mientras miraba la pantalla de su celular.

Era viernes, lo que quería decir que Julio tendría los siguientes dos días para holgazanear, sus exámenes habían terminado, así que podía tomarse un respiro. Tom sonrió, él estuvo hablando con Dominik esa mañana sobre su regreso.

—Eso me ha dicho, viene en la madrugada —comentó pensando en pedirle a su madre que le llevase al día siguiente a una visita. Sin embargo, Julio, tan adicto a las aventuras nocturnas como solo él podía serlo, se le quedó mirando y lanzó una propuesta.

—¿Por qué no vamos a recibirlo? —Preguntó sacando las llaves de la camioneta de su bolsillo—. Pregúntale a qué hora llega y pasamos por él.

Espérame al otro lado del abismo (LCDVR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora