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En efecto, Julio terminó llevando a Tom a todas partes mientras Lucía estaba trabajando. La pobre mujer tenía problemas para darse abasto estando sola en la ciudad y Julio tenía mucho tiempo libre durante las vacaciones.

Mientras tanto Tom comenzaba a comportarse cada día de manera más extraña. Estaba muy callado, uno tenía que sacarle las palabras a la fuerza y se la pasaba rehuyendo de su mirada. Desde que despertó se había vuelto un bicho raro que no alcanzaba a reconocer.

Para Julio era difícil ser un buen muchacho cuando su interlocutor se la pasaba ignorándolo.

Tom, por su lado, no podía parar de maldecir a su madre y a su demandante trabajo.

Por culpa de la mujer ahora estaba pegado al maldito de Julio Cortez, quien a los últimos tiempos comenzaba a preocuparle de sobre manera; está bien, ella tenía que trabajar para mantenerlo, pero una parte irracional dentro de su cabeza buscaba la manera de quejarse de su suerte.

Aquello no era fácil teniendo en cuenta la atracción que sentía últimamente, no era que Julio tuviese algo de especial, en realidad era un tipo normal, de pelo castaño como todos en su familia, pero con la diferencia de que no heredó los preciosos rizos de los Cortez, en su lugar tenía un montón de mechones de pelo lacio, muy, muy lacio y muy, muy suave.

Tom se sonrojó, avergonzándose de sus pensamientos.

Toda la vida fue un chico de chicas. Jamás había sentido atracción por un hombre y para él era muy evidente que comenzaba a sentirse interesado de manera sexual en Julio Cortez, las mariposas en su estomago se lo decían y su amiguito allá abajo lo confirmaba.

Eso lo estaba poniendo en un aprieto horrendo.

Sus terapias necesitaban ayuda y eso quería decir que tenía a Julio empujando sus piernas al límite sobre una mesa de metal. Esto no era una situación agradable, sobre todo teniendo en cuenta todos los escenarios vergonzosos que podían derivar de aquella situación. Estaba seguro que si las cosas continuaban de esa manera terminaría metido en un problema.

Lo peor era lo lejana e ignorante que resultaba la figura de Julio. Él no parecía dispuesto a dedicarle dos miradas a Tom, de hecho, siempre estaba pendiente de la secretaria del fisioterapeuta al que visitaban, sus inclinaciones sexuales eran claras y eso solamente ayudaba a dejar un hueco en el estómago de Tom.

¿Por qué de repente le gustaban los chicos? Tom no se había sentido tan desgraciado en mucho tiempo, odiaba irse a dormir con el miedo de tener sueños húmedos protagonizados por su archienemigo de toda la vida.

¿Lo peor? Ahora no podía dejar de enumerar a las novias de Julio en su cabeza, mientras anotaba mentalmente las veces que le había lanzado del puente ¿Sería posible que hubiese olvidado alguna?

Tom miró a Julio de reojo, tratando de descifrar su expresión, el chico estaba parado a su lado, buscando el sitio donde habían aparcado la camioneta al llegar, no parecía interesado en nada hasta que sus ojos se detuvieron en un lugar.

Espérame al otro lado del abismo (LCDVR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora