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Tom se despertó alrededor de la una de la tarde, encontrándose en una habitación desconocida y con el sonido del teléfono celular pitando como un loco

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Tom se despertó alrededor de la una de la tarde, encontrándose en una habitación desconocida y con el sonido del teléfono celular pitando como un loco. Casi por inercia tomó el aparato contestando a la llamada, donde su madre le exigía saber porque no le había enviado ningún mensaje en las últimas horas.

Él se rio nervioso; le dijo a su madre que estaba durmiendo y por eso no había podido contestar, pasó un buen rato calmándola y luego tuvo que despertar al resto para que hablaran con ella. Aquello marcó el momento de levantarse para el trio de trasnochadores, quienes pasaron un rato largo lavándose los dientes y desperezándose. Para Tom fue un poco complicado, pero teniendo en cuenta que ya podía estar parado una cantidad considerable de tiempo, fue mucho más cómodo de lo que esperaba.

—¡Mira! —Exclamó Julio llamando la atención de los otros dos—. ¡Dominik le trajo a Mati un jarrón de cerámica! —Como pocas veces, en esa ocasión Julio no había tenido la intención de descubrir los secretitos de Dom, pero mientras guardaba su cepillo de dientes se encontró con la bolsa cuidadosamente colocada a un lado de la cama.

—¡Dame eso! —exclamó el aludido, apresurándose a quitarle el jarrón de las manos y colocándolo en un sitio alto, como si lo alejara de un niño travieso.

Al escuchar el grito de su dueño, Beethoven subió corriendo por las escaleras para después dedicarse a rascar la puerta mientras aullaba desesperado.

Dominik le abrió presuroso y el animal corrió a saludar a su dueño como si llevase años sin verlo. Luego corrió a tumbar a Julio para lamerle la cara y por ultimo saltó sobre Tom, exigiendo la caricia del día; por suerte este estaba sentado o se habría dado un buen golpe.

—¡Beethoven! —Se quejó Dom jalando al perro y empujándolo fuera de la habitación—. ¡Deja en paz a Tom! —gruñó, pero el animal parecía inmune a los regaños y también estaba poco dispuesto a marcharse del cuarto.

Julio corrió a lavarse la cara antes de comenzar a marchar por toda la casa con el perro detrás.

Media hora después los tres bajaron a desayunar; Tom podría haber cocinado, era bueno en eso, pero tuvo que dejarlo en manos de los otros dos, quienes, a pesar de todo, lograron preparar algo decente.

—Así que este es el famoso Mathias—murmuró revisando la cuenta del chico desde el teléfono de Julio. Dominik tuvo el impulso de quitarle aparato y esconderlo todos, pero era Tom de quien estaban hablando, Julio conocía al chico ¿Por qué no iba a hacerlo Tom?

—Es el amorcito de Dominik —agregó Julio—. ¿Puedes creer que utilizó la táctica del "no me funciona bien Instagram" para tener su número? —dijo soltando una carcajada.

Dominik le soltó un golpe en el brazo.

—¡Ese fuiste tú! —se quejó frunciendo el ceño. Una vez más Dominik fue víctima de las manos ansiosas de Julio, que se la pasaban esculcando en todo lo que tenían al alcance. Era como un animalito molesto, olfateando a su alrededor en busca de algo que romper. Al menos una vez al día, sentía la necesidad de ahorcar al muchacho.

—¡Vamos! ¡Sabes que no se lo hubieras pedido tú solo! —Se quejó encogiéndose de hombros—. Y tampoco se te hubiera ocurrido algo mejor —agregó con una gran sonrisa.

—Alevoso, enfermo y desgraciado —espetó, señalándole con el dedo.

—Oh, pero que bien se llevan —comentó Tom haciéndose el ofendido—. Ya quisiera yo tener un AMIGO con el que contarme cosas y hacer chistes locales que los terceros SIN IMPORTANCIA no entienden —agregó haciendo énfasis en las palabras, mientras se refería a la relación de amistad que se había desarrollado entre Julio y Dominik.

—Oh vamos —dijo Julio colocando el plato de comida frente a él—. Sabes que eres el único, amor —comentó besándole la cabeza y Tom este resopló frunciendo el ceño.

—Nada de amor, infiel —comentó girándole la cara.

Julio soltó una risita observando al muchacho, Tom se acostumbraba cada día más a sus insinuaciones, era divertido verlo nervioso, pero cuando no reaccionaba también le daba mucha libertad de acción. A veces le costaba decidirse en cuál de las dos opciones era su favorita.

—Yo no le diría nada a este si no fuera porque el metiche se la pasa revisándome el teléfono —se quejó Dominik, sentándose a su lado, tratando de explicar la familiaridad entre los dos.

—¿Acaso son amantes? —se quejó Tom, ahora ignorando a Dominik.

—Por favor Tom, no me desees tanto mal —gruñó este, negando con la cabeza mientras fingía que tenía arcadas por el asco.

—Vamos —dijo Julio acomodándose también en la mesa—. Sabes que soy sensual y me deseas —dijo en un tono de completa confianza, a lo que tanto Dominik como Tom respondieron con una queja de desagrado.

Luego Tom les hizo rogar un rato más hasta que Domink le contó todos los detalles de lo que había pasado entre él y Mathias. La verdad es que no había mucho que decir, pero fue suficiente para que Tom les diera tregua.

—Así que le compraste un jarrón a Mati —dijo sonriendo con malicia, luego de unos segundos.

Dom frunció el ceño, ofendido.

—No puedo creerlo —dijo señalando a Julio—. Tú eres una mala influencia para él —exclamó entornando la mirada.

—Yo le dije lo mismo sobre ti, y lo sigo sosteniendo chico malo —Julio se rio señalándole con la mano, fingiendo que le disparaba con una pistola.

Tom le golpeó el brazo con una risita divertida.

—Déjalo en paz, eres un bestia.

—Tú también lo estabas molestando, amor —dijo Julio inclinándose hacia Tom, tratando de besarle la mejilla, pero este le empujó antes de que Julio consiguiese su objetivo.

—Déjame en paz, monstruo —gruñó en un quejido que era la perfecta combinación de una risa con ironía poco camuflada.

—Ustedes dos me dan nauseas —se quejó Dominik poniendo cara de ascos, a esas aturas aquel tipo de escenas no eran una sorpresa, pero él estaba muy acostumbrado a quejarse ante las muestras de cariño que no estaban dirigidas a él. Las palabras le salían casi por cuenta propia.

—Envidioso —dijo Julio—. Ya quisieras poder estar así con Mathi, cobarde.

Dominik le tiro una cuchara pegándole a Julio en el hombro.

—Deja de alucinar —masculló y luego le lanzó una servilleta dándole en la cara, sin darle tregua al muchacho—. Y no le digas Mathi.


Nuevas actualizaciones, disfrútenlas <3

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Espérame al otro lado del abismo (LCDVR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora