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Tom estaba de muy mal humor

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Tom estaba de muy mal humor.

Por lo general era una persona de risa fácil y bastante amistoso, pero desde hace unos días se encontraba irritable todo el tiempo, era algo tan evidente que las personas comenzaban a sentir el cambio a su alrededor, dando como resultado un comportamiento cauteloso cuando andaba cerca. Sin embargo, aquella era una noche inapropiada para estar de malas.

Gruñó.

A pesar de que la música sonaba a lo alto y la fiesta estaba en lo máximo de su apogeo, no conseguía entrar en ambiente. Tom lo intentó, de verdad lo hizo, pero era como si estuviera atrapado en una dimensión alterna, donde solamente podía observar sin ser parte de la diversión.

Había una barrera invisible que le separaba de los demás.

La noche era perfecta, pero parecía atraer la mala suerte. Sobre todo, después de tener que interrumpir una riña entre su primo y el primo de Julio, aquello no había sido exactamente un disparador de buenas vibras para él. Fastidiado tomó una botella de tequila, empinándosela entera y se bebió la mitad en menos de un minuto.

El viento fresco de la noche le pegó en el rostro, aumentando la sensación que le causaba el alcohol.

De repente el mal humor se fue, al principio era raro, se mareo, veía todo doble y luego las cosas se pusieron divertidas. Tom comenzó a reírse, salió a bailar a pesar de que era malísimo en ello y se besuqueo con una chica mientras todo el mundo le miraba y le vitoreaba.

—Feliz cumpleaños Tom —había susurrado la chica, inclinándose sobre él para hablarle al oído. Ella era suave y cómoda, olía a vainilla y Tom no se contuvo de besarla una vez más.

Luego todo desapareció.

Él parpadeó mirando una superficie azul marino, plagada de puntos brillantes.

Era el cielo y aquella una noche sin luna.

Tom intentó levantarse, pero le costó mucho trabajo hacerlo. Estaba muy mareado, vomitó nada más ponerse en pie, se sentía terrible, horrendo.

Miró a su alrededor, se encontraba rodeado de árboles y plantas, más adelante se hallaba la carretera. Tom tuvo que respirar profundamente varias veces antes de comenzar a caminar hacia el pavimento, donde se tomó su tiempo para aclarar sus ideas.

Le costó mucho saber quién era y que estaba haciendo ahí, en que día se encontraba y a donde debía ir. Por un momento su respiración se agitó por el pánico, estaba asustado ¿Qué estaba pasando? Sin embargo, poco a poco su mente halló el camino.

Lo primero y lo que más alivio le otorgó es que reconoció la carretera.

—Dios —murmuró cuando por fin pudo ubicarse en tiempo y espacio.

Se encontraba a medio camino entre el pueblo y la zona en donde habían organizado la fiesta. Aquello no estaba tan lejos, de hecho, él podía ver las luces desde ahí, debía encontrarse a unos cuatro kilómetros de distancia.

Espérame al otro lado del abismo (LCDVR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora