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Tom tenía el estómago hecho un nudo.

Su madre había invitado a Julio a pasar a la casa mientras limpiaba el termo para devolvérselo a Graciela. Eso había dejado al muchacho sentado frente a Tom, mirándole fijamente y sonriendo mientras mostraba sus blancos dientes.

Tom no podía mirarlo a la cara desde el incidente con Dominik y el asunto de las disculpas, cada vez que lo veía recordaba lo cerca que estuvieron y las palabras que Julio le dijo.

<<¿Dormirás conmigo? >>

¡Dios! ¡Tom quería dormir con él! ¡Besarlo! ¡Quería todo con Julio! Pero estaba seguro de que imaginaba cosas, no lo había dicho en serio, estaba jugando como solía hacerlo todo el tiempo.

—Oh mira, te han salido callos—dijo Julio interrumpiendo sus cavilaciones, mientras alargaba las manos para sostener las suyas y pasar los dedos por la palma de las mismas. Tom reaccionó por impulso, jalándose para alejarse del toque, pero Julio le sostuvo obligándole a mantener el contacto—. ¿Es por la silla de ruedas? —preguntó sin dejar de tocarlo.

Tom comenzó a balbucear.

Julio levantó una ceja mientras sonreía.

—¿Sabes que puedo leer las líneas de las manos? —dijo abriéndole la palma mientras observaba la piel lastimada. A Tom no le sorprendía, supuestamente Graciela leía las hojas de té.

—¿A-a-ah sí? —su voz sonó completamente temblorosa. Su madre se detuvo de su faena levantando una ceja antes de continuar con lo que estaba haciendo.

—Claro —Julio delineo las marcas con su pulgar—. Tu línea de la vida habla sobre enfermedades u hospitalización, ya sabes, un cambio de vida repentino.

—Creo que eso es obvio —resopló Tom tratando de mantenerse con el control de sus emociones, mientras su cuerpo temblaba en cada caricia. Sus manos comenzaban a moverse de manera involuntaria y aquello saltaba a la vista.

—No tienes línea de la suerte —dijo frunciendo el ceño, ignorando el comentario—. Y tu línea de la cabeza me cuenta que eres una persona muy centrada —La mueca de Julio dejó claro que no creía para nada aquello.

De repente, Lucia salió de la cocina apurada, alegando que tenía que dejarle un encargo a Graciela y había olvidado el paquete en la habitación.

Julio sonrió aún más ampliamente, tomando confianza al estar a solas con Tom.

—Oh, mira, aquí está tu línea del amor —dijo conteniendo una risa y Tom prácticamente saltó en su lugar—. Dice por aquí que estás perdidamente enamorado de alguien —comentó mirándolo a los ojos.

Tom pudo sentir claramente como se le subían los colores al rostro y de nuevo trató de soltarse, para él siempre fue clara su superioridad física por encima de la de Julio, sin embargo, ahí estaba, mirándole embelesado, como si no hubiese nada más en el mundo aparte de él.

Espérame al otro lado del abismo (LCDVR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora