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Tom estaba soñando. La noche parecía más larga de lo que realmente era y le permitió vagar en su subconsciente sin preocupaciones. Permaneció hundido en un mundo onírico que se veía tan real, que casi creyó que se encontraba despierto.

En el sueño estaba sentado en medio de una gran habitación, tenía cinco años otra vez y todos sus juguetes favoritos se encontraban regados en el cuarto. Había un pastel enorme para él solo, su madre le llevaba dulces para cenar y su padre aún estaba vivo.

Sin embargo, se aburría muchísimo, porque estaba encerrado en aquella bonita habitación y cada mañana se asomaba mirando por la ventana, deseando poder salir a jugar con aquel niño tan divertido que correteaba por el patio. Sonriendo, le saludaba con la mano, llamándole para que fuera con él, pero el niño jamás volteo a verle.

Durante todo el sueño, lloraba porque se sentía solo.

Julio se acomodó a un lado de Tom, con una manzana en la mano y el mando del televisor en la otra.




—Este canal tiene muy buenas películas —dijo dándole una mordida a la fruta—. Ayer pasaron Jet boy en una transmisión especial de cine francés, hoy pasarán "El final de mis días", aunque, así como estás no creo que te vaya a gustar tanto como la anterior —Él se quedó mirando la pantalla un momento y luego lanzó una exclamación—. ¡Oh! Ya está por comenzar, hay que guardar silencio, así que perdóname si hago que te pierdas algo por parlotear como un idiota —Y le dio otra mordida a su manzana.

Julio permanecería en su lugar durante la siguiente hora y a pesar de su petición de hacer silencio, comentaría cada cosa relevante de la historia.

Tom por su parte, haría lo mismo de siempre, dormir, dormir y dormir.

—¡Julio! —exclamó Graciela, su madre, al encontrarlo acostado en la cama de Tom mientras veía tranquilamente una película—. ¡Quítate de ahí! —gruñó viendo con disimulo a Lucia, la madre de Tom, tratando de saber si ella estaba molesta.

—Está bien Graciela —dijo la mujer—. Le está haciendo compañía a mi Tom.

Luego del accidente donde un vehículo desconocido les arrolló, Tom y Julio habían quedado tirados en la carretera hasta que la familia de Julio los encontró y llamaron a una ambulancia. Este último permaneció inconsciente alrededor de dos semanas, sólo para despertar en un mundo muy diferente al que conocía.

Para empezar, ni siquiera estaba en el mismo estado. Sus padres se movieron hacia el mar. La madre de Tom también lo hizo, ella vendió todas las propiedades que le había dejado su madre para poder comprar una nueva casa, muy lejos del resto de su familia. Para Julio el despertar fue muy difícil, estaba desorientado y tenía una sensación de vértigo constante que fue desapareciendo poco a poco, hasta dejar su vida en un silencio tranquilizador.

Espérame al otro lado del abismo (LCDVR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora