12

9.9K 1.3K 737
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Tom estaba sentado en la mesa del corredor techado frente a su casa. Era temprano, las nueve de la mañana y Dominik había pasado a desayunar con él porque su madre trabajaba a esa hora y Julio estaba en la universidad, la cual tenía un horario mucho más regular que la de Dom.

Ellos seguían la misma rutina los martes, lunes y jueves; Dominik compran dos cafés y dos rebanadas de pastel en una tienda cercana a su casa para que los dos comieran y luego atosigaba a Tom con sus ideas para las exposiciones de arte de la escuela.

Tom siempre se sentía un poco melancólico al verle hablar de sus pasiones con tanta energía, Dominik era un brillante estudiante en la universidad local y se enrolaba en proyectos bastante ambiciosos cada semana.

Sin embargo, ese día no estaban hablando de Dominik, sino de Tom.

—Así que tu madre no lo sabe —dijo el chico mordisqueando una enorme galleta con chispas de chocolate.

Tom suspiró colocando la cabeza en la superficie de la mesa, sintiendo el frío en su mejilla.

—No —murmuró—. Ella sigue pensando que soy su precioso niño heterosexual —Tom parecía cansado y era normal, llevaba dos noches sin dormir pensando en el asunto; últimamente Julio era demasiado descarado con sus jueguitos y era obvio que en algún momento su madre iba a darse cuenta del asunto; lo peor, iba a notar que Tom actuaba como un colegial enamorado, probablemente porque su cerebro dejaba de funcionar cuando Julio le sonreía.

Gruñó, cuando vivía en el pueblo con sus primos la idea de sentirse atraído por un hombre habría sido impensable; está bien, su primo era gay y a nadie le importaba, él mismo había apoyado a Romeo con respecto a sus preferencias, después de todo era Romeo, el perfecto Romeo, el artista, el niño prodigioso quien se codeaba con la alta sociedad.

La verdad, de alguna manera todo el mundo ya se lo esperaba, así que no fue realmente una sorpresa cuando Romeo se la pasaba saliendo con amigo íntimos los fines de semana, cuya apariencia era espeluznantemente similar a la de Julian de la Vega.

Y claro, una cosa era apoyar a tu primo gay y otra era ser el primo gay; pensar en ello le causaba ansiedad ¿Se atrevería a salir a la calle tomado de la mano de un hombre? ¿Qué hay de un beso en público? Él no estaba seguro, definitivamente era mucho más fácil estar enamorado de una mujer, pero ¿Que podía hacer? Julio le volvía loco.

—Vaya —Dominik suspiró—. Supongo que no tienes que decirselo ahora, ya sabes, si no te sientes listo no deberías forzarte a hacerlo —dijo encogiéndose de hombros.

—No —espetó frunciendo el ceño—. Yo sé que tengo que decirlo ahora, pero, no sé cómo hacerlo, estoy hecho un lio ¿Cómo se lo digo? —preguntó confundido—. ¿Que probablemente me gustan los hombres, pero no estoy muy seguro porque también me gustan las mujeres? —se cuestionó haciendo una mueca.

Espérame al otro lado del abismo (LCDVR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora