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—¡Lárgate de aquí, bestia! —se quejó Dominik abriendo la ventana de su casa, soplando para que el humo saliera.

Julio le había atrapado en sus trajines nocturnos y aunque le recibió en su casa, se había decidido a ignorarlo todo el tiempo. Aquello fue una mala idea, el muchacho se puso a fumar como chimenea, llenándole el cuarto de humo hasta que no pudo soportarlo.

Dominik ni siquiera debió dejarlo entrar, pero Beethoven hacía demasiado ruido, avisándole que había visitas afuera. Dom tuvo que abrir si quería seguir trabajando en paz, lo que no esperaba era tener que lidiar con las estupideces de Julio.

—¡Lárgate! ¡No te quiero en mi casa! —exclamó mientras colocaba el ventilador hacia la ventana. Julio soltó una risita mientras seguía sacando humo por la boca. Se había quitado los zapatos, se remangó los pantalones y se sentó en alguna parte del cuarto de Dom.

—Pues yo no quiero irme —dijo encogiéndose de hombros, para después recostarse en el suelo—. Me voy a quedar aquí toda la noche—Julio se arrastró cerca de la cama de Dominik, de donde se robó una almohada para estar un poco más cómodo.

Dominik frunció el ceño abriendo la puerta del cuarto y bajando las escaleras apurado, Julio lo escuchó repelar varias veces y luego subió comenzando a teclear en la computadora.

—¡Julio! —Le llamó—. Ven acá —Dom le hizo una seña, apresurado y molesto. Julio soltó un gruñido hasta que finalmente se asomó sobre sus hombros, con el cigarro en la mano.

—¿Qué quieres? —cuestionó encontrándose de frente con el rostro de Tom en la computadora. Era una video llamada.

—¿Julio? —Tom entornó la mirada, tratando de distinguir las imágenes en su pantalla—. ¿Estás fumando? —preguntó contrariado y Julio bajó la mano por inercia, apagando su cigarro contra el suelo de piedra.

—¿Cigarro? ¿De qué estás hablando? —Le evadió haciéndose el inocente.

—La imagen se ve borrosa —dijo nuevamente, tratando de mirar todo a detalle—. ¿Hay humo o tienes sucia la cámara? —preguntó moviéndose. El chico tenía el pelo hecho un desastre y se notaba que lo despertaron porque sus ojeras estaban marcadas. Por su lenguaje corporal Julio se dio cuenta que aún seguía medio dormido.

—Pues resulta que Julio apareció a media noche y se puso a...—Dominik había empezado a quejarse cuando su acompañante cerró la tapa de la computadora rápidamente, cortando con la llamada de golpe.

Dom y Julio se quedaron mirando. Dominik parecía a punto de decir algo, cuando Julio señaló la puerta.

—Dejé en tu refrigerador cervezas y aperitivos ¿Quieres? Los ofrezco a cambio de tu silencio.

El chico se quedó pensando, parecía dispuesto a negarse, sin embargo, el llevar tanto tiempo despierto le había dado un hambre atroz. Sopesando sus opciones decidió que ya habría más momentos quejarse.

Espérame al otro lado del abismo (LCDVR #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora