3: Información y visitas

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Información y visitas

Sebastián y Esteban estudian lo mismo. Así que más de una vez los he visto hacer tareas aquí en la casa. No me atrevo a decir que son mejores amigos, porque no lo son. Solo son amigos que trabajan en el mismo lugar y estudian juntos, la misma carrera universitaria.

Posiblemente ni siquiera tienen mucho tiempo de conocerse. Hoy, martes 16 de enero, cuando llegué de la universidad los encontré sentados en la mesa del comedor con unos cuantos libros y cuadernos regados.

Subí a mi habitación. Me bañé, dejé mi cabello suelto para que se secara naturalmente, me puse una camiseta blanca y un overol jeans que llegaba un poco más arriba de las rodillas. Bajé porque quería cereal y leche, pero solo hay leche, el cereal se terminó.

—¿Podrías preparar un jugo con algo? Tu primo tiene hambre por estudiar tanto —fue cuando habló que me di cuenta de que ellos seguían estudiando —Y seguro este chamaco a mi lado también tiene hambre.

—¿Chamaco? —dice Esteban mirándolo con el ceño fruncido.

—Sssh, estoy intentando convencerla, no ayudas. Solo mírala y no digas ninguna palabra, quiero jugo. —dijo eso en un intento de susurro, digo intento porque escuché perfectamente, me encontré con la mirada de ambos sobre mí, solo pude reír mientras me giraba quedando de espaldas hacia ellos. Haré el jugo, solo porque no tengo cereal.

Preparé una batida de fresas y unas tostadas. Se las llevé y me senté con ellos en la mesa, ya los libros estaban recogidos, al igual que los cuadernos.

—Eres la mejor prima. —dice Sebastián luego de dar el primer trago a su vaso de jugo.

Lo miré y sonreí, pero no dije nada. Con la comida no se relaja, y yo tengo hambre.

—Te quedó muy bueno. —dice Esteban, lo miro y el solo me mira serio, sin sonreír. Pero con sus cajas levantadas. Yo asentí con la cabeza.

—Gracias, pero es solo jugo, no tiene mucha ciencia.

—Siento que estoy sobrando aquí. —dice mi primo mirándonos alternadamente, yo negué mientras cerraba los ojos.

—Si te vas, —doy un trago a mi vaso mientras ambos me miran —te castro mientras duermes.

—¿Eres así de cruel? —dice Esteban.

—Claro que no muchacho, mi prima es tranquila, y creo que nunca ha agarrado un pene. No se atrevería a agarrar el mío para poder castrarme.

Me atraganto con mi propia saliva ya que me había tragado el jugo. ¿Qué tan loco puede ser mi primo como para decir cosas como esas delante de la gente?

—Oh —dice Esteban con una risita, luego sigue comiendo, y bebiendo.

—Yo me largo. —agarro mi vaso, ya no me queda ninguna tostada así que dejo ahí mi pequeño plato. Al idiota de mi primo que lo lleve a su lugar.

No me molestó lo que dijo Sebastián, bueno, tal vez sí. ¿Acaso no se puede llegar a los dieciocho años sin agarrar el órgano reproductor masculino?

Mi primo es un idiota. Un idiota al que mi mejor amiga ama, yo también lo hago, es mi primo, pero eso no le quita lo idiota. Y para colmo Esteban parecía divertido con la situación de si me atrevo o no a castrar a un hombre. Y claramente no me atrevo.
Hoy miércoles, salí con Madi de la universidad y me quedé en su casa. Llamé a mi madre para decirle que llegaría tarde a casa.

Yo no soy un juguete I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora