15: Sin enfermedades

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Sin enfermedades

Me duele la cabeza, y me duele mucho.

—Alex —escucho que alguien llama —Levántate —levanté mi cabeza y lo vi unos segundos —Pareces poseída, ¿que tienes?

—Nada.

—Ay si, las mujeres hacen a cualquiera perder la paciencia cuando dicen eso, ¿qué les cuesta decir lo que tienen? Solo nos hacen preocuparnos más de lo que ya estamos al verlas de esa manera.

—Sebastián, no exageres. Solo me duele la cabeza, ¿me traes un calmante?

—No quiero —lo miro fijamente —No me mires así, dijiste que no tenías nada y ahora quieres un calmarte. Decídete enana.

—No soy enana, y por favor, tráeme un calmante —se quedó mirándome desde la puerta y bufó antes de irse.

Me senté en la cama y minutos después llegó Sebastián con dos pastillas en una mano y un vaso con agua en la otra.

—Gracias —digo cuando me pasaba lo que había traído —Eres el mejor.

Él asintió sentándose en la cama a mi lado, me tomé ambas pastillas y dejé el vaso con un poquito de agua en la mesita que está al lado de mi cama. Sebastián se había acostado, así que lo hice yo también.

—¿Por qué te duele la cabeza? —preguntó luego de unos segundos.

—No lo sé, seguro me voy a enfermar.

—No te enfermes, no ahora.

—Eso no se puede controlar solo por quererlo tonto —dije girando un poco para mirarlo —Además, ¿por qué el interés en que no me enferme?

Él deja de mirar el techo y se gira al igual que yo quedando frente a mí, y me brinda una sonrisa ladeada.

—Porque quiero que salgamos —flexiona su brazo y recuesta su rostro en su palma —No será una cita doble, solo quiero que salgamos a divertirnos.

—Espera, ¿quién más irá además de Madi, tú y yo? —él levanta una ceja mientras sonríe y ya sé en quién pensó —¿Por qué tenemos que ir cuatro?

—Porque te conozco, y si vamos solo nosotros tres, cuando estemos allá pensarás que estás haciendo el mal tercio. Así que para evitar eso, ya invité a Esteban —yo fruncí el ceño y le iba a decir algo, pero me frenó —No me mires como si no quisieras que él vaya, y como si ese peluche no te trajera recuerdos —señaló el peluche que Esteban ganó para mí —Siempre lo tienes visible.

—Ya no sé si sigues siendo el mejor primo.

—Por supuesto que lo soy —se levantó de mi cama —Duerme para que te recuperes antes de que vayamos a salir.

(...)

—Alex —escucho que me llaman a lo lejos —Alex despierta —dice mientras mueve levemente mi hombro. Se queda en silencio y me suelta, pero segundos después enciende la luz, no se me hace fácil dormir con luz. Así que abrí los ojos.

—¿Madi?

—Sí querida, soy yo. Levántate que a las siete vamos a salir y ya son las cinco y media —me quedo mirándola por unos segundos, procesando lo que dijo.

Yo no soy un juguete I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora