11: Personas nuevas

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Personas nuevas

Pasamos el domingo sin mucho que hacer, se podría decir que la pasamos descansando mientras veíamos una serie mi madre, mi primo, mi mejor amiga y yo. Los padres de Madi salieron así que ella decidió pasar la mañana y la tarde con nosotros. En ésta casa todos la amamos, así que no hubo ningún problema.

—Pongan la serie en pausa, Madi y yo iremos por comida.

—No tarden, mientras más tarden, más tarde se terminará ésta capítulo —dijo mi madre mientras buscaba su celular —Responderé algunos mensajes mientras regresan.

Los tres nos reímos, y ella nos miró de una manera extraña así que Madi y yo nos fuimos rápido a buscar palomitas, refrescos, chocolates, gomitas. Cuando regresamos Adriana dejó su celular a un lado y quitó la serie de la pausa haciendo que siga corriendo. Le ha gustado la serie. Se terminó ese capítulo y estaba por iniciar otro.

—Deberíamos tener los domingos para pasarlo en familia y ver series y películas, ¿no creen?

—Sí lo creo —dice Sebas.

—Madi, habla con tus padres para que te dejen venir todos los domingos, y tal vez un domingo de éstos en vez de quedarnos aquí salgamos para algún balneario o algo parecido.

—Mami, me alegra bastante la idea pero, ¿te sientes bien? ¿completamente bien? —le digo mirándola de con el ceño fruncido.

—Claro, ¿por qué la pregunta?

Madi, Sebastián y yo nos miramos.

—Nada, solo. Solo quería estar segura. Solo eso.

Los demás asintieron con la cabeza al igual que yo. Y ella solo se rio y seguimos viendo la serie. No sé si preocuparme o alegrarme en este momento.

(...)

Al salir de la universidad pude ver a Esteban, me di la vuelta para que él no me viera pero no funcionó.

—Alexa —lo miré —¿Cómo estás? ¿pensaste lo que te dije?

—Bien, sí —acomodé mi mochila en mis hombros —Pensé en que eras un tonto —él frunció en ceño y yo me di la vuelta para seguir caminando sin destino definido. Pero él me detuvo.

—¿Y por qué?

—Piénsalo.

—No —se puso frente a mí —Así no funcionan las cosas, tienes que decirme.

—Bien —me crucé de brazos —¿Cómo puedes decirle a alguien que te gusta y luego irte a hablar con una chica a la cual se le nota a kilómetros que está interesada en ti? —él se quedó pensando unos segundos y luego se ríe mientras me miraba a los ojos.

—¿Te refieres a Dayana? Yo no estoy interesado en ella. No soy tan loco como para decirte que me gustas y luego coquetear con otras —lo miré de manera acusatoria, y él entendió lo que quise decir —No Alexa, no estaba coqueteando con ella.

—Pues díselo a ella, porque parece que ella no piensa igual —le pasé por el lado mientras seguía caminando y el volvió a interponerse en mi camino. Se puso frente a mí otra vez y en un rápido movimiento me dio un beso en la comisura izquierda de mis labios, yo abrí mis ojos como platos y de manera automática llevé mi mano izquierda a donde hace segundos estuvieron sus labios. Él me brindó una dulce sonrisa de labios cerrados.

Yo no soy un juguete I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora