Yo no soy un juguete I y II

11: Escuchando en secreto

Escuchando en secreto

Giré en una de las esquinas de los pasillos de la escuela, vi a Diego y me quedé ahí, debatiendo de sí debía ir o no a saludarlo mientras volvía un poco sobre mis pasos para quedar detrás de la pared de la esquina. Digo, él me ha saludado a mí más de una vez mientras estoy en los casilleros, ¿seria muy raro que fuera yo ahora? Ay no sé, mejor no, ¿o sí? Ay no. Recosté mi cabeza el la pared detrás de mí. Bueno, solo un saludo. Salí de mi escondite improvisado pero me devolví al ver que le llegaba compañía. Pero saqué mi cabeza para poder mirar.

—Diego, cariño, por fin te encuentro —dijo la chica para luego besar su mejilla —¿Qué es lo que tenías que decirme?

—Creo que es mejor que nos separemos —dije cerrando mi casillero.

¿Así se termina una relación? Sin el típico “no eres tú soy yo". Vaya, que manera tan directa, y ni siquiera la miró al decirlo, en el rostro de la chica rubia solo se dibujó una sonrisa, y esto me está confundiendo.

—Es una broma ¿verdad? —dijo borrando su sonrisa y mirándolo, pero él negó con la cabeza —Pero si tú y yo nos vemos perfectos juntos —Diego se cruzó de brazos y recostó su espalda en los casilleros —Yo sé que últimamente las cosas no son perfectas entre nosotros, pero pueden mejorar, de verdad pueden mejorar.

—Lo siento Abby, pero sabes muy bien que no pueden mejorar.

Desde aquí no podía ver bien sus ojos, pero según yo sé estaban cristalizando. Creo que debería irme, no debí escuchar nada de la conversación en primer lugar, esto es algo entre ellos que a mí no me involucra.

—De verdad estás ¿terminando conmigo?

—Pues, sí.

—¡Eres un idiota! ¡estúpido! ¡¿acaso sabes todos los chicos que están locos por estar conmigo?!

—¿Por qué no estás con uno de ellos entonces? —dijo él con el rostro serio.

—¡Te odio Diego! ¡te odio! —y se fue llorando por los pasillos.

Ellos no estaban solos en el pasillo, sin contarme a mí que me encontraba prácticamente escondida, eran como cinco aparte de ellos, pues esos cinco pares de ojos se quedaron mirando a Diego mientras la chica pasaba corriendo casi cerca de mí. Y realmente creo que esa fue una terrible manera de terminar una relación, pero ¿qué sé yo de relaciones si nunca he tenido pareja?

Ahora sí, por fin me alejé de Diego y caminé hasta ver a unos metros a mi mejor amiga hablando con el chico que juega basketball, Steven.

Cuando me acerqué él ya se estaba marchando, así que no escuché nada de su conversación.

—Estás como que hablas mucho con Steven.

—¿Celosa querida? —me preguntó con una sonrisa plasmada en su rostro, yo negué repetidas veces —Es mi amigo, tranquila.

(…)

—Debes ayudarme a lavar los platos.

—No lo haré Alex.

—Vamos Sebastián, si me ayudas terminaré más rápido.

—No quiero ayudarte.