12: Puntos de vista

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Puntos de vista

Terminamos de cenar, y nos quedamos todos hablando. Cuando ya eran las diez de la noche, decidimos que ya era hora de ir a casa. Cuando entramos al auto de mi madre, me quedé mirándola.

—¿Qué? —dice al abrocharse el cinturón, luego me mira —¿Por qué me miras así?

—Por nada, solo —sonrío —Me cae bien, parece un buen tipo.

Ella también sonríe, y hasta Sebastián lo hace luego de levantar su mirada de la pantalla del celular. Lo tenía en las manos desde que salimos del restaurante.

—Estoy de acuerdo con Alex, él y Alice me caen bien —dice Sebas —La que no me agrada, y no la conozco, es la madre de Alice, ¿cómo se atreve a decir que somos malas personas?

—Es normal, supongo —dice mi madre sin apartar la vista del frente y mirándonos de reojo por el retrovisor —Ella puede pensar que John quiere apartarla de su hija. Así que es normal que ella se comporte de esa manera.

—Pero Alice ya es grande y puede decidir, no es necesario que quiera envenenarle la mente —digo cruzándome de brazos y pegando mi espalda al espaldar del asiento.

—Su madre solo tiene otro punto de vista, es todo.

—Sí —concuerda mi primo con mi madre —Sin duda parece ser eso.

A la mañana siguiente desperté temprano y me preparé para ir a la universidad, tengo clases y no me gusta perder clases. Me fui sin desayunar, ¿razón? No había cereal, solo había leche así que decidí comprar algo por el camino, pero pensé que en el tiempo que estaría comprando y luego comiendo lo que compraría, dejaría ir la oportunidad de llegar temprano a clases. Ya desayunaré en alguna hora libre.

Los minutos pasaron, y con ellos las clases mientras mi hambre se incrementaba. Realmente tengo hambre, y no estoy en clases porque son las doce y a ésta hora no tengo clases, sino hasta las dos de la tarde, y a las cuatro me voy para mi casa. Y estoy segura que no podré soportar tanto tiempo sin echar nada en mi estómago, y no compraré nada en el puesto de la otra vez, no me cayó muy bien que digamos.

—Alexa —no puede ser —Alexa, hola.—yo no dije nada, solo le brindé una sonrisa de labios cerrados —Me gustaría hablar contigo.

—¿Conmigo? ¿y de qué hablarías conmigo? —digo haciendo pequeñas pausas en cada sílaba él solo me miró seriamente.

—Te invito a comer ahora si quieres.

Es una oferta tentadora, muy tentadora en realidad. Así que la comida es la razón por la que estamos sentados comiendo hamburguesas, papas fritas y refresco en McDonald’s.

Él se quedó mirándome seriamente, así que dejé de comer y lo miré también. Él se queda en silencio unos segundos, hasta que pone sus codos en la mesa, junta sus dedos y deja reposar su barbilla ahí.

—¿Por qué me besaste?

¿Qué?
¿Acaso está loco?
¿Para qué pregunto?
¡SÉ QUE ESTÁ LOCO!
Y que bueno que solo estoy hablando en mi mente, de no ser así todos me mirarían aquí.

—¿Disculpa? Porque si mal no recuerdo, y no recuerdo para nada mal, ambos nos besamos, ambos nos acercamos al otro y nos besamos. Y la que debería preguntar eso soy yo idiota.

—Sí, en dado caso no me arrepiento —dice y sigue comiendo, yo hago lo mismo mientras nos quedamos en silencio.

—Estás loco.

—Si, lo sé. Estoy loco porque me gusta una chica increíble que conocí hace poco y es prima de un amigo mío. Estoy loco.

Yo no dije nada, solo me quedé mirándolo unos segundos mientras él solo seguía comiendo, sin levantar la mirada ni nada, solo seguía comiendo. Y amo la comida, pero justo ahora no sé que hacer, si seguir comiendo o salir de aquí. Porque pensándolo bien, él acaba de decir que yo le gusto. Aunque eso era obvio ya que antes nos besamos, si yo no le gustaría no me habría besado, supongo. De todas formas es la segunda vez que me lo dice.

Yo no soy un juguete I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora