14: Sueños y nervios

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Sueños y nervios

"Caminé a la salida de la tienda, Esteban estaba esperándome al lado de su jeep, el problema es que a la derecha había un Esteban, y a la izquierda había otro. Sé que es imposible que hayan dos, pero es lo que estoy viendo; están vestidos igual, misma altura, mismo peinado, y ambos usan una gorra que cubre prácticamente hasta la mitad de sus rostros.

Estuve unos segundos detenida en el mismo sitio, no quería dirigirme hacia el equivocado. Sonreí, y caminé a paso acelerado hacia donde el que estaba a mi izquierda y sin pensarlo dos veces ni detenerme a mirar su rostro, lo besé, y él correspondió a mi beso.

—¿Y si besabas al equivocado? —preguntó con una sonrisa cuando nos separamos —Me besaste sin saber quién era yo realmente.

—No —dije tocando su mejilla con mi mano derecha y levantando un poco la cabeza para poder mirarlo a los ojos —Te besé porque estaba completamente segura de que eras tú.

—Vaya, creo que  gasté todo mi tiempo al arreglarme para quedar igual a ti, ¿y para qué? para nada. Ella parece no confundirte nunca —dijo el muchacho —Yo mejor me voy, estoy haciendo un mal tercio.

Y Esteban me abrazó colocando su barbilla en mi cabeza mientras yo me acurrucaba en su pecho y el me rodeaba con sus brazos. Yo recostada en él, y el recostado del jeep».

Abrí mis ojos porque pensé que había escuchado que me llamaban, y me encontré con mi madre.

—Alex, no me siento cómoda si te dejo dormir sin cenar. Levántate —dijo y yo me senté en la cama —Tú podías hacer la cena Alexa, y no la hiciste, ¿es que acaso piensas que Sebastián y tú no comen o qué? Tienes suerte de que él haya cenado con Madison, ¿pero si no hubiese sido así? Ya tienes la edad suficiente para aprender a hacer las cosas por ti para ti misma.

—Lo siento, es que tenía sueño y estaba cansada. Además, comí cereal y leche.

—Eso no es cena, baja que te compré algo para que cenes de verdad.  Apresúrate.— dijo al tiempo que se levantaba de mi cama.

Yo asentí con la cabeza, me levanté y me dirigí al baño. Para luego ir a cenar a la cocina.

(...)

—Aquí tienes tus portarretratos —le digo extendiéndole la bolsa.

—Gracias querida. Eres la mejor.

Yo solo asentí lentamente en su dirección.

—Tuve un sueño raro.

—En una escala del uno al diez, ¿qué tan raro? —pregunta revisando los portarretratos.

—Mm... Bueno, ¿cómo podría calificarlo? No sé en qué número, pero fue raro.

—Pues adelante, cuenta —dijo dejando la bolsa a un lado y mirándome, le conté el sueño tal y como lo recordaba, pero en la expresión de su rostro me dice claramente que le emocionaba. —¿Y si se vuelve realidad? Sería muy lindo, ¿cierto? Claramente obviando la parte del chico copia de Esteban.

—Fue un sueño raro Madi.

—Bueno, tal vez eso es lo que tu corazón anhela que suceda, quiere estar junto al corazón de él.

Yo no soy un juguete I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora