16: Planes y recuerdos

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Planes y recuerdos

Cada día que pasa, o que paso hablando con Esteban, lo voy conociendo más. Y aún no puedo creer que me guste un chico menor que yo, por meses, pero menor de todas formas.

Me gusta, y lo compruebo al quedarme mirándolo comprar las boletas y luego las palomitas, chocolates y refrescos, al haberme dejado elegir la película, al descubrirlo mirándome cuando yo, disimuladamente hago lo mismo. Y por alguna razón, no me dejó ayudarlo a pagar.

Solo pasaron unos días hasta que decidimos que iríamos al cine, luego a algún otro lugar. Así que estamos juntos desde las cinco de la tarde, cuando él pasó por mí.

—No es que me moleste pero, ¿por qué te dejé elegir una película romántica? —dice intentando tomar palomitas, pero yo las aparto, y él se queja. Decidimos comprar dos vasos de refresco pero solo un cubo bien grande de palomitas, el cual obviamente compartiremos. Y me guardé los chocolates.

—Porque no es solo romántica, tiene comedia, ya verás que te gustará.

—Y... ¿por qué vamos a ver una que tú ya viste? —me pregunta intentando otra vez agarrar un puñado de palomitas, pero vuelvo a impedírselo ya que aún no ha empezado la película.

—Porque hace tiempo que no la veo y porque tú nunca la has visto —lo miro al dar mi según yo, obvia respuesta, y él solo me sonríe negando con la cabeza. —¿Qué?

—Espero que sea buena —dice acomodándose en su lugar, y ahora sí, coloco las palomitas de manera que a los dos se nos haga posible comer, ya que está por empezar la película.

—Vaya, esa Margaret es malvada —me dice casi en un susurro, y una chica detrás de nosotros nos manda a callar, es mayor que yo. Solo le sonrío y mantengo mi vista al frente.

Sé que la película está gustándole aunque no parezca del estilo de película que él buscaría para ver, lo sé porque está concentrado viéndola, sonríe, hace gestos y todo. Le gusta la película, o eso parece.

Nos terminamos las palomitas y los refrescos mucho antes de que la película terminara, entonces le di uno de los chocolates que compramos, a mas bien, los chocolates que él compró.

Nos encontramos sentados en un restaurante familiar, en el cual hay unas cuantas familias con niños menores de diez que deberían estar durmiendo, son alrededor de las nueve de la noche y ambos tenemos hambre así que decidimos cenar, pero ahora no lo dejé pagar todo. Ambos nos decidimos por espagueti, y me hizo recordar la película infantil 'la dama y el vagabundo'.

—Admito que la película no estuvo tan mal.

—Ay por favor Esteban, la película estuvo genial.

—Es que —se queda pensando unos segundos —Las película de ese tipo, sabes desde un principio que quedarán juntos, entonces, ¿para qué verlas?

—¿Qué clase de pregunta es esa? —lo miro cruzándome de brazos —Aunque sabes que quedarán juntos, lo interesante es saber todas las cosas que tendrán que pasar y superar para poder estar juntos. Eso es lo que la hace interesante. Porque estoy segura de que no te esperabas los cánticos en el bosque, o el choque de sus cuerpos, o la existencia de la fábrica de bebés, o al principio, cuando el ave se llevó al perro. La película está llena de sorpresas. Por eso me encanta.

Yo no soy un juguete I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora