4: Baile y películas

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Baile y películas

—Entonces —dice mirándome —¿Me voy ya o te hago compañía para que no te quedes sola?

Le sonreí, no sé por qué, solo lo hice. Hace muy poco empecé a conocer a éste chico, y no me molesta su presencia.

—Puedes quedarte —le digo y empiezo a caminar hacia el mueble que está frente a la televisión —Siempre y cuando no me molestes.

—Yo no soy una molestia. —dice y se sienta en el mueble, no tan cerca de mí. Respeta mi espacio, eso me gusta —O al menos espero no serlo.

Sonrío de labios cerrados y se produce un silencio entre nosotros, pero no es incómodo. Todo este tiempo, desde el momento que vine a comer cereal y leche. He puesto un canal de películas, no he prestado atención a lo que han estado dando todo este tiempo, y sigo sin hacerlo.

—¿Tienes hermanos? —pregunto, aunque ya sé la respuesta.

—Sí, dos. Diana y Gabriel —me responde mientras abre el libro —¿Y tú?

—No, lo más cerca que tengo a un hermano es a mi primo y a mi mejor amiga. Soy hija única. Creo —él aparta los ojos del libro y me mira.

—¿Crees? ¿Qué pasó con tu padre? ¿No tienes medio hermanos de su parte?

Yo nunca hablo de mi padre, no porque no quiera, sino porque no sé que decir de él. Así que miré a Esteban, el cual aun me estaba mirando. Y me encogí de hombros.

—A mí también me gustaría saber.

—Oh, vaya —su mirada ahora parecía pedir disculpas, y cambió de tema —Y... ¿qué te gusta hacer?

—Muchas cosas, entre ellas bailar, dibujar, editar, diseñar. Ya sabes, lo normal.

—¿Lo normal? —pregunta divertido y yo asentí de manera divertida al igual que él— ¿Qué es lo que estudias?

—No creo que eso sea importante ahora —me puse de pie y fui a la cocina, iba a tomar agua pero vi helado de chispas de chocolate, así que tomé agua, agarré dos cucharitas y me fui con el helado hacia el mueble, y le extendí una cucharita —¿Quieres? —él la agarra y sonríe.

—¿A quién no le gusta el helado? Claro que quiero Alexa.

Seguimos hablando mientras comíamos helado, supe que le gusta el deporte, leer (pero no es amante de la lectura como yo), dibujar (aunque eso ya lo sabía), tocar el piano... Y me doy cuenta de que soy mayor que él, por unos meses.

—Creo que ya me tengo que ir, es un poco tarde. —dice mirando la hora en su reloj, acaban de ser las nueve —Hablamos luego, te cuidas hasta entonces. —dijo con una sonrisa mientras caminábamos hasta la puerta.

—Tú igual.

(...)

—Respira y repítelo, pero esta vez hazlo de una en la que yo pueda entender lo que dices.

—Habló con mis padres sobre nuestra relación, y ellos estuvieron de acuerdo ¡Nuestra relación es completamente oficial! —dice mi mejor amiga al otro lado de la línea, y le sonrío a la nada porque sé que no puede verme.

Yo no soy un juguete I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora