Connor Aldrin.
—¡Estoy nervioso!, ¿Escuchaste? Lo estoy... ¡Mucho!— le dije de forma alterada y con bruscos movimientos de manos.
—Escuché— me respondió ella con una leve risilla.
—¿Qué demonios es gracioso?— le pregunté luego de inclinar un poco la cabeza para lograr verla mejor y fruncir el ceño.
—Yo te dije lo mismo hace unos meses y tú me dijiste que todo iba a estar bien.
—No podía decirte o demostrarte lo contrario; pero he estado asustado desde que me lo dijiste y he querido ponerlos en una maldita burbuja a ambos.
—¿Cómo de hámster?— preguntó riendo con ambas manos en su enorme vientre.
-Justo como esas- asentí con la mirada baja, un tanto avergonzado por tal grado de paranoia.
-Connor- me llamó suavemente entonces volví a colocar mi mirada sobre la suya luego de meter ambas manos en los bolsillos de mi pantalón de vestir.
-Me hubiera gustado estar en una esfera de hámster. Me hubiera sentido segura. Además no hubiera tenido que caminar, hubiera estado rodando por toda la ciudad.
Me acerqué a ella aún riendo y vi como estaba usando sus tacones con las correas desatadas.
Me senté delante de ella, me deshice de mis zapatos y luego de sus probablemente agotadores e incómodos tacones. Le coloqué mis zapatos y después los ajusté por las cintas lo más que pude pero eran enormes para sus pies y por eso era seguro que se le salieran.
-Gracias.
-De nada- me coloqué sobre mis rodillas y coloqué mis manos sobre las rodillas de ella al tenerlas justo frente a mi.
-Hay que irnos, tenemos que ir por unas cosas a la casa y hacer varias llamadas.
-Lamento que no te puedas quedar.
Me levanté de forma lenta, me incliné y logré besar sus labios de forma inesperada. Sentí una sonrisa formarse en sus labios entonces me aparté.
-Era un evento especial pero se acaba de convertir en uno mucho mucho mucho mejor.
Le di mis manos y la ayudé a levantarse de la pequeña silla giratoria.
-¿Lista?
-Sí- respondió sonando bastante calmada y con un confiado asentimiento de cabeza.
-Entonces yo también- tomó su pequeño bolso del escritorio y comenzó a caminar fuera de la oficina a la cual habíamos entrado simplemente para hablar en privado.
La observé unos segundos y no pude evitar reír, su caminar era bastante gracioso, no sólo por mis enormes zapatos sino también por su contoneo.
-Deja de reírte de mi- me miró sobre su hombro con adorable puchero.
-Sí, lo siento- respondí en un tono más serio.
Estuve a punto de caminar hacia ella cuando extendió una de sus manos a mi dirección pero levantando tan sólo un dedo le hice saber que debía esperar.
Regresé y tomé sus tacones.
Ella miró sus pies, después mis manos y rió.
-¿Cuántos pares de zapatos perderías sin mi?
-No tengo idea- me dijo divertida.
-Suerte que me tienes.
Tomé su mano con mi mano libre, entrelacé nuestros dedos y salimos.
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Cuando la vida se complica
Teen FictionRiley Bellamy tenía problemas en su inexistente vida amorosa. No era el tipo de mujer que un hombre quería; Ella era feminista y era conocida por eso pues era una famosa escritora de libros de consejos y autoayuda para mujeres además de comunicadora...