Capítulo 32 - Un mar de gente en esta habitación y yo sólo te estoy viendo a ti.

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Riley Bellamy.

Tomé todas mis maletas con una sola mano ya que en la otra iba sosteniendo alto el gancho con mi vestido para la boda.

—¿Qué demonios estás haciendo, Riley?— me pregunté mientras corría en el aeropuerto de Nueva York y me aproximaba a la salida a la ciudad para buscar un taxi —¿En serio harás esto? ¿Vas a ir a esa boda? ¡Dios ni quiera había vuelto a Soho desde ese día!

Me di media vuelta y comencé a alejarme de la puerta.

—No, no puedo hacer esto.

Me senté en una banca dejando todo a mi lado y cruce mis piernas después para luego comenzar a tomar respiraciones profundas.

—No puedo ir a esa boda y nadie me va a obligar a hacerlo.

Me levanté de la banca, tomé mis cosas una vez más y comencé a caminar hacia una de las taquillas, necesitaba un vuelo a Seattle.

Necesitaba ir a mi casa, quería ir a mi casa. Quería estar ahí y no aquí.

—Nadie puede obligarme— continué hablando sola como si eso fuese muy normal y luego de un rato compré mi pasaje.

Volví a la banca y de nuevo me senté y dejé las cosas a un lado.

Mi celular comenzó a sonar y eso me hizo sobresaltar.

Vi que era una llamada de Piper y respondí.

—Riley, ¿En dónde estás?

—En el aeropuerto.

—¿No consigues un taxi? Tyron ya nos está arreglando a todas.

—No voy a ir.

—¿Qué?— preguntó un tanto confundida.

—No puedo ni quiero ir, así que simplemente no lo haré.

—¿Hablas en serio?

—Muy en serio.

—Oh.

—Ya compré un boleto a Seattle así que nos veremos cuando regresen,  los extraño demasiado.

—Espera, ¿Vuelves a Seattle?

—Si, por eso te dije que nos vemos allá.

—¡Eso es genial!, ¡No puedo creerlo!— dijo emocionada.

—¿Qué no puedes creer?— escuché a Milles preguntar.

—Riley volverá a Seattle al fin.

—¡¿Es en serio?!— preguntó emocionado por lo que no pude evitar reír.

—Nos veremos allá.

—De acuerdo, te amo.

—Y yo te amo a ti— finalicé la llamada y guardé mi celular en mi bolsa.

—Ugh, por favor dime que no hablabas con Damian.

—Connor...¿Qu- qué haces aquí? — tartamudee tontamente al verlo frente a mi.

—Vine por ti, ¿Qué no es obvio?— preguntó mientras miraba su letrero con "Riley" escrito.

—Oh.

—¿Tardé mucho?

—Algo.

—Mejor tarde que nunca, ¿O no?

Tomó mi equipaje y comenzó a caminar a un paso acelerado.

—Apresúrate, me caso en un par de horas— dijo emocionado y viéndome con una amplia sonrisa por sobre su hombro.

Cuando la vida se complicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora