Capítulo 29 - Me está gustando estar a solas contigo.

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Volví a la habitación de Emily. Me senté recargada a la pared contraria de la ventana para poder ver a través de ella el hermoso cielo.

Encogí mis piernas y abracé éstas mientras echaba un vistazo a cada rincón de la habitación. No había nada ni nadie a mi lado.

Me levanté y salí de esa habitación para después buscar mi celular. Cuando finalmente lo encontré lo tomé y volví al cuarto de Emily.

Llamé a Piper pero no contestó.

Dejé el celular a un lado y de nuevo me senté en la alfombra.

Llevé ambas manos a mi vientre y las mantuve ahí por un par de minutos.

Me dejé caer de costado lentamente hasta quedar recostada. Cerré los ojos y me abrecé por los codos.

Luego de lo que yo creía media hora me levanté y salí de esa habitación. Limpié por debajo de mis ojos. Mi maquillaje debía estar todo corrido pero no me importaba.

Sorbí mi nariz luego de peinar mi cabello hacia atrás con las manos y lo mantuve ahí hasta que entré a mi cuarto.

Abrí mi closet y ahí encontré una pequeña diadema con una tiara que yo había comprado para Emily. La tomé y sonreí al verla. Era muy bonita y era lo primero que había comprado para ella.

Entré en mi armario y corrí hasta el mueble en donde se encontraban mis bolsas. Tomé mi juego de maletas más grandes y comencé a llenarlas con las cosas que me servirían en Oregon.

Salí del armario cargando varias maletas. Las coloqué en la cama y en una de ellas eché todo lo que tenía en mi tocador.  Cuando terminé de empacar las cerré. Tomé mis 4 maletas como pude y tiré de ellas. Salí de mi habitación. Dejé las maletas en el pasillo y agarré mis llaves. Una vez más tomé mis maletas y abrí la puerta principal.

-Hey...

-Damian, hola- lo saludé un tanto bajo y después guardé las llaves de mi auto en los bolsillos de mi pantalón.

-¿A dónde vas?

-Creo que a Oregon. Necesito a mi mamá.

-¿Cómo justo ahora?- preguntó confundido con el ceño fruncido mientras señalaba mis maletas.

-Eso creo.

-¿Tienes tu boleto?

-No.

-¿Tu mamá sabe que vas para allá?

-No- volví a responder.

-Creo que fue algo de último momento.

-Creo que si.

-¿Te ayudo con tus maletas?- estiró su mano para tratar de tomar una de mis maletas pero yo la  empujé haciéndola caer a mi costado -Tomo eso como un "No"

-Olvidé que vendrías y que saldríamos.

-Se nota- rió un poco mientras me miraba con sus ojos azules.

-Lo siento, es sólo que no puedo estar aquí. Es demasiado, cada rincón de esta casa me recuerda  a ella y todos aquí igual lo hacen. No me gusta.

-¿Y quieres huir?

-Necesito tiempo para mi, pero necesito estar tranquila. No así- me señale de pies a cabeza y él sólo me miró con su cabeza un tanto ladeada -Parezco una loca, ¿Cierto?

-No, pareces alguien que no la está pasando bien.

Comencé a retroceder con todas mis maletas en mano y al dejarlas a un lado le hice una señal de que entrara.

Cuando la vida se complicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora