Hola a tutti!!! Os agradezco infinito vuestro apoyo por mi examen. Ya os contaré si conseguí algo... He de decir que esta primera escena que vais a leer no existía en el manuscrito original, pero debido a un error que he cometido en la redacción del capítulo anterior, todas habéis pensado que Sarah y Brodick fueron descubiertos en plena faena. En realidad, Sarah se daba cuenta de que había guerreros pululando por el establo y nadie en concreto los pillaba, pero en vista de la expectativa que se ha creado y de que este capítulo era cortito, me he decidido a crear una escena nueva (aunque no está muy pulida). Espero que os guste! Feliz lectura!!!
Brodick farfulló una maldición entre dientes y juró por todo lo sagrado que algún día, no muy lejano, se cobraría todas y cada una de las burlas que estaba teniendo que soportar.
Cuando salió de la cuadra donde había retozado con Sarah, se encontró con el motivo por el que ella no le había dado la contestación que se merecía.
Con los brazos cruzados sobre el pecho, apoyado de forma disipada contra el travesaño de una cuadra y con una estúpida sonrisa pegada a la cara como si estuviera contemplando a un pequeño zagal rezongando con su también pequeño mastín, Liam MacNeil masticaba una brizna de paja de la manera más disoluta que un hombre podía permitirse, sobre todo teniendo en cuenta las ganas que Brodick tenía de hacérsela tragar.
—A eso lo llamo yo dotes de mando —espetó con sorna—. Me refiero a la dama, obviamente...
—Liam... —advirtió en tono bajo y amenazante.
—No te reconozco, primo. Y yo que pensaba que estarías incendiando el establo por el atrevimiento de estos Rose... Tch. Y resulta que con dos arrumacos te repliegas.
—¿Echas de menos tener una pierna lisiada? —preguntó en un claro intento de incomodar a su primo con el recuerdo de los meses en que anduvo cojeando tras el ataque de MacDonald a sus tierras.
—Claro que si yo tuviera semejante incentivo, quizá...
En un segundo, Brodick tenía agarrado por la pechera de la camisa a su primo.
—¿Quizá...? ¿Qué? Continúa, por favor. —Ofreció en tono sibilino.
—No —respondió con jovialidad. Era evidente que no se sentía amenazado—. Creo que no conviene... Eres un poco irascible en lo que respecta a la dama.
—Soy irascible siempre —le corrigió.
—También podría verse así. ¿Viene entonces la señora al rescate? —Liam seguía con aquel tono sarcástico y aquella medio sonrisa ladeada.
—¿Para qué preguntas lo que ya has oido?
—Eso también es verdad. Entonces habrá que ponerse en marcha —propuso al tiempo que empujaba los hombros de Brodick para que le soltase—. Venga, hombre, suelta de una vez. Ya sabes que no iba en serio.
Renuente, abrió los puños y dejó que la camisa resbalase de sus dedos. De todos modos, no iba a golpear a su primo por mofarse de él, no lo golpearía por nada del mundo; mucho menos por hacer gala de un buen humor que él mismo estaba provocando con su actitud inmadura.
—Di a los hombres que los quiero formados en la puerta en quince minutos.
—A sus órdenes, capitán —respondió el joven al tiempo que se sacudía la ropa y echaba a andar hacia el exterior.
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La ofrenda
Historical FictionEl hermano de Lady Sarah de Rose ha desaparecido poco después de la muerte de su madre. Ante la apatía de su padre y la difícil situación de su clan, la joven doncella está dispuesta a todo, incluso a renunciar a su futuro y a su honor, con tal de a...