Sarah temblaba. Sentía una congoja profunda nacer en su estómago, en su pecho. El beso de Brodick no era lo que ella había esperado. Su experiencia previa no podría haberla preparado para el crisol de sensaciones que la atravesó como un rayo, desde el mismo momento en que él había rozado sus labios.
No había podido evitarlo. No había querido tampoco. Que Dios la ayudase, pero había necesitado esto desde el momento en que lo había visto por primera vez, solo que no lo sabía. Puede que lo hubiera estado esperando toda su vida, porque nada de lo que había vivido con anterioridad le había hecho sentir tanta dicha, tanta necesidad. Cuando sintió los brazos de Brodick rodeando sus hombros, todo su cuerpo volvió a estremecerse por el contacto.
Y después, su boca... Casi se desmaya cuando él le había plantado los labios, firmes y suaves, contra los suyos, primero con primitiva necesidad, después con una suave seducción. Se sentía mecida por aquella poderosa sensualidad, arropada por su cuerpo grande y protector.
El beso era tierno, dolorosamente dulce y muy caliente, tan caliente que sentía que se quemaba. Sarah se preguntaba cómo podía haber llegado a los veintiún años sin descubrir semejante placer.
Su mente se fracturaba; solo quería perderse en la boca masculina, luchar con su lengua y dejarse llevar por aquel erótico vaivén de sus cuerpos. Entonces él se separó, apenas un poco, y lo que vio en su mirada la hizo temblar de nuevo. Sus ojos negros eran la imagen de la lujuria, de la necesidad. Eran casi amenazadores. Sarah pensó entonces que este hombre podía ponerla a suplicar de rodillas para que no destrozase su corazón. Y a pesar de ello quería más, necesitaba volver a sentirlo. Y él se lo dio.
Presionándola contra las tablas, Brodick se apoderó de sus labios, pero esta vez el beso fue algo más que un contacto tierno e intenso: este beso era posesión en estado puro. Sus manos la sostenían por la cintura, manteniéndola inmóvil, mientras su lengua recorría con ansia cada rincón de su boca, como si no tuviera suficiente, como si hubiera pasado hambre un siglo entero y ella fuera su primer alimento, del mismo modo en que ella se sentía.
Sarah luchaba contra las emociones que la embargaban y que no podía negar; se sujetó con fuerza del cabello de Brodick y pegó su cuerpo todo lo que pudo contra él. La mano masculina, cálida y fuerte, se paseó por su cintura, subiendo, presionando sus costillas. Poco a poco la acarició hasta posarse sobre uno de sus senos, rozó la tierna carne a través de su vestido, arrastrando sus dedos por la redondeada superficie, tentándolo, adorándolo hasta alcanzar con la yema de su dedo pulgar la piel más sensible del pezón e incrementando la presión allí.
Sus ojos se abrieron de par en par y la sensación extrema la atravesó como un rayo, mandando una descarga de reconocimiento entre sus muslos. La otra mano de Brodick fue descendiendo hasta sus caderas hasta sujetar una de sus nalgas y apretarla contra su fornido cuerpo.
Iba a desmayarse ¡Por Dios que este asalto a su cuerpo iba a conseguir que su corazón se parase definitivamente! El calor quemaba sus pechos, su entrepierna; un fuego ardía en sus entrañas y notó una humedad allí que la hizo temblar de miedo. Y, sin embargo, su cuerpo parecía gritar por más, deseando un mayor contacto, una mayor presión, embargada de un anhelo que no comprendía.
Brodick abandonó su boca y fue besando y lamiendo con su lengua su mejilla, su oreja, su cuello... Echó su cabeza hacía atrás, consumida por las sensaciones que atravesaban su cuerpo; sus ojos se llenaron de lágrimas, aunque era incapaz de saber por qué. No podía pensar. Su piel ardía allí donde él posaba sus labios. La creciente ansiedad se hizo insoportable cuando le mordió levemente en la unión de su hombro y su cuello, a la vez que presionaba sus caderas contra ella. Notó la dureza de su excitación contra la unión de sus muslos y sintió que su mente explotaba.

ESTÁS LEYENDO
La ofrenda
Ficción históricaEl hermano de Lady Sarah de Rose ha desaparecido poco después de la muerte de su madre. Ante la apatía de su padre y la difícil situación de su clan, la joven doncella está dispuesta a todo, incluso a renunciar a su futuro y a su honor, con tal de a...