Capítulo 33

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Después de recuperarse del shock anterior, Shinomiya trotó hasta la cafetería para encontrarse con una multitud de chicas rodeando algo. Sabía que su prioridad era encontrar a Mutsumi, pero su curiosidad pudo más para ver qué era lo que tenía vueltas locas a las chicas. No se esperó ver a quien buscaba en medio de ese extraño tumulto.

– ¡Mutsumi-senpai! ¡Por favor acepte esto! – Gritó una de ellas, entregándole a Asuma una caja rosa haciendo una reverencia.

– ¡Mutsumi-san! ¡Acepte el mío también! – Fue el grito de otra de ellas. Y realmente, como todas las chicas hablaban al mismo tiempo no se entendía bastante.

– Todas son muy amables pero si me disculpan tengo que irme. Le prometí al delegado que le ayudaría con la fiesta de San Valentín – Fueron las palabras del chico de cabellos castaños negruzcos, el cual tenía los brazos llenos de regalos.

Shinomiya no se acercó a él, sino que solo le vio irse con dificultad al tener todos esos regalos. Sabía que Nanashima tenía algo de razón cuando le mencionó que él debía entregarle chocolates al mayor, pero al mismo tiempo, él mismo sabía que Mutsumi iba a recibir demasiados regalos de parte de toda la escuela.

Él también había recibido algunos, por supuesto, sin embargo, también sabía que no podía competir con la popularidad de Asuma. Sacudió su cabeza buscando ahuyentar esos extraños pensamientos, y comenzó a trotar para intentar alcanzar al chico de tercero. Si tenía suerte le alcanzaría antes de que se fuese con el delegado.

– ¿Shinomiya-kun? – La voz de Serinuma le llamó la atención – ¿Estás buscando a Mutsumi-senpai? – Preguntó ella. El menor asintió – Que bien, yo también le estoy buscando; vamos, te acompañaré – Dijo con una sonrisa, mientras comenzaba a caminar a la par con ella.

– ¿Por qué quiere ver a Mutsumi-senpai, Serinuma-senpai? – Preguntó el castaño con curiosidad. No es que dudara de Kae, porque él ya sabía que la chica de cabellera negra purpurina no tenía ningún interés romántico en Asuma, pero no estaba de más preguntar.

– Quiero entregarle unos chocolates que yo misma hice – Le respondió con aquella sonrisa tan natural y bella que solo ella poseía. Algo dentro de Hayato le gritó alarma – Espero que a ti también te gusten – Shinomiya le miró confundido.

– ¿Eh?

– ¿No los has visto? – Ahora era Kae la confundida

– ¿Ver qué?

– Los chocolates; los dejé en tu casillero.

– No he ido a mi casillero – Murmuró con las mejillas sonrojadas. Aquella vocecilla que le había avisado en su mente a Serinuma como una amenaza había desaparecido.

– Cuando vayas los verás – Sonrió ella, palmeándole el hombro con alegría – ¡Ah, mira! Ahí está Mutsumi-senpai; vamos, Shinomiya-kun – Y la chica le tomó del brazo para hacerlo correr junto con ella, intentando alcanzar al mayor – ¡Mutsumi-senpai! – Gritó llamando la atención de este.

– Serinuma-san, Shinomiya-kun, ¿Qué tal les va? – Saludó Asuma, sonriendo a ambos compañeros que finalmente habían llegado hasta él. A Hayato le molestó ver indiferencia de su parte.

– Quería entregarte esto, Mutsumi-senpai – La chica le dio la caja de chocolates mediana, mientras le sonreía – Porque lo considero un muy buen amigo y quiero que sepa que lo quiero mucho y aprecio su amistad – He hizo una reverencia.

– Muchas gracias Serinuma-san, prometo compensarlo – Sonrió el de cabellera castaño oscuro, sabiendo que dentro de un mes, sería el día blanco y podría regalarle cosas a Kae y Shima por ser sus amigas. Aunque la madre de Shinomiya también contaba.

– Este... yo... – La voz avergonzada del menor se dejó escuchar, llamando la atención de los otros dos. El castaño tenía las mejillas color carmín y se notaba bastante nervioso – ¿P-Puedo hablar con usted a solas, M-Mutsumi-senpai? – Preguntó con una cara que a la chica le pareció la más uke que en su vida hubiera visto.

– ¡KYAAA! – Fue su grito fangirl que resonó por los pasillos. Tenía la cara roja, una mirada pervertida y la nariz sangrando – ¡Les dejo solos, me voy! – Y después desapareció corriendo por el pasillo. Ansiaba quedarse, claro que sí, pero debía ser precavida si quería tener detalles.

Mutsumi y Shinomiya miraron con extrañeza por donde Serinuma desapareció. Asuma de inmediato dirigió su vista otra vez hacia el castaño, observándolo unos momentos antes de preguntar:

– ¿Qué querías decirme, Hayato-kun? – Preguntó el chico de tercero con amabilidad, logrando atraer la mirada color miel sobre él de nuevo. Las mejillas del menor se colorearon más y su nerviosismo se hizo aún más evidente.

– Ah... Bueno... yo...

¡Me Gustas, Senpai!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora