Capítulo 2

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Para nadie había pasado el acoso mal disimulado que Shinomiya estaba realizando con respecto hacia Mutsumi, quizá, salvo para el mismo acosado que no tenía ni idea de lo que ocurría a su alrededor. Parecía ser que la amabilidad hacia competencia con su inocencia y distracción.

Kae y Shima pensaban mil y una posibilidades ficticias en su mente fujoshi, y los otros dos chicos seguían igual de perdidos que un niño en una tienda de ropa. Incluso algunos alumnos y maestros más comenzaban a preguntarse por qué el raro acoso del integrante del comité de enfermería hacia el chico pelinegro de tercero.

– ¿Hayato-kun, qué está haciendo? – La profesora de literatura se posicionó detrás del castaño que al escuchar su voz se sobresaltó y se dio la vuelta, intentando encontrar alguna excusa que pudiese ser usada para explicar el porqué estaba en la esquina de una pared espiando.

Sensei, pues yo solo estaba... bueno... – Los labios del chico seguían moviéndose a pesar de que ninguna palabra saliese de ellos. ¿Cómo explicar que espiaba a Mutsumi-senpai? La profesora se bajó un poco los anteojos para examinar a Shinomiya con una ceja curveada. El pequeño Hayato sintió sus piernas temblar ante aquella mirada.

– Parece que está espiando a Asuma-kun, ¿Verdad? – Las mejillas del castaño no evitaron colorearse ante la propia respuesta, que por cierto era cierta, de su profesora. No era necesario ser un genio para saber que aquella maestra impartía clases en dos grupos de primer año, y en uno de tercero. Claro, y ese tercero tenía que ser el de Mutsumi-senpai.

Puta vida.

– Bien, le dejaré en paz; continúe con su acoso – La mujer no mayor de los treinta dio media vuelta y se fue dejando a Shinomiya ahí donde estaba anteriormente. De alguna manera, el chico de primero sentía escalofríos por su espalda al recordar la mirada que la profesora le había dado antes de dar media vuelta.

Se parecía mucho a la de Serinuma-senpai y Nishina-san cuando hablaban sobre las relaciones homo-eróticas que adoraban, salvo que esta... parecía más peligrosa... De nuevo aquella sensación de escalofríos se presentó en su cuerpo. Si la maestra compartía los mismos gustos que Kae y Shima, ya no podría ni verla a la cara.

Seguro que cuando le vio espiando a Mutsumi malentendió todo, de manera que favoreciera a su mente podrida.

– Hola, Shinomiya-kun – Tercer maldito escalofrío en menos de cinco minutos, además de que aquel le hizo dar un pequeño salto debido al susto. Giró el rostro para encontrarse con aquel pelinegro que venía espiando desde hace dos días. Sí, dos días habían pasado y le seguía espiando.

– M-Mutsumi-senpai... – De nuevo, sus mejillas volvieron a tornarse de un color rojizo. ¡Cualquiera lo estaría si la persona a la que acosas te descubre! Perdón, a la persona que investigas, porque Shinomiya no estaba acosando a su senpai, claro que no. ¿Cómo pueden pensar así de él?

– ¿Vas a ver a Serinuma-san? – Parecía que Mutsumi no se había percatado de nada. "Menos mal" pensó Shinomiya, porque no sabría que decir si le hubiera descubierto. Un pequeño dato era que gracias a la profesora de literatura, ahora sabía que el nombre del pelinegro era Asuma.

– ¿Qué? – Preguntó debido a que se había perdido en sus pensamientos. Sin embargo, luego pareció reaccionar – ¡Ah! ¡Sí! Voy a ver a Serinuma-senpai – Claro que no estaba yendo a ver a la chica, pero bueno, tampoco es como que le disgustara ir a verla, aunque no se explicaba porque ya no le emocionaba tanto como antes.

– Te acompaño, debo regresarle un libro – Ambos comenzaron a caminar con dirección hacia donde el salón de la chica se encontraba. Hayato no pudo evitar intentar mirar de reojo el libro que el pelinegro traía en la mano, pero no lograba ver nada. No quería pedírselo para verlo, porque sentía que sería demasiado.

– ¿Qué clase de libro es, Mutsumi-senpai? – Intentó saber más, y de paso entablar conversación. Asuma no le enseñó el libro color rosa como él hubiese querido, pero le contestó vagamente su pregunta con una sonrisa.

– Es de romance, pero también es una guía – Aquella rara contestación dejó perdido al castaño en un mar de pensamientos más tiempo del necesario, por lo que no preguntó nada más.

Su senpai era todo un misterio andante...

¡Me Gustas, Senpai!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora