Capítulo 35

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– Gracias por esperarme, Hayato-chan – Mutsumi sonrió a su lindo Kohai quien estaba parado frente a él con las mejillas rojas. Por fin había acabado de ayudar al delegado con lo de la feria, aunque se le había hecho de noche y no quiso quedarse, ya que realmente quería irse a casa con su pequeño chico.

– N-No fue n-nada, A-Asuma-se... – Shinomiya se mordió el labio callando sus palabras; aún no se acostumbraba a llamar a su senpai por su primer nombre, mucho menos sin usar honoríficos. El mayor le había dicho que podía decirle "–chan" si quería, pero eso sería demasiado vergonzoso.

– ¿Nos vamos? – Preguntó con una sonrisa, a lo que recibió un asentimiento de parte del chico de primero, quien parecía tomate humano. Sonrió con dulzura, mientras entrelazaba su mano con la de Shinomiya, quien tembló ante el contacto, pero luego se dejó hacer, quedando más relajado.

Caminaron así, en silencio pero no uno incómodo; era uno tranquilo, de esos que hacen a las personas olvidar todos sus problemas y su estrés. Mutsumi sonrió al recordar el regalo del castaño. Era dulces de chocolate con leche con relleno de vainilla, que estaba decorado por arriba con chispas de colores. Estaba delicioso, por supuesto.

Después de todo, lo había hecho Shinomiya.

– A-Asuma... san... – El "san" se le había escapado a Hayato, pero lo dijo tan bajo que esperaba que su senpai no le hubiese escuchado. Después de todo habían quedado que sin honoríficos.

– ¿Qué sucede, Hayato-chan? – ¡Ahí estaba de nuevo aquel vergonzoso "chan" que no hacía más que abochornarlo! De seguro su cara se volvió de un tono de rojo más oscuro. El de cabellera castaña oscura se percató de la vergüenza del menor, pero hizo como si no la hubiese visto.

– E-Es que... hoy en el p-parque hay una feria por San V-Valentín, y quería saber s-si quieres ir conmigo... – Le hizo saber Shinomiya, mientras se golpeaba mentalmente al tartamudear de una forma tan ridícula frente a Mutsumi, su... ¿Crush? ¿Pretendiente? ¿Amigo? ¿Casi–Novio?

Los ojos verdes del mayor miraron como es que Hayato jugueteaba con los dedos y mantenía su mirada en el suelo, esperando paciente y –seguramente rojo y avergonzado– su respuesta. Le sonrió con cariño, aun cuando el castaño no pudiese verle. ¡Le había invitado a una cita!

– Me encantaría ir contigo, vamos Hayato-chan – Dijo para molestarlo un poquito, y volvió a tomar la mano del menor entre la suya, pues este mismo se había soltado de su agarre durante su nerviosismo. Por suerte el parque les quedaba de camino, así que solo había que avanzar unas esquinas más y llegarían.

De hecho, las luces multicolores y el sonido de la música, tanto como del bullicio de personas se escuchaba desde su distancia; algunos globos en forma de corazón que se habían escapado de sus dueños subían por el cielo hasta perderse en la oscuridad de la noche. Algunas partes de los techos de los puestos alcanzaban a verse apenas, y el olor a dulce les inundó de inmediato.

Cuando llegaron, Shinomiya miró todo con los ojos de un niño pequeño; por cada cosa sus orbes color miel brillaban más y más, y esa mirada llena de ensoñación le encantaba tanto a Asuma, que más que a la feria, su mirada se concentraba únicamente en Hayato, quien parecía estar muy feliz ahí. La bella sonrisa del menor era la mejor obra de arte que pudiese existir.

Y es que, rara vez el chico sonreía honestamente, pues era un tanto tsundere que si no estaba con la cara de amargado, estaba con la cara de avergonzado. Pero igual se veía lindo de todas formas.

Pasaron un poco más de una hora en el parque, jugando de vez en cuando en algunos puestos, y uno que otro beso que ambos compartieron. Compraron algunos panecillos para comer por mientras, y Mutsumi mimó al menor con todo lo que este quisiese; desde comida hasta regalos. Cuando Shinomiya bostezó de forma adorable, Asuma entendió que era hora de irse a casa.

– Es hora de irnos, Hayato-chan – El mencionado refunfuñó como niño, pues Mutsumi parecía más su madre que su Valentín. Pero bueno, era cierto, ya se había hecho un poco de noche – Sé que apenas son las 8:30, pero le prometí a tu madre que estarías en casa a las 9, además de que se nota que estás cansado – Le dijo el mayor, y aunque Hayato quiso quejarse, bostezó de nuevo.

Mutsumi tomó su mano con la de Shinomiya, mientras este seguía bostezando levemente y tenía el sueño plasmado en toda la cara. Abrazaba el osito café claro con su brazo libre como si temiese que se le fuese a escapar. Era tan malditamente adorable, y él un jodido suertudo por tener a Hayato para él solo. Sonrió como bobo ante sus pensamientos.

Unas gotas repentinas en su mejilla izquierda le hicieron volver a la realidad. Levantó la mirada al cielo y se dio cuenta de algo. De que estaba lloviendo...

¡Me Gustas, Senpai!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora